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“Vamos a contar mentiras, tralará...”

DESPUÉS de presentar al menos una decena de veces, la primera en octubre del año pasado, el “Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia” -con el agradecido apoyo de Vox para excluir a las autonomías- sin que todavía sepamos muy bien de qué se trata porque una cosa en lo que pone el papel enviado a Bruselas y otra lo que dicen los ministros al día siguiente, Sánchez hizo lo propio esta semana con el plan “España 2050”. ¿Cuántas veces lo presentará en los treinta años de vigencia?

El documento consta de 676 páginas, que no aconsejo leer. No por la extensión, que aun contraria al refrán de que lo bueno, si breve, dos veces bueno, podía ser un tocho de tomo y lomo, sí, pero útil. Y no lo es, en primer lugar porque se trata de un compendio de obviedades, buenas intenciones y algunas ocurrencias cuyo trasfondo recuerda la canción de las excursiones escolares que desde el pasillo del autocar dirigía el profesor: “Vamos a contar mentiras, tralará...”. En esta percepción incrédula coinciden la mayor parte de los analistas económicos, políticos y entidades independientes del país. La presentación incurrió además en el grave defecto de lo inoportuno. Cada cosa a su momento. El país no está hoy para frivolidades propagandísticas. La crisis del Covid sigue causando estragos en la salud y acaba de iniciar su escalada en el económico. De las ayudas europeas, que no son gratis, todavía no recibimos un euro. Todo el gasto va a cuenta del endeudamiento. El desafío independentista catalán vuelve a coger brío. Marruecos aprovecha la debilidad y torpeza del Gobierno para chantajearnos. Y la espantada de Iglesias, al contrario de lo que pudiera parecer, probablemente amplificará el caos interno. El bando de Podemos carece de líder, un don, una cualidad o un bien que no se otorga mediante herencia. Díaz ha de ganárselo.

El fracaso de la presentación del plan es absoluto. No lograron siquiera hacerse notar, como pretendían Sánchez y su cerebro gris, el señor Redondo. Apenas tuvo repercusión. En todo caso, negativa. No puede el presidente del Gobierno en momentos tan críticos para su país abdicar de sus responsabilidades, evadirse de la dura realidad e irse de excursión al país de las maravillas entonando canciones infantiles. Aunque acierte en la letra.

Buses, materia pendiente

A entrada en funcionamento onte da estación intermodal de Santiago pode considerarse un fito histórico: é a primeira de Galicia. Supón, ademais, o comezo dunha nova era nas comunicacións terrestres de toda a comunidade. Nos próximos meses, anos nalgúns casos, haberá novas inauguracións noutras cidades. A estación compostelá abre o novo ciclo en boa medida grazas á colaboración entre institucións, sobre todo entre o concello e a Xunta, unha constante na política da capital de Galicia, salvo nos catro anos do goberno das mareas cuxa xestión foi cualificada con suspenso nas eleccións municipais de hai agora dous anos. Outras importantes obras na cidade tamén responden a ese espírito colaborador no que, xusto é dicilo, a Xunta está a asumir o maior peso e incluso iniciativa. Pero existen importantes materias pendentes na capital galega relacionadas coa mobilidade. Unha delas é na propia estación de ferrocarril, dependente da Administración central, á espera da chegada do AVE e que tantos atrasos acumula. Pero tamén hai outra asignatura pendente, de competencia local. Santiago sofre un servizo de buses urbanos moi deficiente, impropio dunha cidade como esta, que require urxente solución. O alcalde Bugallo ten que poñerse as pilas.

España a la cola COVID

AQUELLOS países más rápidos en vacunar -Israel, Reino Unido, Estados Unidos- son los que cuentan más victorias en esta larga guerra contra la pandemia. Europa inició el proceso de vacunación a trompicones. Una de las principales farmacéuticas incumplió sus compromisos de suministro y la campaña sufrió un enorme retraso en el primer trimestre. Después llegaron noticias alarmantes sobre los efectos de esa vacuna que obligaron a cambiar los planes en determinadas edades. Alemania, Francia y otros países reaccionaron inmediatamente, combinando la de Astrazéneca con las demás. Tienen claro que la prioridad es vacunar. En España no. El Gobieno, con el pretexto de la seguridad, se lió con estudios y consultas hasta ser el último en decidir qué hacer con aquellos menores de 60 años que habían recibido la primera dosis. Como era previsible, tras el ultimátum de las comunidades autónomas, declara que todas son válidas y eficaces, pero lo complica de nuevo exigiendo que unos firmen un consentimiento y otros no. Creo que la decisión más sensata es que se extienda a todos, cualquiera que sea la marca. ¿Cuántas personas se habrían salvado de haber tomado antes esta decisión? Tal vez no haya responsabilidad penal, pero no cabe duda que sí reproche político.

23 may 2021 / 01:00
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