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EDITORIAL

Medicina: transfusión de vida

    SE CONFIRMA lo que barruntábamos en octubre pasado y sobre lo que editorializamos: la nueva Facultade de Medicina de la USC es un proyecto incierto, una utopía más que un sueño posible. Hace ahora tres meses, el rector Antonio L­­ó-pez advertía en una entrevista en EL CORREO de que las obras no podían ser inmediatas, de que faltaban años para comenzarlas y de que la viabilidad de la nueva facultad estaba indisolublemente ligada a la ampliación del Clínico y a la reordenación del Gil Casares. Lo que hacía el rector era abrir un nuevo escenario en el que las decisiones se tomen desde el sentidiño y tejiendo consensos lo más amplios y sólidos posible. Coincidió esta nueva hoja de ruta para rescatar de su evidente parálisis al Campus da Saúde, sin atarlo a la construcción de una nueva sede para Medicina, con la sensata petición del decano Julián Álvarez de "una transfusión de vida" para la facultad, un gran e histórico centro que "tiene más problemas que hace treinta años" y que no puede esperar a un hipotético traslado. Vuelve a decirlo hoy el doctor Álvarez en la información que abre la sección de Santiago: "No es que la Facultade de Medicina no aguante como está quince años más, es que no lo hará ni cuatro". Las advertencias de López se quedaron cortas, a la luz de lo que estamos conociendo esta semana. Xavier Ferreira, gerente de la USC, desveló que la nueva facultad costaría sesenta millones de euros, nada menos que el doble de lo previsto, y no estaría terminada hasta dentro de quince años. Y es que lo que el actual equipo rectoral se encontró en los cajones es un proyecto básico -"muy bonito, pero nada más"-, sin presupuesto ni plazos de ejecución. A mayores, el informe encargado a la Oficina de Infraestruturas desnuda su principal flaqueza: la USC no dispone de recursos, ni de lejos, y a la Xunta no le hace precisamente ilusión abrir el peligroso melón de los agravios comparativos entre universidades, por mucho que Medicina merezca ser tratada como un asunto de país que trasciende a San Xerome y a Compostela. ¿Significa esto que hay que cruzarse de brazos y renunciar al Campus da Saúde? Para nada. De lo que se trata ahora es de reorientar los recursos, de inyectar en la sede actual de Medicina esa transfusión de vida que reclama el decano para blindar las muchas fortalezas de la facultad con una inversión asumible y que asiente su protagonismo, su rol de motor. Esa es la solución del sentidiño, frente a proyectos lamentablemente inasumibles en la coyuntura actual. Esa debe ser la apuesta de la USC si quiere ser espejo de la sociedad y tener capacidad para responder a sus retos, para atender sus necesidades y para caminar a su paso. Lo otro, hoy, es tirar el dinero a la basura.

    22 ene 2019 / 23:01
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