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“Trío da Kali”, en “Maré: Músicas e Artes Atlánticas”

    Músicas procedentes de Malí, en el espacio de “Maré: Músicas e Artes Atlánticas”, un espectáculo musical de raíces compartido en el Auditorio de Galicia en confluencia con la “RFG” y bajo la supervisión artística, en cuanto arreglos y dirección de Paul Daniel. Una coproducción con la ”Radiotelevisión de Noruega”, en iniciativa del trío, elaborando el proyecto con el “Kronos Quartet”, un trabajo en el que se involucraron treinta músicos, de cuerda, flautas, clarinetes y fagotes. El proceso del encuentro del trío y el cuarteto, vio la luz en 2017, con el resultado del título “Ladilikian” y el maestro Paul Daniel, en esta actitud abierta que viene demostrando, descubrió las posibilidades de llevar a buen puerto la iniciativa, cuyos resultados se confirmaron en esta aventura abierta a un público predispuesto a lo que se le ofrecía.

    Nuevos mundos dentro de distintas perspectivas, en la que la voz requerida se confiaba al “Trío da Kali”, formado por el intérprete de balafón Hawa Diabate; quien apunta la procedencia del repertorio a la tradición heredada, aunque distante y compleja, casi al límite de la pura supervivencia, procedente de los siglos XII y XIII, con una transmisión prácticamente oral; Lassana Diabate, y el intérprete de ngoni Mamadou Kouyate. El propio nombre del grupo, alude a un compromiso de juramento y fidelidad, confirmando la promesa de los “djelis” (griots o el femenino griotte) de respetar esa tradición artística, de la cultura mandinga, asentada en el sur de Malí.

    Las músicas mandingas, muestran un rico repertorio en su herencia histórica, repartida preferentemente entre Malí y Guinea, divulgándose con fortuna a nivel internacional y siguiendo en parte los relatos de contadores ambulantes, conocidos como “jali”, de los que se conservan abundantes registros sonoros y cuyos legatarios reconocibles en la actualidad, son Salif Keita, quien creó un sello propio, recuperando canciones que registraba al paso de sus encuentros entre músicos preferentemente aficionados y cuyo resultado serán melodías que atrapan al oyente casi al vuelo; Mory Kanté, natural de Guinea, tomaría como bandera su instrumento, la “kora”, con el que se daría a conocer en Europa, en convocatorias de música emergentes y étnicas y Farka Touré, convertido también en cabeza de esas “World Musics”.

    El balafón que maneja Hawa Diabate, emblema por excelencia de las culturas de Malí, puede relacionarse con antiguos instrumentos de fetichismo utilizados especialmente por los guerreros y que sobrevive en ciertos grupos étnicos. Tardará en manifestar su identidad al modo de cómo han conseguido recuperarlo en nuestros días y no solo en condiciones excepcionales, al margen de ritos concretos, como pueden ser funerales y pasando al dominio de las danzas y diversiones o ceremonias de talante distinto. Por ser instrumento de percusión melódica, puede hacer las veces de un solista o tocarse a dúo con la sanza de África Central y la “kora” de África Occidental. Puede acompañarse de tambores o intervenir como base de la voz humana y también se toca dentro de grupos: las orquestas de xilofón suelen presentarse en esta ocasión acompañadas por sonajeros y sonajas metálicas. Una serie d instrumentos africanos que, al igual que los tambores, suponen un trabajo de alta técnica.

    El grado de aceptación de las llamadas músicas emergentes, permitió dar a conocer en nuestro país a músicos como Mory Kanté, Ofra Haza, Cheb Khaled, Johnny Cleg, tras largas giras procedentes de certámenes europeos. Salif Keita, en su viaje a las raíces, presentó en gira su trabajo “M´Bemba” (Los ancestros), ofrecido en el “BTM “ de Barcelona y en el Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela. Para el artista, el más fresco y natural de los realizados y que no dudaba en comparar con la música de los gitanos. Para aquel viaje, había recurrido al guitarrista Kanté Manfila, para el tema de los arreglos. El trabajo ofrecido en nuestra ciudad, recurría exclusivamente a instrumentos acústicos. La relación con Kanté, venía de antiguo, desde el año 1973, cuando entablaron amistad en “Les Amabassadeurs”, la mítica orquesta panafricana cuyo fundamental repertorio, recurría a las tradiciones de Malí, las mandingas y hasta sones cubanos, efectivamente no tan distantes.

    Mory Kanté, otro personaje en liza, se había dado a conocer por la canción “Yeké Yeké” y en el conjunto de su repertorio, proliferaban un puñado de contagiosos ritmos contundentes y machacones. Es un dotado intérprete de ”kora”, instrumento atractivo por su presencia física. También en sus dominios, nos encontramos con el balafón. Se siente como un bastión de la familia de los “griots”, ya por herencia recibida, en su país, Guinea. Para él, estos “griots” son los trovadores, historiadores y poetas, además de narradores, cuyo papel no solo no ha desaparecido, sino que cada vez tiene más peso en las sociedades africanas. El trato de las músicas africanas con instrumentos de nuestras culturas, modalidad que aborda con frecuencia, no pierde su esencialidad, ya que los instrumentos occidentales reproducen con ingenio esos sonidos de la influencia africana.

    26 sep 2021 / 01:00
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