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No existe el turismo sin turistas

    el verano está ya encima y no hay manera de evitar la encrucijada: ¿nos decantamos por proteger la salud con medidas extremas y dejamos herido de muerte al sector turístico?, ¿abrimos las fronteras, las interiores y las exteriores, y nos arriesgamos a un peligroso rebrote del covid-19?, ¿es posible diseñar una hoja de ruta equilibrada que reactive el turismo y nos mantenga a salvo del letal virus? Aquí, Feijóo aplaudió ayer el esfuerzo del sector por adaptarse a la nueva normalidad y recetó trabajo codo con codo para promocionar Galicia como destino seguro y de calidad. Pero, al tiempo, la Xunta no oculta su preocupación por los rebrotes ante “la notable presencia” de personas llegadas de fuera. Instalado en esa incómoda encrucijada, el presidente gallego sueña con conseguir la cuadratura del círculo: quiere turistas, claro que sí, pero le reclama al Gobierno central mayor vigilancia para evitar que viajen aquí residentes de otras autonomías y, en una vuelta de tuerca, plantea crear un pasaporte covid obligatorio para el turismo extranjero. Con un número de contagios y de fallecidos prácticamente residual a día de hoy, quizás lo que obsesione al inquilino de Monte Pío sea que un inoportuno rebrote al comienzo del verano impacte en la campaña electoral del 12-J y desluzca su más que notable gestión de la pandemia en los durísimos meses del estado de alarma, premiada en las encuestas con una mayoría absolutísima. Es cierto que Aurelio Tobías, investigador del CSIC, acaba de decir que “el coronavirus perderá su poder de infección y se transmitirá menos en verano”, pero también lo es que la comunidad científica no termina de ponerse de acuerdo sobre cómo y cuánto influye el calor en el comportamiento del covid-19. En este escenario, es lógica la prudencia de Feijóo y merece aplauso que el comité clínico del Sergas haya elaborado ya un protocolo para reaccionar con rapidez y eficacia si se produjera ese temido repunte. Sin embargo, seguimos atrapados en la encrucijada entre salud y turismo, retratada sin medias tintas ayer por el presidente de la patronal CEOE: “Si no abrimos las fronteras, Grecia, Italia o Portugal se quedarán con los turistas”. Antonio Garamendi le pone cifras a la factura del descosido, y asustan: 12.000 millones en junio, 16.000 en julio, 18.000 en agosto y 13.000 en septiembre. Es decir, están en juego este verano sesenta mil millones de euros en números redondos. Entendemos perfectamente que la salud es lo primero, sin discusión posible. Y sabemos que el turismo sin turistas sería una ocurrencia a la altura de la de asar la manteca. Así están las cosas.

    01 jun 2020 / 22:24
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