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Crece la mortalidad en esta ola pero sigue lejos de la registrada en abril

Preocupa el incremento de fallecidos en las últimas jornadas // Ahora hay siete veces más contagios diarios que al inicio de la pandemia aunque las PCR se multiplicaron solo por 2,95

“La del coronavirus es la primera pandemia de la sociedad de los datos. La comunicación y el escrutinio de los datos de infección y fallecimientos por coronavirus se han convertido en un ritual diario. Los datos clarifican públicamente las situaciones reales y orientan las decisiones que deben adoptarse”, escribía estos días el catedrático de Filosofía Política, Daniel Innerarity, antes de señalar que “mi hipótesis es que el dataísmo, es decir, la creencia de que la cuantificación produce la verdad, privilegia una falsa idea de la objetividad y proporciona una certidumbre engañosa que impide un conocimiento cabal de la realidad, sobre el que deberían adoptarse las correspondientes decisiones”. Es decir, de acuerdo con este catedrático, medir y trazar ha sido más importante que entender exactamente que debía ser medido y trazado”.

Comparamos los datos de esta brutal tercera oleada con aquella primera, que nos tuvo en vilo tanto tiempo, y lo hacemos sin tener en cuenta variables. Entre ellas, el desconocimiento que había entre los sanitarios a la hora de abordar el tratamiento de los pacientes que llegaban a los centros de salud y hospitales: con apariencia de sufrir una neumonía y la realidad de estar infectados por un coronavirus tan extraño como este que procedía de China. De la misma forma, en este cotejo no tenemos en cuenta que en la mayor parte de aquella oleada casi la totalidad de la población estuvo confinada en sus hogares.

Sirva como ejemplo un dato, con permiso del profesor Innerarity: cuando el día 14 de marzo de 2020 el Gobierno de España decretó el estado de alarma más riguroso, en nuestra comunidad solo había 135 personas contagiadas con COVID. Aquella jornada se registraron 24 casos nuevos, eran 27 los hospitalizados y siete en uci. Ese día se contabilizaba la primera víctima (una mujer de 92 años), se realizaron 303 pruebas PCR y ya se habían curado tres pacientes. Las elevadísimas cifras actuales mejor es no repetirlas, aunque convendría señalar que hay 127 veces más casos que el día que se inició el confinamiento.

¿Debe consolarnos este escenario? Nada más lejos de la realidad. Aquellos que luchan en primera línea contra la pandemia advierten de que llegan momentos muy duros y la evolución (en datos) de esta tercera oleada o está demostrando bien claro como se puede comprobar en el gráfico que figura en la siguiente página. Para elaborarlo se tomaron como referencia las 21 jornadas anteriores (tres semanas, por aquello de que las referencias de la Incidencia Acumulada por cada cien mil habitantes a 14 y 7 días) al pico máximo de cada ola en cuanto al número de casos activos: 6.947 del 28 de abril; 10.368 del 6 de noviembre y, en este último tramo, lo que llevamos de 2021; es decir, del 1 al jueves 21 con sus 16.030 enfermos de COVID (superados ya en los recuentos posteriores de las 48 horas siguientes).

Lo primero que llama la atención es el número de fallecidos. En el tramo inicial se contabilizaron 285 víctimas para una media de casi 14 cada 24 horas con el récord de la pandemia de 29 fallecidos en una sola jornada y, a diferencia de las otras dos oleadas, con una tendencia decreciente en cuando al número de casos: con menos contagios más fallecidos que coincide con la presión hospitalaria ya que los picos más altos de ingresados en ucis y planta se registraron a finales de marzo y los primeros días de abril, cuando los servicios sanitarios estaban más en precario (en medios materiales y humanos) y no había ni experiencia ni conocimientos previos del desarrollo de esta enfermedad.

Tras bajar a 151 fallecidos en los siguientes 21 días analizados (del 17 de octubre al 6 de noviembre) con una media de 7,16 óbitos y un punto máximo de 21, se llegó a los 184 decesos en las tres primeras semanas de 2021 para una media de 8,76 víctimas COVID y 24 en el mayor recuento comunicado este año.

Aunque la diferencia en cuanto a víctimas mortales es importante, 101 enfermos con coronavirus más fallecieron en abril que en este inicio de año. Así, los expertos llaman la atención sobre el incremento de muertes que se está registrando en los últimos días. Del total de 1.584 que la Consellería de Sanidade contabilizaba en su recuento de este viernes 104 corresponden a las siete jornadas anteriores, convirtiendo a Galicia en la cuarta comunidad de España con más víctimas del SARS-CoV-2 en ese periodo.

