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Un paralelo republicano

    El problema, si no resuelto aparcado, entre Ayuso y la dirección del PP por fecha de celebración del Congreso en Madrid -uno de tantos conflictos entre instancias de poder de un partido- recuerda a otro muy distinto ocurrido en 1936 entre instancias y por motivos semejantes en el partido socialista. Como me cansa la política hoy permítanme hablar de ello. Aquel socialismo tenía tan poco que ver con el actual como aquel tiempo con el nuestro, si bien en cierta irresponsabilidad y alianzas el PSOE de Sánchez recuerda algo a aquel partido también llamado PSOE.

    Entre Prieto, presidente de la Ejecutiva del PSOE y Largo Caballero, que controlaba Madrid, había entonces mucha tensión y rivalidad. Los caballeristas, opuestos a la convocatoria del Congreso para octubre por la Ejecutiva del partido anunciaron otro anterior a celebrar en Madrid. Sus respectivos partidarios acabaron llegando a las manos, y en un mitin de Prieto en la plaza de toros de Ecija, radicales de Largo hirieron a seguidores de Prieto y al propio Prieto (ABC 2-VI-1936).

    Prieto y Largo fueron objeto de polémica en Madrid hace semanas en relación con la retirada de sus nombres del callejero. Al viejo PSOE, el amigo Santos Juliá lo dividía en cuatro sectores, lo que Stanley Payne refrendaba El primero sería una UGT dirigida por un radical como Largo, convencido de la necesidad de una revolución sovietizante que tendría su gran oportunidad en una inevitable guerra civil; ya exiliado, comprendió su irresponsabilidad. Un segundo sector sería el de los dos asesores que desde 1933 indujeron a Largo a un giro radical (según Thomas): Araquistain y Álvarez del Vayo (fundador del FRAP en 1971, partido del padre del polémico Iglesias).

    El tercer sector, pasado luego con Carrillo al comunismo, serían las Juventudes Socialistas Unificadas. El cuarto sería el de Claridad, revista de Araquistain cuyos redactores incendiaban la vida política. Habría un quinto si decidimos contar a los pocos seguidores del marxismo democrático de Besteiro. Prieto, que tiene aquí un monumento, era hombre bastante sensato y moderado pese a que había tenido que exiliarse -decía él- por haberse “jugado la vida con un fusil en la mano” en la revolución de Asturias. Pudo y no supo, creo, evitar la guerra durante los meses de 1936 en que los liberales centristas clamaban por autoridad y respeto a la Constitución de 1931.

    18 ene 2022 / 01:00
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