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Viktoria Mullova: “Concierto para violín nº 2, en Sol m.Op. 63”, de S.Prokoviev, con la “OSG”/ Arturo Reverter & Victoria Stapells: “Renata Tebaldi: el verismo sublime”

    Concierto de la mediática Viktoria Mullova, con la “OSG”, dirigida por Dima Slobodeniouk, en el Palacio de la Ópera de A Coruña- 20´00 h.-, para repetir mañana, presentando en programa el “Concierto nº 2, en Sol m. Op. 63”, de S.Prokoviev, y con una obra de profundo sentido testimonial como es la “Sinfonía nº 2, en Do m. Op. 27 (Asrael)”, de Josep Suk. La violinista, con galardones como el Primer Premio Sibelius (1980) y Medalla de Oro del Concurso Tchaikovski, en Moscú, de dos años después, destaca en su biografía por la rocambolesca fuga, con su colega de entonces V. Jordania, para pedir asilo en Suecia, mientras se hospedaba en el Hotel Kuusamo (Finlandia) en 1983. Tema para tirar del hilo y posibilitar una historia de cuento con promoción garantizada. Allí dejaría un capítulo de su vida, en el que dejará un apreciado violín, que en la actualidad ocupan un “Jules Falk, Stradivarius 1723” y un “Giovanni Battista Guadagnini 1750”. En otros espacios, fue promotora del “Mullova Chamber Ensemble”, que compaginó además de los acostumbrados repertorios del Romanticismo y el Siglo XX, un interés por los historicismos a través de formaciones señeras, desde la “Orchestra of the Age of the Enlightenment”, a “Il Giadinno Armonico” o el “Venice Baroque O.” También recibió reconocimientos por los registros con las partitas de J.S.Bach, con un “Grammy Award”, o un “Diapason d´Or”, con A.Previn y H. Schiff, con obras de Brahms y Beethoven.

    El “Concierto para violín, en Sol m. Op. 63”, de S.Prokofiev, había sido solicitado por el entorno francés del violinista Robert Soetens, quien recibiría el beneficio de su disfrute durante un año y en él usara temas precedentes de sus obras, una obra que refleja su actitud de músico nómada, que traerá motivos como uno del primer movimiento, un recuerdo parisino; otro en el segundo, de Vorónnezh, antes de que la instrumentación se cierre en Bakú, para el estreno en Madrid en 1935, con el mentado Soetens. Dos de los movimientos son relativamente lentos, predominado el estilo de la”cantinela”, con cuidadas melodías que fluyen con naturalidad. Un obra que se distancia del pesando glazunovismo que condicionó a otros del momento, cuidando el sentido de sus ritmos y las disonancias ubicadas estratégicamente en tonificante contraste. El sentido de la percusión, procura manifestarse gracias a la utilización de castañuelas, triángulo, bombo y tambor, que recrean un aroma hispano. Más acentuado en el movimiento final, propiciando una portentosa escala ascendente a cargo de la solista, en un etéreo retorno al tema inicial, en esa obsesión por la búsqueda de un medido equilibrio. El éxito fue inmediato, moviendo al autor a confiar a Miaskovski: “Me parece que este concierto es un éxito...de alguna manera, la música llegó enseguida al público. Pero todavía quiero repensarlo, agregar algunos detalles aquí y allá”.

    El “Allegro moderato” parte de una exposición meditativa de la solista, a la que responden chelos y contrabajos, para que la propia solista muestre un notable virtuosismo. Una delicada “cantinela”, entre sutiles modulaciones, cede a la parte central con su aportación de ideas, desde un detalle del fagot hasta una reexposición de la cuerda grave y una concesión que permitirá a la solista en una coda, la ejecución de acordes que culminan en “pizzicato”, en consideración al “Andante assai”, consecuente, con la entrada de cuerdas, dobladas por el clarinete. Un aluvión desencadenante de ricos melodismos, seña del propio autor y en el que la solista, superpone ritmos binarios y tresillos, con entrada a un pasaje de talante sutil, en el que dialoga con la flauta en registro agudo, en una carrera en la que las armonías se expresan de forma rebuscada. Una especie de “Allegreto”, de aire apacible y animado, otorga a la solista entre las dobles cuerdas, la preparación para la conclusión con la trompa. El “Allegro ben marcato”, marca distancia con ambos movimientos, mostrando al Prokofiev, más agudo e ingenioso, en el que no está ausente el sentido de la burla, remarcando el climax esperado, gracias a las disonancias y los apuntes percusivos. Un contraste, en definitiva, como elemento clave para este concierto.