El número de casos nuevos diarios en la primera oleada era sensiblemente inferior a las dos siguientes; 2.809 con una media de 133 diarios y un máximo de 230 frente a los 12.109, 576 y 785 de los brotes de octubre-noviembre y los 18.586 casos totales, 885 diarios y un pico más elevado de 1.727 (y creciendo) que estamos sufriendo desde que empezó este nuevo año; es decir, casi siete veces más contagios diarios que durante el confinamiento.

Relación directa con todo esto tiene el número de pruebas PCR que se realizan. Aquellos 21 días de abril con ascensos continuados, hasta que se empezó a doblegar la curva de incidencia de la COVID en los hospitales dependientes del Sergas, se llevaron a cabo 55.577 test para la detección de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR en sus siglas en inglés) lo que representa una media diaria de 2.646; que vienen a ser una tercera parte de las 164.278 contabilizadas entre el 1 y el 21 de enero (7.822 por jornada). Significa eso que con el triple de las PCR realizadas se detectaron siete veces más contagios.

Poco que añadir a las cifras de presión hospitalaria: subir de 290 a 744 pacientes habla por si solo de la magnitud del problema.

“Esta vez en los hospitales ya sabemos a lo que nos enfrentamos”

La gran diferencia entre la primera y las dos oleadas siguientes es que el sistema sanitario gallego, como los del resto de España, están mejor preparados que al inicio de la pandemia. Más personal, mejor material, instalaciones adecuadas y, sobre, la experiencia del personal. “Al principio no sabíamos qué teníamos que hacer. Lo desconocíamos todo”, recuerdan estos días algunos de los profesionales que lucharon en primera línea contra el SARS-CoV-2 en los meses de marzo y abril.

El propio Ministerio de Sanidad reconocía en sus documentos técnicos iniciales que “no existe por el momento evidencia procedente de ensayos clínicos controlados que permitan recomendar un tratamiento específico para el COVID-19. El Ministerio establecía recomendaciones pero quedaba en manos del médico especialista y del centro donde trabaja la decisión sobre qué fármacos prescribir al paciente. De hecho, ahora mismo apenas hay medicamentos aprobados específicamente para este coronavirus (el más conocido es el remdesivir) y los sanitarios tuvieron que improvisar.

Alguno de ellos recuerda que tuvieron que hacer lo que se denomina track repurposing, es decir probar fármacos para otras dolencias por si eran efectivos. En ese cupo entraron desde antirretroviral para el VIH hasta la hidroxicloroquina, pasando por antibióticos como la azitromizina, esteroides, medicamentos biológicos...

Algunos de los utilizados producían efectos secundarios y fueron quedándose por el camino. Otro seguían adelante: no había otra posibilidad. Cada paso adelante en un hospital era rápidamente compartido. Un ejemplo es que este virus causa graves problemas de hipercoagulabilidad que se atajaron con dosis preventivas de heparina para evitar la formación de coágulos, trombos o embolias. Y la necesidad hizo que se acudiera también a los corticoides.

Hoy aunque no hay muchos fármacos específicos sí existe una experiencia previa y un conocimiento que ayuda a reducir la letalidad (ya de por sí baja) de este coronavirus.

El resumen lo hizo este verano la doctora Sonsoles Leal, coordinadora de la uci de coronavirus de Povisa que participó como ponente en la mayor cumbre telemática sobre este virus: “Cuando vuelva el COVID asistiremos mejor a los pacientes, porque sabemos más y ya sabemos a lo que nos enfrentamos”.

DATOS DEL MOMO
Solo un periodo de exceso

··· Galicia transitó por esta pandemia con una de las tasas de mortalidad más bajas de España. Los datos, en el balance del Sergas de la mañana del viernes, constatan 1.584 personas fallecidas por COVID. La primera víctima se conoció el 14 de marzo y la mil llegó el 9 de noviembre. Hasta que el 21 de junio se decretó la nueva normalidad murieron 619 personas y el 7 de agosto se sumó la 620, tras 56 días sin decesos. El 27 de septiembre fue la última jornada en la que no hubo que lamentar fallecidos y el nefasto 2020 se cerró con 1.400 por lo que al cierre del 21 eran 184 más. Pese a todo, Galicia es una de las pocas comunidades en las que el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) en España solo detectó un periodo en el que se contabilizaron más muertes de las estimadas en función de lo ocurrido en los diez años anteriores. Fue entre al 24 de marzo y el 21 de abril cuando perecieron 3.082, 424 más que las 2.558 que corresponderían.

24 ene 2021 / 00:00
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