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CELEBRACIÓN DE CEREMONIAS

Detrás de cada boda que se aplaza, hay una historia que merece ser contada

Debido a la situación de alerta sanitaria actual y al confinamiento derivado del estado de alarma, decretado el pasado 14 de marzo por el covid-19, más de 17.000 bodas ya han tenido que ser anuladas en España, según ha informado la Asociación de Profesionales de Bodas y Eventos de Galicia.

Si las medidas de contención adoptadas para hacer frente a la actual situación se extienden hasta agosto, la previsión es que las bodas afectadas puedan alcanzar las 100.000. Esto impactaría directamente en 100.000 parejas que llevan organizando su boda desde hace más de un año y en más de 50.000 empresas y profesionales al servicio de estos eventos privados, que se verían aún más afectadas.

Es crucial tener en cuenta que es en estos meses de abril a octubre cuando se concentra el 80 % de la facturación anual del sector, de un consumo primario de más de 3.500 millones de euros al año, abarcando categorías muy distintas como restauración, músicos, fotógrafos, agencias de viajes, wedding planners, floristas, ateliers, decoraciones, joyerías, pastelerías y muchas otras empresas.

Una boda es una celebración que consta de tres grandes momentos: la ceremonia, el banquete y la fiesta. La asociación recuerda que, por ello, “cuando hablamos de celebrar una boda, hablamos de hacerlo en toda su extensión y las parejas que se casan quieren estar con sus familiares y amigos todo este proceso”.

Está en manos del Gobierno la adopción de las medidas oportunas para que este sector tenga la posibilidad de sobrevivir y de seguir adelante con su actividad tan pronto como la situación sanitaria lo permita. Es por este motivo que desde la asociación solicitan la adopción de varias medidas, como es el caso de saber si la celebración de bodas permitidas en fase 2 y 3 es solo para la opción de la ceremonia o extensible al banquete, la anticipación de un plan de aforos y medidas claras y concretas de como realizar la actividad y el ofrecimiento de medidas económicas adaptadas a los autónomos y pymes directamente afectadas por la prohibición de celebrar este tipo de eventos.

Detrás de las bodas y, sobre todo, detrás de estas bodas canceladas, se encuentran las parejas afectadas, que no solo son un número más, sino una historia diferente. Es necesario acercarse a estas historias de amor, a los preparativos y a su ilusión para llegar a conocer realmente el impacto social, y no solo el económico, que ha causado el aplazamiento de estos eventos. Hoy os contamos las vivencias de algunas de estas parejas. Á. Precedo

“Separar mesas 2 metros resta capacidad”

“En cuanto a bodas, ya hemos tenido 19 aplazamientos, lo que supone pérdidas que no vas a poder recuperar, ya que si estas celebraciones se mueven para el año próximo, en 2021 no vas a poder organizar nuevas bodas”, explica Manolo Vidal, director del Hotel Scala de Padrón.

En su caso, “se han movido las bodas que teníamos previstas hasta el 15 de septiembre se han movido para el año que viene, aunque las de octubre y noviembre se están manteniendo”. La limitación de aforo no les afecta en gran medida, ya que “nuestro aforo es grande, podemos dar de comer hasta a 2.000 personas, por lo que en aforo total no tendríamos problema”.

Ahora mismo, “en el restaurante damos servicios mínimos para trabajadores, de normal tendríamos capacidad para 116 personas, ahora mismo, con la distribución de mesas a dos metros, se redujo a 42”. De ese modo, Manolo afirma que “todo está en el aire, el aforo ni siquiera se sabe si será por cada evento o si está referido al aforo total”. Á.P.

“Estaremos muy encima de los protocolos”

“Por el momento no hemos tenido cancelaciones, pero sí numerosos aplazamientos desde el último fin de semana de agosto al último de octubre”, indica Laura leal, wedding planner de la empresa Eire Eventos. Asegura que, “como se ha previsto un repunte en otoño/invierno, no queríamos correr riesgos”. Además, indica que algunas de sus bodas han sido movidas directamente a 2021, “porque un 90 % de nuestros clientes vienen de Nueva York y del extranjero”.

“Sí que es verdad que este año ya tendrían que estar entrando bodas para octubre y noviembre y, por supuesto, no van a entrar”, apunta. Asimismo, asegura que están teniendo problemas con 2021, “tenemos las bodas aplazadas más toda la gente que se tenía pensado casar y se están acumulando demasiadas fechas, al final hay que elegir y te ves en un apuro”. “Hacemos de psicólogos dando apoyo a los clientes, diciendo que saldrá bien, porque estaremos encima de los protocolos de higiene”, detalla. Á.P.

