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Turismo sin cuarentena... en julio

    entre lo que dijo Pedro Sánchez el sábado –“lo peor ha pasado”– y lo que dice la OMS –ve cada día más improbable una segunda ola agresiva del coronavirus–, media España encara a velocidad de crucero la fase 2, la otra me- dia quiere salir cuanto antes de la fase 1, y el Gobierno estudia acortar el proceso y que la desescalada asimétrica permita a las autonomías con los deberes bien hechos salir primero del estado de alarma. Vemos la luz al final del tenebroso túnel de la crisis sanitaria con casi 27.000 fallecidos y más de 235.000 contagiados a día de hoy, un dolorosísimo peaje, pero nos asomamos al abismo de otra crisis económica y social. No tendrá nada que ver con la Gran Recesión ni por su origen ni por su intensidad ni por sus soluciones, porque ahora hay recetas keynesianas que van desde la inyección de dinero público hasta la creación del ingreso mínimo vital para aliviar a cerca de un millón de familias, pero nos queda por delante medio año de sangre, sudor y lágrimas, con el PIB desplomado. Aho-ra que media Europa acelera la reactivación de las respectivas economías nacionales, el reto del Gobierno de coalición es poner a punto cuanto antes el motor industrial y el tejido productivo. Uno de los termómetros que va a medir su éxito o su fracaso es el del turismo, el sector que más riqueza aporta a la economía española: 176.000 millones de euros anuales, el 14,6 % del PIB, y 2,8 millones de empleos, el 13 % del total. No estuvieron para nada finos, semanas atrás, la ministra Yolanda Díaz, que dio por perdida la campaña anual, ni el ministro Alberto Garzón, con sus inoportunas e injustas críticas al bajo valor añadido, a la estacionalidad y a la precariedad. No lo estuvo el Gobierno en su conjunto al impulsar la cuarentena obligatoria de los viajeros internacionales, sin duda la mejor manera de espantar a los turistas, de decirles que no son bienvenidos a España. Un dislate, se mire por donde se mire. El presidente inició este fin de semana el cambio de rumbo de una política suicida para el sector turístico –más vale tarde–, y una cumbre interministerial impulsó ayer mismo el regreso a una cierta normalidad de la actividad turística este verano, al anunciar que la cuarentena obligatoria se levantará el 1 de julio. La pregunta del millón es si el Eje-cutivo no se ha quedado corto, si tanta prudencia –¡ay, la pandemia del miedo!– no va a dejar seriamente dañado un pilar de nuestro PIB, sin poder competir en igualdad de condiciones cuando otros países de nuestro entorno han pisado el acelerador. Pronto tendremos respuestas y ojalá sean positivas.

    25 may 2020 / 23:19
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