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Volver al acuerdo nuclear

    LA cuestión es quién da el primer paso, cuál de las partes debe mover ficha con antelación, o si las iniciativas deben ser simultáneas para reforzar la confianza. Cuando se reanuda un proceso diplomático priman las posiciones maximalistas, los movimientos tácticos antes de que se pueda hablar de un nuevo acuerdo, o en este caso de la vuelta al acuerdo previo a que una de las partes lo denunciara unilateralmente.

    Eso fue lo que hizo el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuando retiró a su país del acuerdo con Irán respecto al enriquecimiento de uranio iniciado por el régimen de los ayatolás, encaminado a la consecución del arma nuclear, y lo acompañó de una serie de sanciones económicas que han causado un destrozo económico al país centroasiático.

    La decisión unilateral de Trump fue respondida por el resto de los países firmantes del acuerdo –Francia, Alemania y Gran Bretaña–, tratando de mantener abiertos los contactos con Teherán y que recientemente han vuelto a pedir que se recupere el pacto cuanto antes.

    La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca ha abierto una nueva vía hacia la restauración del acuerdo, pero mientras que la nueva Administración espera un movimiento de Irán, el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, espera decisiones concretas de Estados Unidos antes de dar una vuelta de tuerca a su programa, que prevé prohibir las visitas sorpresas de enviados de la ONU a las instalaciones científicas susceptibles de participar en el programa nuclear, y continuar con el enriquecimiento de uranio al 20 % que no tiene utilidades civiles. La demanda iraní es que EE. UU. levante las sanciones económicas que tiene bloqueados el 90 % de los fondos iraníes en bancos extranjeros.

    En principio, los responsables de la diplomacia de los países europeos concernidos y del alto representante para la Política Exterior de la UE instan a que las autoridades de Teherán permitan el regreso de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), mientras que Estados Unidos pide que Irán cumpla sin dilación todas las partes del acuerdo firmado en 2015, alcanzado tras arduas negociaciones.

    El caso iraní no solo es una necesidad para llevar tranquilidad a la región, sino una oportunidad para que Estados Unidos demuestre que, en efecto, ha abandonado el unilateralismo y está dispuesto a trabajar de común acuerdo con los principales países de la Unión Europea.

    Lo que el abandono del acuerdo nuclear con Irán por parte de Donald Trump ha demostrado es que ese tipo de gestos, lejos de resolver los problemas por la errónea creencia de que el país que se siente atacado aceptará sin rechistar las sanciones, no hace sino exacerbar las reacciones nacionalistas, aunque la población resulte afectada, y se incrementa la tensión que puede derivar en un conflicto de consecuencias desconocidas a la menor oportunidad.

    06 abr 2021 / 01:00
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