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Catástrofe por partida doble. El seísmo golpea un país que suma 12 años de guerra civil, 12 millones de habitantes con problemas de alimentación y un 70% de la población que sobrevive de la ayuda humanitaria. TEXTO Andrea López-Tomás

El terremoto se ensaña con una Siria ya abatida por un millar de tragedias

Decenas de ambulancias con las luces de emergencia parpadeando esperan su turno. En su interior, llevan los cuerpos de algunos de los muchos ciudadanos sirios que han muerto en Turquía, el país dónde se refugiaban. Más allá de un par de discretos convoyes con ayuda humanitaria, lo único que ha entrado en Siria son los cadáveres de sus ciudadanos. Aquellos que huyeron de su país después de 12 años de una guerra civil fratricida y se refugiaron en el país vecino retornan sin vida a su tierra natal. Pero el terremoto, que ya suma 22.300 muertos a ambos lados de la frontera, se ensaña con Siria. «Esta catástrofe llega en un momento en que las necesidades humanitarias ya eran enormes», describe Mati Gomis Pérez, subdirectora de Oxfam Intermón en Siria.

«El domingo, el día antes del terremoto, ya teníamos a un 70% de la población que dependía de la ayuda humanitaria», cuenta Gomis Pérez desde Damasco. «La moneda local está en caída libre, los sirios sufren un 90% de inflación, el 52% de la población no tiene acceso a fuentes de agua seguras, y el retorno del brote de cólera es cuestión de tiempo sobre todo con un mayor número de infraestructuras dañadas ahora», enumera. La colección de datos dibujaba un panorama desolador en una Siria aún sin golpear por el terremoto, con 12 millones de 22 en una situación de inseguridad alimentaria en todo el país.

Por eso, cuando tembló la tierra, cuando la naturaleza se llevó por delante refugios y techos, los sirios no hallaron palabras para describir lo que parece una maldición. Con el reloj en su contra, se han puesto manos a la obra para tratar de salvar a su pueblo de nuevo. «Todas las actividades de rescate se están haciendo en condiciones bastante precarias, porque los equipamientos que tienen aquí no dan abasto», reconoce Gomis Pérez. Han sido los miembros de la propia comunidad quienes han empezado a perseguir los gritos entre las ruinas para preservar sus vidas. «Los primeros en intervenir han sido el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Media Luna Siria y organizaciones locales», añade la representante de Oxfam.

La zona más afectada por el terremoto en territorio sirio ha sido el norte del país, donde está presente una gran diversidad de actores. En esta zona, 2,8 millones de personas de una población de cuatro millones ya estaban desplazadas de otras partes de Siria por el conflicto. Al oeste, el área de Idlib se divide entre la tierra controlada de facto por Turquía y por Hayat Tharir al-Sham, un grupo rebelde con vínculos con Al Qaeda. La mayoría del este está en manos de grupos liderados por kurdos respaldados por EEUU. En cambio, la zona de Alepo, antiguo motor económico, y la costa de Latakia están bajo control del régimen de Bashar el Asad. Además, en algunas de estas zonas, aún se registran escaladas de enfrentamientos armados.

Tráfico aéreo afectado. «Damasco y Alepo son los únicos aeropuertos por los que está llegando la ayuda desde países aliados, ya que el tráfico aéreo está muy afectado por las sanciones» contra el régimen de Asad, expone Gomis Pérez. «Las otras ayudas tendrán que llegar a través de Beirut, pero está por ver cómo la UE resolverá la petición de ayuda oficial del Gobierno sirio», explica. Estas sanciones no impiden la entrada de ayuda humanitaria, pero sí dificultan el envío de dinero y apoyo financiero a los sirios afectados. EEUU aprobó el viernes una licencia que alivia las sanciones durante 180 días para permitir todas las transacciones humanitarias y de socorro.

La entrada de asistencia para las víctimas y de equipamiento para los rescatadores en el noroeste se ve afectada por varios factores, como la interrupción de ayuda transfronteriza en Bab al Hawa, el único paso desde Turquía, la falta de apoyo técnico para asegurar edificios y las dificultades de acceso de las organizaciones locales. Además, la inexistencia de cooperación entre zonas de control opuesto dentro de Siria y la politización de la cuestión humanitaria añaden nuevas trabas a la mejora de las condiciones.

Cada hora cuenta. «Tenemos una situación de emergencia humanitaria y hay que ver cómo podemos dar la mayor ayuda a la gente que ha sido afectada independientemente de cómo venga la ayuda», declara la subdirectora de Oxfam en Siria. Aunque ya ha llegado el primer convoy de la ONU a través de Bab al Hawa, el problema es que el terremoto ha provocado daños a las carreteras que conducen a la frontera. El cruce estuvo cerrado los primeros días después de la catástrofe. Cada hora que pasa es clave, ya que los retrasos cuestan vidas. El clima invernal no ayuda en las tareas de rescate. Muchos de los que las lideran también se han visto afectados por el terremoto, viéndose forzados a dormir a la intemperie.

La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios ha declarado que 1.347 personas han muerto víctimas de la catástrofe. «Se espera que el número aumente a medida que continúan las operaciones de búsqueda y rescate», afirman. Otras 2.295 han resultado heridas y están en los maltrechos centros sanitarios del país. En total, al menos seis millones de personas se han visto afectadas. Pero la magnitud de la tragedia sigue siendo incalculable. Y es que el dolor se extiende por el planeta entero, donde los sirios se movilizan para seguir salvando a su pueblo.

12 feb 2023 / 06:00
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