Transparencia en los mercados sanitarios
PARECERÍA que la igualdad en la concurrencia a la hora de participar en operaciones de mercados públicos, se da por sentado. Luego, en los escenarios y países más variados, las cosas no son exactamente así y, en cualquier caso, para mucha gente se trata de mecanismos oscuros, en los que no escasean ni el favoritismo ni el fraude. Echando un cálculo rápido, es probable que su impacto económico se acerque al 15 % del PIB de cada Estado de la Unión Europea. Competencia, transparencia y neutralidad, tres pilares esenciales y me atrevería a decir que, sin el segundo, los demás son papel mojado.
En tiempos de pandemia, más que en otros tipos de crisis, siempre hay corruptos de guardia, que saben bien que la urgencia debilita la supervisión. Y ello acaba por perjudicar más a los más frágiles, profundizando en la desigualdad. Las compras públicas están en el punto de mira, como bien ha destacado el Banco Mundial, y no digamos en los países menos desarrollados. Medidas orientadas a garantizar la subsistencia, con transferencias monetarias, compra y distribución de alimentos y sostenimiento de empresas, ofrecen atajos a la corrupción.
Ya se han detectado flujos financieros ilícitos, atraídos o encaminados, irremediablemente, por los paraísos fiscales. Imagínense las papilas dinerarias ante los fondos de relanzamiento, que tanto por su cuantía como por su finalidad, tendrán que ser permanentemente auditados. Y esto es pertinente para la Unión, los Estados, los gobiernos intermedios y los locales. Resulta evidente que el sector de la salud está especialmente expuesto: hacen falta productos de modo inmediato y el “lobby” o cabildeo no descansa, dirigiendo sus esfuerzos a una diana, que no es otra que las compras públicas, cuyos responsables, presionados por políticos nerviosos y desorientados –lo que se puede entender, dada la magnitud del desafío-, pueden capitular.
No pocos gobiernos, sin embargo, han simplificado reglas y procedimientos, en aras de la excepcionalidad y poniendo por delante su provisionalidad. Ello puede llevar a cierta desconfianza en la buena gobernanza, por lo que deberían extremarse las medidas de transparencia, también es esa estrategia, que no por urgente, ha de acampar en una discrecionalidad perniciosa.