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EDITORIAL

Lejos del consenso que necesita España

    ¿Avanzamos hacia unos nuevos Pactos de La Moncloa? El corazón nos dice que sería lo deseable, pero la cabeza nos dicta que entre los deseos y la realidad se interpone más de una vez y más de dos un abismo insondable. Estamos de acuerdo, sí, en que el letal desafío del coronavirus exige una respuesta solidaria no solo en Europa, sino también en España: o salimos de esta crisis desde el territorio de la unidad o las guerras partidistas y cainitas nos condenarán a otra durísima travesía del desierto, en lo económico y en lo social. Así de simple, así de crudo. Pedro Sánchez comienza a dar señales de que ha entendido que su gestión hermética y sus decisiones unilaterales no son el camino correcto para superar la pandemia. Por eso, en la videoconferencia dominical con los presidentes autonómicos, avanzó un paso más en su oferta de resucitar el espíritu de los Pactos de La Moncloa. Ocurre, sin embargo, que la España de hoy no se parece en nada a la de hace 43 años, aunque solo sea porque entonces los líderes políticos y los agentes sociales tuvieron la humildad de reconocer que ninguno de ellos en solitario tenía la solución para enderezar un cuadro clínico explosivo, con la economía muy debilitada, el paro en escalada imparable, la inflación rompiendo por momentos el techo del 30 % y los tipos de interés para créditos personales por encima del 20 %. Enrique Fuentes Quintana, prestigioso vicepresidente económico del Gobierno de Adolfo Suárez, resumió la gravedad de la situación: “O los demócratas acaban con la crisis económica o la crisis acaba con la democracia”. Todos entendieron el mensaje, todos cerraron filas y España pudo encarar el camino de la modernización, entró en la Unión Europea y disfruto uno de los periodos de prosperidad más largos de su historia. Nada que ver con el momento actual, confuso y ruidoso. Por ahora, los nuevos Pactos de La Moncloa poco más son que un globo sonda lanzado por el Gobierno y del que, hasta ayer, ni partidos ni empresas ni sindicatos tenían noticia directa. Sabemos de las reticencias de Vox -Santiago Abascal ni siquiera se le pone al teléfono al presidente- y de los nacionalistas catalanes, por no decir de su rechazo palmario. Sabemos de la tibieza de Unidas Podemos, con Pablo Iglesias perdido en laberintos dialécticos, en un blablablá poco menos que ininteligible. Y sabemos que Pablo Casado los rechaza de plano -“son un señuelo”- y dice, en la línea de Aznar, que lo que Sánchez busca es “un cambio de régimen encubierto”, nada menos. En resumen, no parece el mejor clima para tejer esos consensos que necesita España.

    06 abr 2020 / 22:04
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