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Trump no resiste el segundo plano

    INVITADO como expresidente, o bien porque es lo que hay, Donald Trump amaneció el otro día en Orlando, tan guapamente, dando uno de sus discursos de retórica surrealista. Poco tiempo le ha dedicado al golf, la bendición de las verdes praderas que bien podría apartarlo de los embarrados y torcidos caminos de la política. Regaladle, por Dios, cuantos birdies quiera. Ponédselos a huevo. Pero contumaces, más que tenaces, los quiere el Señor.

    En los informativos y por ahí salía Trump, recién hecha la mudanza de la Casa Blanca, enardecido como en una madrugada loca pasada de tuits. Ahí estaba otra vez, todavía con el olor amargo de la derrota (que, según él, ni fue derrota ni nada), dispuesto a encabezar un Partido Republicano que, ay, no encuentra la cabeza.

    Esto de que un político averíe un partido no es nuevo. Se ve que si has llegado a presidente tienes patente de corso para hacer de tu capa un sayo y de tu partido un cortijo. Porque tú lo vales. Más ejemplos veremos. Trump fue presidente y terminó haciéndose con el mando a distancia, que es el símbolo del poder en los hogares y en los hoteles, o lo era hasta hace poco. Nadie de su partido, si es que era su partido, le pudo toser, porque si ganas, ganas. O sea. Pero si pierdes, pierdes.

    Y perdió. No sin antes remover Illinois con Santiago, es un decir. El viejo Joe Biden terminó mandándolo a Florida, la segunda residencia presidencial y ahora, a lo que se ve, territorio para la conquista. Cuarteles de invierno y de verano. Oficina de proyectos. En Orlando, en la convención o eso, dijo a los conservadores que el Partido Republicano era su partido y que no iba a fundar otro, como se especulaba en esa prensa tan canalla, porque para qué andar fundando nada si tienes a todos los republicanos achantando la mui.

    Bueno, no a todos. Hubo su rebelión cuando el impeachment, gente que le dijo, Donald, amor, o sea, para un poco. No sigamos con la batidora o con el ventilador. Que es muy de ventilador, si hay que darse a la propaganda. Ahora reivindica un partido necesitado de diván, de mucho diván, como ariete contra los Demócratas, que están gobernando sin su permiso, a ver qué va a ser esto. Trump siente que ha sido llamado a la causa, es una épica a lo mejor un poco cutre, una épica de reality, pero ahí está. No le ha dado tiempo a Biden a cambiar la moqueta y ya está Trump trompeteando, anunciado la salvación definitiva, como los buenos vendedores de crecepelo, cuando lo creíamos haciéndose unos hoyos, como Gareth Bale.

    De los mesiánicos salvapatrias nos libre Dios y mayormente las urnas. Gente que te hace un arroz con que le des un pimiento, pero mal. Puede que el viejo partido Republicano se sienta parasitado por el súbito advenimiento, pero no lo dirá. No, si atisba un futuro. Una tercera fuerza en USA quitaría posibilidades de victoria, eso es cierto, sería un pasillo para Ocasio-Cortez, a la que apuntan como líder inmediata (pero hay muchos y muchas). Trump es listo en eso, ya ven, pero de paso los Republicanos tendrán que vender su alma en Wallapop. Total, si ya no te la pones, véndela.

    Ojo a esa nueva política que desnaturaliza los partidos desde dentro, que los parasita y coloniza. Ojo a esa sobredosis de liderazgos con más ocurrencias que ideas. Sea donde fuere.

    03 mar 2021 / 01:00
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