Ya en el otoño

ATRÁS queda el verano de 2021. No ha sido uno más porque los efectos de una brutal pandemia han estado ahí, entre nosotros, haciendo que la vida fuese distinta. El presumible descanso que esa estación encierra y la fiesta que, en Galicia, itinera de lugar en lugar se han visto modelados por unas circunstancias poco propicias para la relación humana y, por lo tanto, para las actividades colectivas.

Pues bien, ahora que un nuevo curso académico está iniciando su singladura, en estos tiempos ya otoñales, una parte de nuestra sociedad –sobre todo la más joven– parece querer recuperar el tiempo perdido reuniéndose de una forma poco prudente porque, a pesar de una vacunación prácticamente masiva –al menos en lo que a Galicia se refiere–, este mal, que se sucede en olas, se mantiene entre nosotros, con una capacidad de mutación que lo hace especialmente amenazante y grave.

Es evidente, no podemos mirar hacia otro lado. No debemos comportarnos como si nada hubiese pasado, o si lo que ha sucedido ya no va a volver a repetirse. Todo parece indicar que ese término de normalidad, al que, ahora, se le ponen adjetivos, tardará en llegar y que, cuando se pueda reconocer como tal, muchas cosas serán ya distintas.

Lo que se ha experimentado no es una cuestión menor. Han sido muchos los que se han quedado en el camino y se cuentan por millares las familias afectadas, en mayor o menor grado. Por eso no debemos de bajar la guardia, ni a nivel individual ni en lo colectivo; la prudencia ha de ser una actitud generalizada que no cabe minorar.

Vivamos este otoño, también singular, con la debida pausa, gozando, en lo posible y de forma madura, de cada día, a la espera de que, entre todos, seamos capaces de convertir esta difícil coyuntura en un recuerdo.