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|| cousas do demo ||

¡¡Viva la gripe!! Y que se mueran para siempre el coronavirus y la hostelería

Son difíciles de entender algunas medidas adoptadas por el comité clínico con respecto a una hostelería que más parece un juguete en sus manos que un sector con gran peso en la economía. Ahora cierras, ahora abres con la mitad de clientes, ahora cierras, ahora abres solo la terraza, ahora puedes abrir con el comedor al 30%, ahora abres hasta las once, ahora hasta las seis... ¿Esto es serio?

Y después anuncian a bombo y platillo un apoyo económico con trampa. Las cifras que ofrecen son incompletas. Dice el presidente gallego que ingresó el 80% de las ayudas. ¿Y cuántas se denegaron? Porque hay ‘pequeños detalles’ que son ilógicos. Aparte del barullo burocrático para solicitarlas, si por ejemplo un empresario solicita un aplazamiento del pago a la Seguridad Social ya no tiene derecho a dichas ayudas porque no está al día en los pagos al Estado. ¿Es un cachondeo? Será en este momento cuando necesita un ingreso para poder saldar su deuda.

Y qué decir del Gobierno central. La cantidad destinada a los créditos ICO fue insuficiente y no se puede considerar como ayuda ya que el dinero hay que devolverlo. Y no hablemos de los ERTE que se pagan tarde, mal y arrastro. La única aportación hecha a la hostelería desde Madrid fue la subida del IVA a los refrescos porque los autónomos, en este caso hosteleros, siguen siendo las últimas monas.

Y hablando de préstamos, los bancos demuestran una vez más su falta de empatía con quien sufre. Están para ganar. Es el único afán que los mueve. Dinero, dinero, dinero, dinero... no ven otra cosa. Ahora mismo los créditos solicitados por los empresarios de hostelería tienen muy pocas posibilidades de ser aprobados porque consideran que es un sector en riesgo. Ya lo hicieron antes con otros sectores. La lástima es que no recibieran la misma sensibilidad que ellos muestran cuando llegó la hora de rescatar a la banca. Porque la realidad es que no ayudan nada.

Si tuviéramos unos políticos que empatizaran con los vecinos, las cuotas a la Seguridad Social se verían minoradas en la medida en que se reduce el negocio. Si un bar solo puede trabajar al cincuenta por ciento de su capacidad debería pagar la mitad. O incluso se permitiría aplazar su pago. No es de recibo que con muchos menos ingresos tengas los mismos gastos. Y casi todos esos pagos ocasionados por impuestos y recibos.

Luz, agua, recogida de basuras, teléfono o incluso plataformas televisivas cobran sin perdón y al día sus recibos, bajo amenaza de corte del suministro. Y Hacienda. Y la Seguridad Social. Y el Ayuntamiento. ¿Y a ningún político se le ocurrió hablar con las compañías para ayudar de verdad o detener, pero de verdad, esa sangría de cobros de impuestos?

EN NÚMEROS ROJOS. Los hosteleros no tienen un duro. ¿Es tan difícil de entender? Desde marzo, hace ya diez meses, o están cerrados o trabajan muy por debajo de su capacidad. Porque desde los distintos gobiernos se encargaron de demonizarlos para que parezca que los contagios se producen en los bares.

Los hosteleros están solos. Más solos que nunca. Los políticos le dieron la espalda, los bancos no quieren saber nada de ellos y hasta los clientes renuncian a acudir a los locales.

Y todo por buscar las soluciones al contagio con el cierre de unos locales que parecen reunir todos los males para que sus clientes se ganen un viaje al cementerio.

Es falso. No son el núcleo del mal. Pero ya sabemos que lo de las noticias falsas se le da muy bien al Gobierno. También se difundió que el papel contagiaba y muchos se lo creyeron y prescindieron del periódico pese a que después hubo varios desmentidos oficiales.

Ellos son así. Y tienen detrás a sus hoolligans. Porque hace tiempo que los partidos políticos, sean del color que sean, parecen equipos de fútbol. Digan lo que digan, así sean barbaridades, hagan lo que hagan, así sean auténticas tropelías, sus simpatizantes los van a aplaudir y sus contrarios a criticar. Y mientras los hooligans aplauden o silban según les vaya la feria, los hosteleros lloran.

