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|| nosotros y cía ||

y el Gobierno de coalición ni digamos

Tengo que confesarles que estoy hecho un auténtico lío. Todo esto –me refiero a la pandemia causada por la covid y la situación política y social que se vive en España– me desborda.

Ya sé que no soy el único que se encuentra superado, angustiado, perdido, desorientado. Estoy ni más ni menos igual que ustedes y la inmensa mayoría de la población mundial.

Me preguntarán que por qué, que cuál es la causa concreta, que a qué se debe tanta congoja.

Pues muy sencillo, a que no veo el futuro con claridad. Mejor dicho, no veo futuro. Me han robado el optimismo, me han quitado la ilusión, me han arrancado las ganas.

Solo tengo que ver a nuestros amados presidente y vicepresidente del Gobierno, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, hablando de sus planes para el mañana, de lo bien que nos va a ir, de lo mucho que están haciendo por nosotros, para que los nervios se me agarren al estómago y se me corte la digestión.

¿Hace falta que se lo explique? Ya sé que no, pero aún así, si ustedes me lo permiten, lo voy a hacer.

El primer retortijón de tripas me dio el pasado sábado, con la inexplicable rueda de prensa de Sánchez para decirnos aún no sé qué. Sería para ponernos sobreaviso de que al día siguiente nos iba a regalar un estado de alarma de nada menos que de seis meses de duración sin encaje legal alguno y menos aún dejando su control y renovación o derogación en manos de las comunidades autónomas.

Otro ramalazo de autoritarismo, y justo después del intento de reforma del método de elección del Consejo General de Poder Judicial.

Lo peor es que insisten en su error, en su cesarismo. Que sí, que si no hay consenso lo harán a las bravas; ni Unión Europea, ni Comisión de Venecia, ni Consejo de Europa ni gaitas.

Así que ahora al Gobierno de coalición ya no le llega con tenernos con los derechos limitados quince días, o un mes, o dos. ¡No! Seis meses, hasta bien entrado mayo.

Todo un despropósito.

Comparto y apoyo, por supuesto, que haya que tomar medidas contra la covid-19. No podemos permitir que este nuevo coronavirus acabe con nosotros.

Pero eso no quita para que nuestro Estado de derecho siga incólume, a recaudo de salvapatrias y visionarios, de populistas y poltroneros.

Y para alegrarnos definitivamente la semana presentan unos presupuestos que nos venden como los más sociales de la historia, con un gasto destinado en su totalidad para salvarnos de la indigencia, el paro y hasta el desaliento si me apuran.

Es evidente que Spain is different. Mientras en Europa se disponen a bajar los impuestos para ayudar a las familias, a las empresas, a la recuperación, especialmente en Alemania e Italia, aquí nos dan otro zarpazo al bolsillo y empiezan por subirnos el diésel, aumentan el IRPF a aquellos que ganan más de 200.000 euros e incrementan la fiscalidad de sociedades y patrimonio.

Sí, la subida se vende como la contribución de los más ricos españoles al rescate de las cuentas y arcas públicas. Pero sepan que para ellos el momentante de esas tasas apenas supone un 10 %. El otro 90 % lo pagarán como siempre las clases medias y bajas, aquellos que tienen nóminas o los autónomos, que apenas reciben ayudas para poder subsistir, sobrevivir, comer y mantener abiertos sus negocios. En definitiva, que puedan dormir con tranquilidad y no atenazados por la angustia de un mañana mucho más que incierto.

A ver, ¿a quién va a perjudicar la subida del diésel si al final se aplica, y el impuesto sobre las bebidas azucaradas. Qué más le da a un potentado pagar unos euros más o menos por seguir consumiendo aquello que más le agrada?

Pero sepan que si algo me cabreó sobremanera fue que tras anunciar a bombo y platillo la presentación de las cuentas de nuestro país para el próximo año, fue que el día antes Unidas Podemos amenazara con no apoyarlas hasta no lograr esos tributos y la limitación de la renta de los alquileres, por ejemplo.

Es como si ellos fueran la oposición, el azote de Sánchez; fue una auténtica extorsión en toda regla. Y lo peor es que el presidente del Gobierno se amilanó, se amedrentó y se dejó manipular. En su nombre y en el nuestro.

¡Qué vergüenza!

|| las claves una a una ||

1 Subsistencia. Cuántas veces me pregunté de qué vive el expresidente catalán Carles Puigdemont y cómo paga esas bonitas casas que disfruta en la localidad belga de Waterloo. Suponía que le ayudaban empresarios simpatizantes del independentismo. Y acerté

2 Injerencia Lo que nunca sospeché, o no quise hacerlo, fue que Vladimir Putin pudiera estar detrás del lamentable golpe del 1-O o que, por lo menos, lo intentara. Sí, sí. Eso es lo que sospecha el juez, el mismo que desmanteló la estructura que mantiene al político huido a cuerpo de rey en Bélgica.

3 Arrimado a Arrimadas Cambiando de asunto. El que ahora está encantado con Ciudadanos es el Gobierno de coalición, que se ha desvelado como un auténtico pilar para la estabilidad del Ejecutivo. Sánchez se arrima a la presidenta naranja, Inés Arrimadas, un día sí y otro también. Hasta Pablo Iglesias la empieza a ver con buenos ojos. Es que estar encima de una buena poltrona siempre es una maravilla y da una gran tranquilidad.

|| Lo mejor

a ver si dura. Menudo subidón dio el PIB el pasado mes de septiembre, nada menos que un 16,7 % y, como siempre, gracias al consumo de los hogares españoles y la inversión de las empresas. Claro, que aún seguimos sin recuperar lo perdido en lo que va de año a causa de la pandemia. A ver si con un poco de suerte y mucha responsabilidad se consigue contener el covid y levantar la economía.

Lo peor ||

terrorismo. Mucho pésame y mucho lamento, pero la verdad es que el presdiente turco, Recep Tayyip Erdogan, tiene buena parte de culpa en el atentado en una iglesia de Niza en la que murieron tres personas, una de ellas decapitadas. Y todo por las caricaturas de Mahoma. Claro que este hombre de libertad de expresión y derechos entiende poco. Sólo hay que ver la represión en su país.

|| La foto de la semana ||
Hallada y fotografiada la carretilla perdida por Manolo Escobar, ¿o era un carro?

Nuestro fotógrafo Antonio Hernández ha sido capaz de encontrar la carretilla de Manolo Escobar, y además le ha hecho una fotografía. ¿O era un carro? Ya ven, tantos avances, tantas tecnologías de la comunicación, tanto colisionador de hadrones y hasta encontrar agua en la Luna, pero la carretilla sigue siendo la carretilla. Un invento casi a la altura de la rueda si nos ponemos quisquillosos. Porque imagínense cuánto trabajo ahorró a nuestros admirados y valorados albañiles este imprescindible útil de construcción. Piensen, piensen también en otros objetos de uso cotidiano a los que no damos importancia y apreciemos cuánto y cuan fácil nos hacen la vida. Ese es el auténtico lado bueno de las cosas, a veces en una cara oculta, como la mismísima Luna.

01 nov 2020 / 00:00
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