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Vaya usted a saber

    NO acabo de entender la imagen de Alberto Núñez Feijóo que se nos va configurando de un tiempo a esta parte. Quiero decir: si su reiterado encumbramiento ante el congreso del Partido Popular de Galicia, arramplando con la práctica totalidad de los votos de sus conmilitantes –a la búlgara, quizá dijese él mismo, si fuese en la votación de otros–, y, sobre todo, mereciendo el acompañamiento, creo yo que más que simplemente protocolario encumbrador, de las representaciones más sobresalientes del Partido Popular de España –salvo Aznar, por cierto, que tampoco lo entiendo–, si todo eso, digo, se ha producido con tanto relumbrón, ¿por qué en el último congreso del PP en Madrid no ha llegado a cuajar su propia candidatura para presidirlo, no sólo en Galicia, sino sobre España entera?

    Puedo preguntarlo de otra manera: ¿qué es lo que pasó entre ambos congresos, el español y el gallego, para que Alberto Núñez Feijóo pasase en uno de costado y en el otro pudiendo dar toda la cara? No tengo una respuesta. No lo entiendo.

    Pero ya que hoy me va la cosa en interrogativo, sigo: ¿será que los que ahora mandan en el PP de Madrid quieren mostrar que, si Feijóo se queda en Galicia, para Galicia y sólo por Galicia, bien, se le quiere, pero, ah, sí aspira a más, ya no? Me parecería una tontería mayúscula, sobre todo porque el Partido Popular no anda tan sobrado de imágenes y márgenes como para organizar descabezamientos internos.

    A ver: creo que Casado estaría dispuesto a muchas cosas con tal de sacarle provecho a una ocasión de perlas como la que se le ha presentado, quizá con más sorpresa que anticipación, pero no que los que apoyaron a Casado, sean cuales sean sus méritos, que alguno tendrá, sean razonables si lo han hecho al altísimo precio de dejar encamar dentro del Partido Popular irritaciones que, a pesar de su férrea disciplina orgánica, pueden volverse heridas sangrantes, como suele suceder siempre, en los momentos más inoportunos.

    El Partido Popular está a la espera. Vale. ¿Para qué gastar fuerzas en batallas que a nadie importan y a él menos que a nadie? Eso es lo que no entiendo. O también pudiera ser que sí: ¿será que Casado radicaliza su discurso porque necesita formarse su propio referente, personal, quiero decir, que otros varios de sus colegas, entre ellos Alberto Núñez Feijóo, ya lo tienen sobradamente formado? ¿Se le montan relucientes fiestas de cumpleaños a Feijóo, como a los abuelos, para que se sienta querido o para que no moleste?

    Una última pregunta: sabiendo quien es el Feijóo gallego, ¿quién será el español?

    22 jul 2021 / 01:00
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