Universidad e ideología
LA Universidad ha sido siempre fuente de generación de conocimiento, y espacio de debate crítico. Su objetivo ha de ser la formación de individuos especializados en las distintas ramas del saber que, una vez abandonen la institución, puedan aportar algo a la sociedad. La teoría y la práctica, las humanidades y las ciencias, comparten protagonismo, se complementan, y contribuyen a proyectar la excelencia universitaria. En ella conviven profesores y alumnos de las más diversas ideologías y posicionamientos políticos, enriqueciendo así los escenarios de enseñanza-aprendizaje.
La sociedad debe saber que, pese a las críticas que se vierten de forma interesada, la Universidad española ha avanzado y mejorado en muchos aspectos. Lejos queda la imagen de una institución endogámica y manipulada por el poder de unos pocos. Hoy el prestigio de un profesor se fundamenta en el reconocimiento oficial de su trayectoria investigadora, en la calidad de su docencia, e incluso en su aportación a nivel de gestión.
Existen docentes con una ideología más o menos marcada. Y algunos pertenecen a formaciones políticas. Pero todos son conscientes de que, dentro de la Universidad, ya sea a nivel rectoral, decanal o departamental, habrán de convivir con la pluralidad ideológica existente, y con el espíritu crítico que se fomenta. También muchos de nuestros estudiantes optan por organizarse en asociaciones. Algunas están marcadas ideológicamente; pero respetan a compañeros y profesorado con distinta orientación; y su finalidad suele ser reivindicar mejoras y derechos para su colectivo.
Lo arriba descrito es lo que prevalece en España, aunque hay excepciones. Me refiero a los pronunciamientos políticos de universidades públicas catalanas tras el referéndum ilegal del 1-O, que ya fueron reprobados tanto por el Tribunal Supremo, como por el TSJC. Ahora, con motivo de la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), se pretende aprobar en el Senado una enmienda, tramitada por ERC y EH Bildu, que, amparándose en el “análisis y debate de temáticas de especial trascendencia social, cultural, jurídica, económica o política”, aspira a propiciar el “posicionamiento” político de los claustros.
Más de un millar de profesores, conservadores y progresistas, e incluso el presidente de Castilla-La Mancha, han reaccionado; solicitando que se proteja y garantice la pluralidad, neutralidad y libertad ideológica de la institución universitaria. A falta de ver cómo queda redactada, o la suerte que corre la enmienda, avalar posicionamientos políticos constituye un paso atrás en la convivencia y la autonomía universitarias; y supone un retroceso para nuestra gran tarea formativa: el desarrollo de un espíritu crítico que les permita a nuestros egresados defender sus ideas en libertad.