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La demografía, reto de país

    NADA CAMBIA en el desierto demográfico que amenaza, incluso, la recuperación de la economía gallega. Los últimos datos del INE confirman la sangría: hemos perdido otros 17.289 habitantes en solo doce meses y, a este ritmo, bajaremos de los 2,7 millones en apenas un par de años. La fotografía estadística nos muestra un país que está en el top cinco de las autonomías con mayor pérdida de población, que reduce habitantes en las cuatro provincias, que tiene casi cien mil mujeres más que hombres, en el que solo tres ciudades –Vigo, A Coruña y Ourense– superan los cien mil censados y con dos tercios de sus 314 concellos por debajo de los diez mil vecinos. Es una foto que debería preocuparnos a todos, a la Xunta, al Parlamento, a los agentes sociales y a la ciudadanía. Lo que toca hacer con urgencia, en cuanto las urnas de mayo decidan el nuevo mapa local, es abrir el debate de la fusión de concellos, por un lado, y convertir el arreglo del crac demográfico en un reto de país. Nos parece evidente que el parche del plan de dinamización aprobado por el Gobierno de Feijóo, en 2012, ha quedado superado por la magnitud del problema. Vivimos en una comunidad claramente por debajo de los tres millones de almas, con una densidad de población de entre 92 y 95 por kilómetro cuadrado –no es para botar foguetes, precisamente– y, ¡ay!, con profundos y peligrosos desequilibrios entre el litoral y el interior. Son, creemos, argumentos con el peso suficiente para que instituciones y sociedad abordemos de una vez el desplome demográfico con la seriedad, profundidad y unidad que el sentido común aconseja. Estamos entre los territorios más envejecidos de la Unión Europea, con una edad media que llega al techo de los 45 años, y tenemos que poner remedio a una situación que, lo hemos alertado aquí por activa y por pasiva, desboca nuestro gasto social, sanitario y de pensiones, además de complicar la generación de ingresos, por la caída imparable de la tasa de población activa. En este escenario, nos parece un acierto la presión del presidente de la Xunta –¿por qué no de todo el Parlamento?– para que Bruselas conceda a la demografía mayor peso en las políticas de cohesión. También el Gobierno español debería dar pasos en esta línea. Y sin demora.

    21 abr 2015 / 22:23
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