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Vacaciones en la universidad

    EN cuanto terminan las clases presenciales en la universidad, hay quien deduce que sus docentes están ya de vacaciones. Más aún, hasta los felicitan por ello. Muy probablemente es culpa de la propia comunidad universitaria, porque parece existir la costumbre de permanecer silenciosos, reticentes a compartir trabajos, preocupaciones y desvelos, y trasladarlos a la sociedad.

    Este año he comprobado que mucha gente ni siquiera sabía que ya no hay convocatoria de septiembre en las universidades gallegas, sino que la segunda oportunidad tiene lugar en julio. Tampoco parece haber trascendido que nuestros estudiantes defienden sus trabajos fin de grado y fin de máster (que hemos de dirigir primero y después evaluar) durante los meses de junio, julio y septiembre.

    Además, son muchos los alumnos acostumbrados a dejar esa tarea para última hora, con lo cual los profesores nos pasamos junio y julio corrigiendo trabajos, ejercicios y exámenes. También es en julio cuando se prepararan los programas académicos y guías docentes que han de estar disponibles en las páginas web oficiales de las instituciones.

    Si un profesor tiene, además, responsabilidades de gestión a nivel decanal o departamental, si coordina un título de grado o de máster, o un programa de doctorado, julio y septiembre se convierten en meses con una carga de trabajo realmente abrumadora. Y estas obligaciones han de compatibilizarse con la investigación. Porque, aunque se sigan perpetuando leyendas infundadas, el profesorado universitario investiga y mucho; y quien lo ponga en duda debería consultar los perfiles de los docentes, que además son públicos.

    Todo lo dicho atañe a muchos docentes que tienen menores y dependientes a su cargo; es decir, que han de cumplir puntualmente con esas obligaciones profesionales también durante los meses en los que sus hijos e hijas están de vacaciones, con las dificultades de conciliación que ello supone. Atrás quedaron los tiempos en los que los profesores universitarios disponían de unos días en julio para hacer estancias de investigación en el extranjero, porque con la carga de trabajo actual, solicitar permiso para trasladarse a otro centro a investigar conlleva sobrecargar a unos compañeros ya saturados de obligaciones.

    Todos los trabajos son dignos, y tienen sus ventajas e inconvenientes. Y es verdad que el ser humano tiende a prejuzgar lo que hacen los demás, e incluso a minusvalorar lo ajeno y sobrevalorar lo propio. Pero no es menos cierto que unas profesiones son más conocidas y valoradas que otras. Por ello quizá todos en general, y los servidores públicos en particular, deberíamos dar a conocer lo que aportamos.

    No se cuestiona el valor de la labor realizada por la mayoría de los colectivos profesionales, pero la tarea de los docentes tiende a ser menospreciada, sobre todo la de los profesores universitarios; probablemente, porque no ha sido explicada adecuadamente a la sociedad.

    01 ago 2021 / 01:00
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