Los políticos cobran el día 1 de mes. Por cierto un sueldo que incluso se subieron este año, al contrario que los salarios de muchas empresas que se vieron mermados. Y es que ellos van a su ritmo. Ya son como los caballos que llevan esos artilugios en los ojos y no ven más allá del frente. ¿O eran los burros?

TERRAZAS CON FRÍO. El caso es que con este último golpe son muchos los que ya no volverán a abrir. Es una pena que antes no inviten a los miembros del comité clínico a comer en su terraza prohibiéndoles levantarse sin terminar antes los entremeses, el primer plato, el segundo plato, el postre y un café con hielo para llamar después a la ambulancia para que los atienda por hipotermia.

Todos sabemos que el invierno en Galicia o trae frío o lluvia. ¿A qué viene dejar abrir solo las terrazas? Será que quieren detener el coronavirus y darle paso a la gripe. Y para demostrar que van en serio con estas intenciones abren las ventanas de los colegios para que los niños, pese a asistir a clase abrigados como nunca, sufran faringitis, otitis o neumonías.

Si lo que desean de verdad es acabar con el sector, que lo digan porque lo que están haciendo es más típico de otros regímenes que aplicaban la tortura antes de la muerte. Tal cual están haciendo con la hostelería y con todo lo que la rodea. Muchos distribuidores ya no sirven mercancía si no se le paga en mano y también está tocada la economía de carniceros, fruteros, pescaderos, panaderos, bodegueros... Porque la hostelería es algo más que los bares. Y sus males afectan después al consumo en los comercios. Es una gran cadena.

No me gusta para nada la actitud con el sector de unos políticos que son muy hábiles para sacarse de la manga rescates a los bancos o millonarias ayudas a empresas multinacionales que después acaban marchando y sembrando paro allá por donde pasan, pero que no son capaces de ayudar a los suyos, a sus vecinos de siempre, aplicando ayudas que sean lógicas y mitiguen el problema.

Piden sentidiño pero no aplican el sentido común. La Xunta –hay que reconocer que es la que mejor se porta aunque sea insuficiente–, cuenta con tres líneas de ayudas, una para hosteleros, otra para microempresas y otra para autónomos. Sumando las tres, se repartieron en Santiago 1,6 millones de euros entre 556 establecimientos hosteleros, lo que significa una media de 2.877,70 euros. ¿De verdad se creen que después de diez meses de pandemia los problemas de un restaurante se solucionan con tres mil euros? ¿En qué mundo viven? Y lo peor es que están orgullosos de esas ayudas y hasta convencidos de que están haciendo lo correcto para salvar el sector.

Se necesita un plan mucho más profundo, acompañado por una inyección económica importante y, sobre todo, tremendamente ágil. Y tienen ejemplos bien cerca. Pueden mirar en muchos países europeos, porque somos los últimos. Y al igual que con el coronavirus, cada día perdido significa la muerte de algún local.

Pero tampoco me gustan algunos hosteleros que politizan las protestas y se hacen oír con proclamas más típicas de manifestaciones estudiantiles de otras épocas y con algarabías que solo molestan a vecinos inocentes de sus males. Se precisan propuestas contundentes que afronten un problema serio. Lo que hacen algunos es jugar a ser politiquillo de tres al cuarto. Eso que lo hagan en su comunidad de vecinos porque aquí, y ahora, no toca.

¿quién vigila la uci
de los bares?

··· Presumen de que la ocupación hospitalaria en planta y en la UCI en Galicia ofrece las mejores cifras de España. Es solo media verdad. Toda la hostelería está hospitalizada, un buen puñado de empresarios ya llegaron a la UCI con respiración asistida y son muchos los que apuntan al tanatorio si no ocupan ya un túmulo mortuorio. Pero los políticos comen caliente, y no en una terraza, su agua de la ducha humea, ponen la calefacción en sus casas para ver una serie en alguna plataforma sin problemas con ninguna de las facturas y cobran puntualmente. Y cuando están en su casa se olvidan de los problemas de los demás. Al contrario, muchos camareros o cocineros no tienen casi para comer porque hasta le regatean el pago del ERTE, sus jefes no ponen la calefacción porque no tienen un duro. Y todos ellos cuando están en casa se acuerdan de lo bien que viven los políticos gracias a sus impuestos. Esos impuestos que les cobran aunque con sus hechos le resten clientes o incluso les impidan trabajar.

17 ene 2021 / 10:29
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