Sin techo, la cara más vulnerable de la pandemia

una veintena de personas sin hogar saldrán hoy del Seminario Menor de Belvís, donde llevan dos meses alojados gracias a las gestiones de la concejala de Servicios Sociais de Santiago, Mila Castro. Representan una de las caras más duras de la pandemia junto a las largas colas que se forman a diario ante la Cocina Económica o los bancos de la ciudad, en busca de un adelanto o un ERTE que no llega. El coronavirus no solo ha suscitado una alarma sanitaria sino también social. Solo en la capital gallega 1.300 hogares dependen actualmente del Concello para hacer la compra semanal. Raxoi ha entregado hasta ahora más de cinco mil bonos semanales para alimentación, de los que se benefician alrededor de 3.300 santiagueses. También desde el comedor social han tenido que duplicar los servicios al mediodía, donde sirven más de doscientos menús. Pero, sin duda, las personas sin techo son las que representan la vulnerabilidad extrema. La buena noticia es que la veintena que han estado alojados en el Seminario Menor de Belvís, ya han anunciado su intención de reintegrarse en la sociedad. El objetivo, al fin al cabo, que buscan los servicios sociales y entidades como Cáritas o Cruz Roja, además del Albergue de Xoán XXIII. No solo se trata de tener un techo para no pasar la noche al raso o resguardado en un cajero, ni tres comidas al día, que también, evidentemente, sino de que sean capaces de salir de este bucle sin salida en el que están metidos. Para ellos hoy no será un lunes cualquiera, quizá, con suerte, el primer día en el que comiencen a ver la vida con otros ojos, con esperanza. Eso sí, tendrán que seguir de la mano de quien vela por ellos, desde Cáritas hasta el Concello, que se ha prestado a alojarlos en pisos de propiedad municipal. Quizá de esta pandemia saldrá algo bueno.

BEATRIZ CASTRO/Periodista