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Un líder imbatible

    No hay quien venza a Alberto Núñez Feijóo, que ha revalidado su mayoría absoluta y se ha convertido en el presidente regional con mayor respaldo ciudadano. Su triunfo lleva aparejada una catástrofe para el PSdeG, superado por el BNG en votos y en escaños, y la catástrofe aún mayor de Podemos-En Común, que desaparece del mapa. Como se dice coloquialmente, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tendrían que hacérselo mirar, aunque al menos Sánchez ha salvado los muebles en el País Vasco.

    Tenía razón Feijóo cuando se negó a compartir listas con Ciudadanos a pesar de las presiones de Génova, tenía razón cuando las siglas del PP apenas se veía en los carteles electorales, por ausentes o por su tamaño mínimo, como tenía razón cuando impidió el desembarco de dirigentes nacionales que en muchos casos buscaban la foto al lado del líder indiscutible del centro derecha. Solo aceptó la compañía de Casado, y no exhaustiva, apenas un par de mítines; la de Juanma Moreno, otra figura emergente del PP, y por supuesto las de Mariano Rajoy y Ana Pastor, gallega de corazón aunque no de nacimiento, pero sobre todo amiga y compañera.

    Lo más sonado del resultado gallego ha sido el sorpasso espectacular del BNG al PSdG. El mérito es de la candidata Ana Pontón, que ella sí ha refundado el partido de verdad, no como otros dirigentes que no han sabido renovar ni refundar sus respectivos partidos. Pontón consiguió dejar atrás las tensiones internas del BNG, el error que cometió Beiras al escindirse para aliarse con Esquerda Unida, y ha creado un partido con caras nuevas, muy apegado a la gente, cercano.

    Fue muy significativo su inicio de campaña, en su pueblo de menos de 400 habitantes, acompañada de sus padres. Pontón pertenece al ala más radical del BNG, pero durante la campaña se la vio más conciliadora y es posible, o por lo menos deseable, que como líder de la oposición mantenga una posición más institucional. Aunque no dará respiro a Feijóo, su objetivo es ser la primera mujer que consigue la presidencia de la Xunta.

    El fracaso de Pablo Iglesias ha sido brutal, sin paliativos. Desaparece en Galicia y pierde más de la mitad de escaños en el País Vasco. Poco le ha durado la euforia a Pablo Iglesias, aunque su consuelo, único consuelo, es que se sienta en la mesa del Consejo de Ministros. Es evidente que ha decepcionado a sus votantes, que su comportamiento personal ha tenido repercusiones políticas, y que el caso Dina le ha llegado en el peor momento.No se sabe cuáles serán las decisiones judiciales, pero de momento las de las urnas han sido demoledoras. Y está claro que la coalición con Podemos ha pasado factura a Pedro Sánchez.

    En el País Vasco le ha ido algo mejor a los socialistas, pero quien ha incrementado de forma importante sus votos ha sido el PNV. Un gran resultado para Urkullu, que se mantendrá cómodamente en Ajuria Enea repitiendo la fórmula anterior formando un gobierno PNV- PSE, aunque es posible que los socialistas arañen algún consejero más a Iñigo Urkullu. Bildu sigue fuerte, pero se amplía la ventaja que tenía el PNV, lo que tranquilizará a Ortúzar y Urkullu.

    El 12-J, con las elecciones autonómicas vascas y gallegas, han sido un revulsivo para los dirigentes nacionales. Nada será igual en PSOE, PP y Podemos a partir de esta fecha.

    13 jul 2020 / 00:15
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