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EDITORIAL

Ence y los falsos profetas

    SE CIERNEN NEGROS NUBARRONES sobre el tejido productivo de Galicia. A las muertes anunciadas de Meirama en Cerceda y de Alcoa en A Coruña -ya amenaza la multinacional estadounidense con cerrar también su planta de San Cibrao-, se une la incertidumbre sobre el futuro del complejo de Ence en Lourizán, tras la ligereza del Gobierno de Pedro Sánchez al allanarse en los recursos judiciales presentados por Defensa da Ría y Greenpeace, y no defender la prórroga de sesenta años firmada in extremis por el último Ejecutivo de Mariano Rajoy. Que estos reveses resquebrajan los pilares de la economía gallega lo confirman las advertencias del presidente de la Xunta sobre falsos profetas y decisiones irresponsables, por un lado; y el frenazo de la compañía pastera a sus planes, con la congelación de inversiones millonarias en su factoría pontevedresa en tanto no se sustancie una batalla legal de largo recorrido, por el otro. Se mire por donde se mire, colocar a Ence en un limbo es la segunda peor noticia -la primera sería el cierre- para cinco mil trabajadores y ochenta mil familias. Tiene razón Feijóo, a mayores, cuando critica que a nadie desde La Moncloa se le ocurriese consultar con San Caetano, ni directa ni indirectamente, el sorprendente y peligroso allanamiento. La tiene el inquilino de Monte Pío aunque solo sea porque Galicia es la principal potencia maderera de España y no se merece que el Gobierno central ponga en riesgo, con irresponsabilidad manifiesta, la viabilidad de un grupo forestal líder, motor del 50 % de la actividad del sector en nuestra comunidad. El pasado otoño, en un bronco debate, todos los grupos parlamentarios se retrataron en el hemiciclo de O Hórreo, con En Marea y el BNG radicalmente beligerantes contra la continuidad de Ence en Lourizán. Entendemos los argumentos de defensa del medioambiente que esgrimen rupturistas y nacionalistas, pero creemos que en pleno siglo XXI es perfectamente posible congraciar las políticas ecologistas con el mantenimiento del complejo y de sus miles de empleos. Más aún, la compañía que preside José Luis Arregui está firmemente comprometida con la sostenibilidad, desde el respeto escrupuloso a las directivas de la Unión Europea. En este escenario, la tocata y fuga del Consejo de Ministros es, más que una broma de mal gusto, otro desprecio a Galicia y un misil que se dirige al corazón de su economía. Si Sánchez se atrinchera y no lo desactiva, la Xunta y los gallegos le pasarán factura más pronto que tarde.

    19 mar 2019 / 22:28
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