Yolanda Díaz se 'infecta' con coronavirus
PODEMOS ENTENDER las fricciones entre socios en un Gobierno de coalición, y más si uno de ellos llegó a tener pesadillas pensando en el otro; son inevitables trapos sucios que se lavan en la intimidad y que no deberían tener recorrido más allá del morbo mediático. Lo que traspasa las fronteras de la anécdota, lo que preocupa, es que un ministro rompa la unidad de acción y se lance a la guerra contra el coronavirus por su cuenta y riesgo. Es lo que acaba de hacer la ferrolana Yolanda Díaz, hasta ahora una de las estrellas del Ejecutivo, con la publicación de una controvertida guía laboral que ha generado alarma e indisimulado malestar, en lugar de tranquilizar este ambiente tóxico de histeria social, justamente el daño colateral más peligroso del covid-19. Lo que ha hecho la ministra de Trabajo es poner un palo en las ruedas de la política informativa y de contención -coherente, transparente y excelente, digámoslo- liderada por el Ministerio de Sanidad, con un portavoz, Fernando Simón, convertido en uno más de la familia para millones de españoles con sus mensajes claros y, esos sí, tranquilizadores. Todo lo contrario de la señora Díaz, en fin, cuyas recomendaciones de actuación en el ámbito laboral han conseguido lo contrario de lo que ella pretendía: sus consejos para "paralizar la actividad laboral" en empresas con "riesgo grave e inminente" de contagio no solamente han generado alarma y confusión, también han molestado a patronal y sindicatos, y han obligado al Gobierno a salir a la palestra para recordar que la información sobre la evolución del coronavirus y las medidas a adoptar en España las centraliza y gestiona el Ministerio de Sanidad, "en coordinación total entre las distintas administraciones del Estado". Esa es, sin duda, la hoja de ruta adecuada y eficaz, y nos parece un error grave que la ministra de Trabajo haya entrado como elefante en cacharrería en una crisis que es global y que trasciende el ámbito sanitario, sí, pero también el laboral. No debería Yolanda Díaz sucumbir a la tentación de hacer política personalista para ganar laureles inciertos e inoportunos con este delicadísimo asunto. Si algo están haciendo bien las autoridades sanitarias españolas es coordinarse y no dejarse engullir por la espiral de pánico global. Es muy de agradecer que las decisiones sobre la evolución del coronavirus en España se tomen de acuerdo a la evidencia científica, y que se basen en el seguimiento constante de su avance y en la transparencia informativa. Esto es lo que no entendió la señora Díaz con su guía: ella se la guisó, ella se la tendrá que comer. Se equivocó... y lo sabe.