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EDITORIAL

Prisas, las justas, si es por seguridad

    LAMENTABLEMENTE, los gallegos hemos hecho callo ante los continuos y acumulados retrasos en la conexión con la Meseta del tren de alta velocidad. Sí, porque han pasado más de dos décadas desde que el Gestor de Infraestructuras Ferroviarias -lo que ha pasado a ser hoy Adif- puso el germen de una infraestructura que para el Noroeste peninsular es de vital importancia. Felizmente, las obras están llegando a la recta final y ¡por fin! empezamos a soñar con cierta dosis de realismo sobre lo que supondrá viajar en AVE entre Galicia y Madrid. Tras la moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy, el actual ministro (en funciones) de Fomento, José Luis Ábalos, se comprometió a respetar los plazos del enlace con la Meseta marcados por el anterior Ejecutivo. Y así, las obras del tramo gallego finalizarían en 2019 y los billetes podrían empezar a venderse en 2020. Pero también es cierto que el ministro advirtió desde su minuto uno en el cargo que por encima de todo primaría la seguridad de las obras. Y es ahí donde parece estar ahora el quid de la cuestión. En el trazado entre Antequera y Granada, la referencia más próxima en el tiempo, las pruebas de homologación necesitaron dieciocho meses. Así que no es caer en el pesimismo ni en el victimismo aventurar que, si todo va bien, las obras correspondientes a nuestra comunidad podrían finalizar en la primavera del próximo año, lo que supondría que la puesta en marcha se podría retrasar hasta 2021, fecha clave en Galicia porque es ese año cuando se celebrará el Xacobeo que la Xunta prevé como el más brillante de nuestra historia. El Administrador de Infraestructuras Ferroviarias -al frente del cual está la gallega Isabel Pardo de Vera- quiere abrir todas las líneas con el sistema de seguridad ERTMS, y eso lleva más tiempo. El trágico accidente en la curva de A Grandeira, en el que fallecieron 80 personas y 144 resultaron heridas, está todavía muy reciente. El pasado 24 de julio se cumplieron seis años desde que ocurrió y el terrible dolor que causó, que aún sigue intacto, nos ayuda ahora a comprender mejor que las prisas en el remate de la alta velocidad gallega han de ser las justas si es por seguridad. ¿Qué son, además, unos meses sobre un proyecto que acumula veinte años de vida? El callo nos dolerá si nos pisan con nuevas demoras, pero lo soportaremos con resignación infinita. Ahora bien, la paciencia de los gallegos tiene también un límite. Y 2021 luce en rojo muy rojo en el calendario de nuestras expectativas.

    18 ago 2019 / 22:49
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