    Josef Suk y la “Sinfonía nº2, en Do m. (Asrael)”, o la conjura con el espíritu del Ángel de la Muerte, y es que en su trasfondo pesan con amargura las muertes de Antonin Dvorak y la de quien fue compañera del músico Otilka, hija del propio Dvorak, un testimonio que marcó su vida, dejando el monumento sinfónico por excelencia, que no podrá faltar en los acostumbrados programas de Slobodeniouk. Prestos para más de una hora sin posible reposo, con tres primeros tiempos esbozados mientras la presencia de quien fuera preceptor y amigo y otros dos añadidos tras la muerte de su compañera. “Asrael”, permanecerá como fatídico destino, y bastará con seguir golpe a golpe cada uno de sus tiempos desde el “Andante sostenuto”, con un tema que se va construyendo meditativamente hasta alcanzar un climax casi patético, un manifiesto por la obsesión de la supervivencia, bien marcado por un a modo de hilo conductor que impregnará la obra en su conjunto, condicionado en un momento, por un pasaje “più pesante e mesto”. Tema del destino y la muerte, prendido de un elemento cromático, en el que podrá percibirse en la cercanía el “Requiem”, de Dvorak. El “Andante”, algo muestra de rondó dentro de un cargante estatismo con un obsesivo pedal “ostinato”, enmarcado por flauta y trompeta al unísono y lamentos de cuerda en “divisi”. Quizás habremos de acercarnos al sinfonismo mahleriano en ciertos tiempos de tintes lúgubres. Un tercer tiempo “Vivace”, para mayor agonía, es una danza en la que intercambian los pesantes destinos agoreros, esos fantasmas de inevitable persistencia.

    Tres movimientos que condicionarán la escritura de los dos siguientes, en memoria de Otilka, casi como un desahogo insalvable, de nuevo un “Adagio”, fiel retrato de su amada, completado a comienzos de 1906, y un “Adagio e mesto”, que llegará meses después que culminando esta obsesión sinfónica que en definitiva, se consuma en un luminoso Do M. de despedida. Siempre la presencia de sus amados, en una obra que no renuncia a remitir a los modos impresionistas o expresionistas que demandan necesario protagonismo. Valga también, ese tema en el que recurre a una obra escénica, “Radusz y Madulena”, de la que salió una suite- un cuento de hadas- que curiosamente había conocido entre visillos una joven Otilka. Para completar la orquestación de este monumento pasional, no dudó en recurrir a Václav Talich, quien en 1919, le ayudará en la revisión, añadiendo detalles optativos para las trompa. La presentación de la obra a comienzos de 1922, con la Filarmónica Checa, tendría entre los miembros de la orquesta, a un joven discípulo suyo, Bohuslav Martinu.

    Invitación para la charla que ofrecen Arturo Reverter y Victoria Stapells, en el Restaurante Singulario- 20´00 h.-, centrada en la figura de RenataTebaldi, con motivo de su centenario, después de su colaboración con Amigos de la Ópera de Santiago, con motivo del “Homenaxe a Pauline Viardot, del que fueron protagonistas la soprano Ana Nebot y la mezzo Marina Rodríguez-Cusí, dentro del “Ciclo de Lied”, otro centenario que cubrió actividades conmemorativas a lo largo de toda la temporada, con una selección de mélodies que marcaron toda una época. Arturo y Victoria, participan activamente en las actividades de Amigos de la Ópera, como es el caso del concurso de canto “Compostela Lírica”, en la que el especialista por excelencia en la voz, ejerce como presidente, una absoluta garantía como comprobamos a lo largo de las convocatorias seguidas, en cuanto a la relación del número de aspirantes y los consiguientes resultados artísticos. Son autores de la publicación a través de “Tirant humanidades”, de la estimulante monografía “Beethoven: un retrato vienés”. Cada charla, compartida con los asistentes, resulta, como bien es sabido, un auténtico estímulo para el intercambio de impresiones, y en esta ocasión, por la particularidad del espacio elegido, no perderá aliciente.

    La Tebaldi, todo un pleno de debate que nunca perdió vigencia, y que en esta oportunidad, quedará realzada por la inclusión de registros sonoros de momentos sonados y sublimes. El pulso entre La Callas y La Tebadi, carnaza para llenar páginas de prensa amarilla, alimentando los más absurdos debates, emponzoñado el mundo de la lírica. Los ponentes contribuirán con sus profundos conocimientos, a dinamizar una tarde que se presenta animada. Aquella fomentada rivalidad, negada por ambas, y ajena a la realidad más íntima, ya que, efectivamente, no cultivaban los mismos repertorios, siendo La Callas, una sobresaliente “Norma” o una Amelia” de “Un ballo in maschera”, y La Tebaldi, una inmensa “Desdemona”, una “Minie”, de “La fanciulla del West”. El feliz encuentro entre ambas divas, por poner una fecha, podría ser gracias a una cita neoyorquina, en 1969, tras una representación de La Tebaldi en “Adriana Lecouvreur”. Cada una de ellas, resultaba una gema preciosa del arte, sin concesiones a los aspectos frívolos, tan del gusto de los ajenos al mundo del arte con mayúsculas. En todo caso, la palabra final, se confía a las razones que propondrán Arturo y Victoria.

    20 may 2022 / 01:00
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