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EDITORIAL

Lo bueno que nos enseña el PNV

    QUIZÁS LA MEJOR NOTICIA de la semana en la que se estrenó el primer Gobierno de coalición desde la Segunda República, en un escenario de algunas esperanzas y demasiadas incertidumbres, sea la confirmación de que el PNV se mantiene como firme pilar del necesario equilibrio de las instituciones. Debería iluminar la actividad política, y ayudar a desactivar la bomba del desafío secesionista catalán, que el gran partido nacionalista del País Vasco ponga los intereses generales de España por delante de su propia hoja de ruta hacia la independencia. Lo que le leímos ayer en El País a Aitor Esteban, portavoz del Grupo Nacionalista Vasco en el Congreso, merece figurar en todos los manuales de buenas prácticas. Pide él que se empiece a hacer política, frente a la crispación rancia que se quiere adueñar de la vida parlamentaria, y predica con el ejemplo cuando adelanta la predisposición del PNV a acordar los Presupuestos Generales del Estado, cuya aprobación le garantizaría al Ejecutivo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias prácticamente media legislatura. Que llegue más allá sería un pequeño milagro, por mucho que la política sea capaz de hacer extraños compañeros de cama, como bien descubrió el inquilino de La Moncloa, curado de su insomnio podemita por obra y gracia de las urnas. Defiende algo tan sensato Aitor Esteban como la bendita estabilidad -"¿qué sentido tiene un voto en la investidura para luego dejar colgado al Gobierno a las primeras de cambio?", reflexiona- para que esto deje de ser la batalla de Midway, con sus torpedos de destrucción masiva entre un Gobierno a lomos del progresismo radical y una oposición tentada de echarse al monte. Pero quizás donde más brilla el sentido de Estado del PNV es en su postura sobre el modelo territorial, cuya crisis es palmaria. Ya en octubre pasado dio portazo, sin complejos, a la Declaración de Llotja de Mar, en la que una decena de partidos nacionalistas catalanes, vascos y gallegos reclaman el derecho de autodeterminación de los pueblos. "No estuvimos porque entendemos que el momento exige hacer propuestas en positivo", explica ahora Aitor Esteban, quien va más allá en su ejemplar lección de sentidiño cuando constata que, hoy por hoy, la compleja sociedad española no está preparada para un referéndum de autodeterminación que descosería las costuras de la España de las Autonomías. Sabemos que a Puigdemont y Torra les suena a chino, pero ¿lo entenderá Esquerra?

    16 ene 2020 / 22:47
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