¡Señor Casado, por favor, escuche a Feijóo!

SI EL PATRIOTISMO ES estA BRONCA que alimentan en el Congreso Pablo Casado y Santiago Abascal, día sí, día también, no lo queremos para nada, porque esa manera de entender España nos lleva hacia el abismo y dinamita la convivencia, uno de los pilares de la democracia. No es casualidad que proliferen las voces autorizadas que nos alertan de la deriva tóxica que abanderan el PP y Vox, en su alocada carrera hacia ningún sitio. Coincidi-mos plenamente con quienes denuncian que este irrespirable aire contaminado por la bronca partidista nos hace mucho daño como sociedad. “Lo que vemos en el Congreso es muy preocupante”, se volvió a quejar –con razón, creemos– ayer mismo el lehendakari Íñigo Urkullu, uno de esos gobernantes que no necesitan levantar la voz para que le entendamos todo lo que piensa. Unas horas antes, Feijóo se había sincerado en una videoconferencia con 1.400 líderes de la Asocia-ción para el Progreso de la Dirección: “No me encuentro cómodo con la actual situación política en España”. No le gusta al presidente gallego, es obvio, un Gobierno que él percibe dividido, y al que acusa de dividir a la sociedad y de que “no ha mejorado” la vida de los españoles. Y lo dice con todas las letras. Lo que calla, y deja a la interpretación de los analistas, es que su incomodidad tiene que ver también con este modelo de oposición a degüello en la que se ha atrincherado el PP de Casado, en su controvertida estrategia de seguidismo de la hoja de ruta de la ultraderecha, basada en la confrontación con razón o sin ella. Lanzó días atrás el inquilino de Monte Pío un aviso a navegantes, desde el sentidiño, con su reflexión pública sobre los peligros de los incendios que enciende con entusiasmo digno de mejor causa Caye-tana Álvarez de Toledo, pero de ahí no va a pasar: la lealtad para con su partido y su sentido de la responsabilidad se lo impiden. Sin embargo, cualquiera que le conozca y que haya seguido su trayectoria, tanto en la política de partido cuanto en la gestión gubernamental, sabe exactamente a lo que se refiere Feijóo cuando desvela que no está cómodo con el espectáculo en el que nos han instalado. Y es que el patriotismo nada tiene que ver con broncas para debilitar al Gobierno ni con dialécticas de guerra que incendian el Congre- so. Lo que los españoles les reclaman a políticos y gobernantes es que, nada más y nada menos, remen en la misma dirección en los grandes asuntos de Estado: lo es la crisis del coronavirus. ¿Lo entenderá Casado de una bendita vez y escuchará las recetas de Feijóo?