Universidad ¿presencial?

LA primera acepción del adjetivo presencial, según el Diccionario de la Lengua Española, es “Perteneciente o relativo a la presencia”. Y la segunda, “Que implica la presencia de la persona concernida. Clases presenciales o a distancia”. Por otra parte, el concepto, ahora tan utilizado, de enseñanza semipresencial supone una “combinación del aprendizaje con la ayuda de materiales online y del aprendizaje tradicional en un grupo con un tutor. El estudiante trabaja de modo autónomo, pero es apoyado por el grupo y el tutor”.

Lo que ahora puede aportar la Universidad, con la pandemia galopante –llámesele como se le llame y sea cual sea el tipo de oferta que se haga–, o es una enseñanza semipresencial o es online ya que la presencialidad absoluta es una temeridad que ni los profesores ni los alumnos ni el personal de administración y servicios pueden asumir.

Es más, todo parece indicar que si, en esa combinación que denominamos semipresencial, tiene un peso dominante lo presencial la fórmula utilizada, presumiblemente, va a tener un recorrido temporal muy corto. Y, al contrario, si el peso de la formación es mayoritariamente online, para el alumno y para el profesor, el curso académico es viable.

Debe de tenerse en cuenta, además, que las herramientas que se utilizan han quebrado el concepto de distancia. Nunca el alumno ha tenido tantas posibilidades de contar con un trato directo con un profesor como ahora, precisamente por los medios utilizables.

Una cuestión en todo caso a revisar seriamente: la evaluación de resultados; en este sentido la presencialidad es la única forma que asegura, rematado el curso, una nota justa. La Universidad conlleva responsabilidad y el objetivo sigue siendo el mismo: aprender y enseñar.