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Reseña Musical

“Treatise”, de Cornelius Cardew, por “Suelen Estar Quartet”, en el “GGAC”

    Un compositor de trayectoria compleja, rescatado por el “Suelen Star Quartet”, agrupación integrada por la violinista Elena Vázquez, la viola Mª José Pampano, la chelista Macarena Montesinos y el contrabajista Saúl Puga. Le tendremos en el ”CGAC”-19´30 h.-, en esta experiencia con frentes abiertos del inglés Cornelius Cardew, para un trabajo de confluencias arriesgadas, ya que sobre sus planteamientos, observa la confluencia de líneas y formas geométricas, entre números y símbolos, con un estimulante interés visual carente de instrucción explícita sobre su forma de interpreta, dejando a los músicos que realicen sus investigaciones y encuentren al tiempo sus propias correspondencias entre lo gráfico y el sonido, enfocándose al desarrollo de una obra que resulta única. Destacan al tiempo la proyección de la partitura original, en tiempo real, proporcionando aproximación visual y sonora del público a la obra del compositor. El grupo forma parte de “OMEGa” (Orquesta de Música Espontánea de Galicia) y del colectivo de improvisadores “H.A.L.O.” y han participado en convocatorias como ”Imaxina Sons”, “Fest. de Improvisación TPS”; “Seis Cordas”, y con artistas como Sumrrá, Pablo Seoane, L.A.R. Legido o Christina Vantzou. También en registros en colaboración: “De Baleas”, sobre la poética de Eduardo Estévez, “Nothing Here is what It seems”, “CoBra” o “Boogie Desert” (Song for a post-apocalipsis western).

    Se hará necesario descubrir esa compleja personalidad de un artista claramente comprometido con su tiempo y sobre el que Juan María Solare se ha extendido ampliamente. Cornelius Cardew (1936/81), conoció una trayectoria plagada de sobresaltos y fructíferas etapas creativas, condicionadas por un permanente compromiso político-social, en el que no faltaron los años de confluencia con el maoísmo y derivados, con los que acabaría enfrentándose. Las vanguardias en el apartado musical, serán un apoyo de referencia, siempre con el beneficio de recurrir a los maestros que marcarán idearios estéticos a seguir. Hasta en lo propiamente biográfico, su muerte resultará traumática a causa de un accidente, pero bastará con encontrarle en lo que supusieron los años de mejor fortuna. Un comienzo con el fantasma de la guerra que condicionó su infancia, mientras estudiaba como cantante de coro en la Catedral de Canterbury. Una memoria lastrada pues por los traumas.

    Será en 1953 cuando se traslade a la Royal Academy of Music”, de Londres, para estudiar chelo y piano con Percy Waller y composición con Howard Ferguson. Es consciente precisamente de la tendencia conservadora del centro para lo que realmente pretende en lo artístico y es que su maestro Ferguson, componían obras convencionales, próximas al tardo romanticismo y de un melodismo facilón, de las que recordaba cuatro escritas para clarinete y piano, un lenguaje que, en realidad, no le aportaba gran cosa. En medio de semejantes avatares, será partícipe del estreno en su país de “Le Marteau sans maitre”, de Boulez. Había un claro rechazo de las vanguardias dodecafónicas de Schönberg y la “Segunda Escuela Vienesa” y en salto de riesgos parecidos, aparecerán Pierre Boulez y Karl Heinz- Stockhausen. Las vanguardias europeas que encuentran acomodo en los cursos de Darmstadt, El serialismo como técnica de composición, resultará un claro frontispicio que se ajustará a sus ambiciones y éntrelos artistas dignos de mención, René Leibowitz. Una suerte pues de utopía, por lo que llegará a compararse el serialismo una sociedad sin clases.

    Aquella primera etapa en la”Royal Academy of Music”, servirá para probar con trabajos como dos de las sonatas para piano-segunda y tercera-, cuya influencia se decantará beneficiosamente de las influencias d Anton Webern y Pierre Boulez, una auténtica declaración de principios. Fue la ejecución de la obra “Structures”, para dos pianos, de Boulez, a cargo del propio Cardew y su compañero Richard Rodney Bennett, lo que marcará un replanteamiento de su situación en la “Academy”, en oposición al clima imperante. Una nueva tentación, le trasladará a Colonia junto a Karl Heinz Stockhausen, en donde con fortuna, se convertirá en sus asistente. Buenas expectativas con la sensación de que aquello era la orietación pretendida, en el encuentro de artistas como Morton Feldman, La Monte Young, Earle Brown o Christan Wolff, Es aquí donde nos encontraremos con la obra en cartel, “Treatise”, partitura gráfica de 193 páginas-da cierto vértigo-, sobre la cual indagó entre los años 1963/7. “The Great Learning”, fue una composición en siete partes basada en traducciones de Confucio, debidas al siempre polémico Ezra Pound. Vive entre actitudes coléricas y obsesivas, propias de una personalidad al borde del abismo y así nacerá en 1966, el grupo de improvisación libre “AMM”, formado el año anterior, y del que eran miembros Eddie Prévost, Keith Rowe y Christopher Hobbs.

    No descuidaba la docencia de carácter experimental en el “Morley College”, acompañando a Howard Skempton y Michael Parson, creando la “Scratch Orchuestra”, preparada para encarar “The Great Learning”, con la que realizó giras por Europa hasta que el grupo se separó en 1972, momento en el que se entregará a sus compromisos sociales y políticos, dejando la música de vanguardia en compás de espera. Una beca, le trasladará a Berlín Occidental, en 1973, dedicándose en preferencia a la composición de canciones con influencias folklóricas con profundo contenido político. Temas como “Smash the Social Contract”, “There is Only One Lie”, “”There is Only One Truth”...y al año siguiente, publicará su manifiesto “Stockhausen Serves imperialism”, e alusión a sus complejas relaciones con su mentor, para quien había elaborado en “Carreé”, para cuatro orquestas y cuatro coros, basada en gráficos e indicaciones de cómo debían tocar los instrumentistas. Fue también la visita de David Tudor y John Cage, una ayuda en el concepto de indeterminación y de las partituras gráficas en sus obras.

    “Teatrise”, se inspira en el “Tractatus” de Wittgenstein y será considerada como la cumbre de las partituras gráficas. Composición visual en un continuo entrelazado de elementos gráficos (solo algunos de los cuales se parecen a símbolos musicales), cuyo significado en términos sonoros no está especificado de ningún modo. No hay instrucciones explícitas acerca de su interpretación. Esta ausencia es intencional. Carlew sugiere que los ejecutantes desarrollen sus propias reglas y métodos de interpretar la partitura. Cualquier cantidad de músicos, usando cualquier medio, pueden participar en la lectura de la obra, y cada uno es libre, de interpretarla a su modo. Al no haber correlación unívoca entre los signos sobre el papel y los sonidos que cada músico produce. “Treatise”, no responde a concepto tradicional de obra. Hoy muchos la llamarían un “plano para la improvisación”, en el sentido que admite varias (aunque no infinitas) realizaciones sonoras de la misma propuesta gráfica.

    15 nov 2020 / 00:00
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