Yo no fui, que fue Madrid
SI resulta que una parte principal de la gestión de las autonomías consiste en reclamar decisiones y medios al Gobierno central, es que la descentralización del Estado español o no está acabada o no está bien hecha.
Véase lo que puede ser un claro ejemplo en lo que sabemos que hace la Xunta de Galicia en materia de infraestructuras, que consiste fundamentalmente en reclamar al Gobierno que acabe pronto las obras del AVE, el trato de la concesión de la A-9 o el arreglo de lo que venga detrás de la recuperación de las Torres de Meirás.
En lo demás de su tarea, cuando no está claro que pueda ser una reclamación de ese tipo, se esfuerza más que en mostrar su propia gestión en demostrar que es más eficiente de lo que podría haber sido en caso de ser competencia de aquel mismo Gobierno.
Reclamando o comparando, la Xunta de Galicia desvirtúa sus competencias, e incluso diría que invade las de otros: el control de la gestión del Gobierno central parece que debería ser más cosa del Grupo Parlamentario Popular del Congreso y del Senado que de ella.
En cualquier caso, si los gobiernos autonómicos no van a pasar de ser como aquellos conseguidores políticos del siglo XIX, que vivían de los favores que alcanzaban a conseguir de los gobiernos de turno, como valedores de sus influencias entre el pueblo, no habría valido la pena la modernización institucional que representa el Estado de las Autonomías.
Autonomía debe querer decir, principalmente, asunción de competencias, es decir: autogobierno. Valerte por ti mismo, sin pasarse la vida reclamando, pidiendo o mendigando. Para esto no hace falta autogobierno.
Puedo aceptar que a este debate se le añada la consideración de que si se quiere que los gobiernos autonómicos puedan tener una gestión más propia y menos dependiente deberían tener más competencias, entre ellas las fiscales. Estoy de acuerdo en que se avance hacía un Estado más federal que sólo descentralizado. Pero para esto no hay que ir hacia atrás (a los conseguidores) sino hacia adelante (a los autogobiernos).
De esa cuestión, sin embargo, no se habla mucho, especialmente el PP, que gobierna en Galicia, seguramente porque en esa dirección deberían asumirse además de competencias más amplias responsabilidades más claras. Y en esta política que se está haciendo parece que resulta mucho más fructífero tener a mano a alguien a quien culpar de lo divino y de lo humano. Un eso: ¡yo no fui, que fue Madrid! Así, sin embargo, Galicia se vea más pequeñita. Y esto nuestro, más que gobierno, parece un goberniño.