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Trump vuelve (¿también a Twitter?)

    PARECE que Donald Trump ha sido readmitido en Twitter. Algunos creen que vuelve cuando Twitter se desmorona, pero lo más probable es que ambos resistan. Odio cualquier forma de censura, pero abomino de la demagogia. Barata o cara. Me gusta que todo el mundo pueda decir sus cosas, aunque no es cierto que todas las opiniones tengan el mismo valor. Dependerá del grado de conocimiento a la hora de opinar. Y, aun así, defendamos las opiniones.

    Estaba cantado que Elon Musk readmitiría a Trump, aunque para ello llevó a cabo una encuesta que, por cierto, acabó casi en empate técnico. Otra cosa es que el expresidente tenga una sana intención de volver, de repetir aquella fiebre tuiterológica que, por lo visto, se desataba en las madrugadas. Es probable que se resista, una forma de alentar el morbo de su desembarco. Hizo política con el teléfono móvil, porque era una manera práctica de saltarse ese filtro que siempre le ha provocado sarpullido: la prensa.

    Para muchos de sus seguidores, poco proclives a leer el New York Times, me temo, el sistema funcionaba. Sus mensajes, sus comentarios surrealistas tantas veces, habrán regresado a su cuenta, forman parte de la historia de su presidencia, y quizás no sea mala idea que estén ahí otra vez. Mejor saber dónde está el nivel. El algodón no engaña.

    Aunque fue el grave asunto del Capitolio el que ocasionó su salida de Twitter, según todos los indicios, no será mala cosa volver a leer sus ideas políticas, o lo que sean, más que nada para estar alerta. Es mejor eso que el silencio (aunque tenga exclusividad, como las estrellas mediáticas, en esa otra red que creó él mismo: en ella incluyó la palabra truth (verdad). Qué cosa, eso de arrogarse la verdad).

    Que las redes sociales vuelvan al primer plano de la política es una mala noticia. Por su naturaleza, alimentan la simpleza y el lenguaje emocional. Pero Musk querrá levantar el vuelo del pájaro, como hemos escrito varias veces, aunque, con el fiasco de la compra y las pésimas decisiones posteriores, lo tiene difícil. Trump ha prometido regresar, y de nuevo ha traído esos eslóganes un tanto verbeneros, para levantar la moral. La política se hace peligrosa cuando queda en manos de líderes que se creen mesiánicos, que ofrecen devolver la gloria y hacerlo todo más grande cada vez.

    Hay en todo eso una calculada ambigüedad, de tal forma que el objetivo consiste en alimentar el orgullo patrio, no tanto en los logros concretos, que siempre quedan difuminados, si existen. Pero no importa, sí hay un lenguaje épico, básico casi siempre, una buena colección de eslóganes, una emoción desbordada y primitiva. Trump promete así lo que ya prometió una vez: hacer grande a América de nuevo. Lo que implica reconocer un fracaso.

    Volverá también el trabajo en las redes, la simplificación de las ideas, el juego directo, la apelación emocional. La falta de complejidad es el cáncer de las democracias. El lenguaje desvirtuado, manipulado, también. No todo puede decirse en unos pocos caracteres. No es cierto que sólo cuenten las voces interesadas de los protagonistas. Alimentarse sólo de ideas elementales, producidas en los laboratorios de diseño, es un gran error. Un país no puede manejarse desde Twitter, una democracia no debe ser un chat.

    22 nov 2022 / 01:00
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