“Recuperar las pérdidas es algo relativo”

“El poder recuperar las pérdidas de estos meses de temporada alta en octubre o noviembre es muy relativo, porque la mayor parte de las bodas se están retomando para 2021 y ocupando fechas de otras bodas que podríamos haber tenido en 2021”, explica Lidia Santos, wedding planner en la empresa The Godmother.

Por este motivo, indica que “estamos tratando de que la mayor parte de las parejas cojan fechas fuera de temporada alta o en viernes, en la medida de lo posible, siempre que esto les encaje, porque al final es su boda y se casan una vez”.

Además, afirma que “nosotras seguimos trabajando sin facturar, ahí al pie del cañón para dar ese servicio de apoyo a las parejas que confiaron en nosotros y tramitando todos sus cambios”. “Fue gracioso cuando el Gobierno comentó que en junio podrían casarse, nos llamó gente realmente pensando que iban a poder casarse como hasta ahora, cuando solo iba a ser una firma, sin celebración”, afirma. Á.P.

“El 70 % de los ingresos viene de las bodas”

“El 70% de las ceremonias (bodas, comuniones, bautizos), las tenemos aplazadas, la mayoría hacia finales de año, entre septiembre y diciembre, pero todavía hay algunos que no saben si mantener sus fechas”, afirma el fotógrafo Toño Villar.

En este sentido, asegura que, “hay muchas parejas que si tienen que restringir el número de invitados y no pueden hacer fiesta como tal prefieren esperar al año que viene”, y añade que, en su caso, “ahora mismo estamos mitad-mitad”.

“Entre el 65 y el 70 % de los ingresos de un fotógrafo viene de los eventos”, informa Toño, por lo que “son momentos difíciles”. Por el momento, asegura que los aplazamientos en su sector no han provocado solapamientos de fechas, “porque, normalmente es en verano cuando la gente reserva para el verano próximo, y nos encontramos con el panorama de que mucha gente que quiera casarse el año que viene ya va a tener muchísimas fechas ocupadas por aquellos que se casaban en el 2020”, asevera. Á.P.

“Este año no recuperaremos la actividad”

“Este año no creo que logremos recuperar la actividad, ya que muchos novios no quieren arriesgarse e incluso están cancelando hasta que pase todo”, asegura el fotógrafo David Meiva, que añade que “el problema es que aunque podamos intuir en qué fase podremos volver a trabajar porque se puedan celebrar este tipo de eventos, tampoco sabemos cómo va a ser, si la gente va a estar más distanciada...”. En definitiva, no saben si podrán volver a trabajar sacando las fotos convencionales, por lo que el sector se encuentra con gran incertidumbre ante esta cuestión.

Por el momento, “tengo tres cancelaciones para fechas próximas” y “mi mes fuerte este año iba a ser agosto, ahora ya parece que no”, apunta David, cuya principal fuente de ingresos como fotógrafo es el trabajo en bodas y en algunas comuniones. Además, también se muestra consciente de que en 2021 “va a haber fechas complicadas” en las que se produzcan solapamientos para todos los profesionales. Á.P.

“Nuestra idea era celebrar la boda el 9 de mayo, y nos casamos igual”

“Nuestra idea era celebrar la boda ayer, el sábado 9 de mayo, y de hecho la celebramos igual, aunque nosotros solos”, comentan entre risas Ramón y Paula. “En marzo ya sabíamos que la fecha oficial se iba a tener que mover, y la cambiamos para el sábado 14 de noviembre, el primero que teníamos disponible”, asegura Ramón.

Con todo, “como la fecha nos hacía ilusión y llevábamos un año preparándola nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento y nos dijeron que no había problema en organizarla siempre y cuando solo fuésemos nosotros y los dos testigos”, apunta Ramón, y añade que “eso ayudó a mitigar el cambio”.

En cuanto a los proveedores, afirma que “no nos pusieron problema por el cambio de fecha, ni siquiera el restaurante, fueron todos muy amables”, por lo que el mayor perjuicio fue el “emocional”. Paula detalla que “teníamos prácticamente todo, la casa llena de cajas para ese día y nos quedaba solo la prueba del traje y de peluquería”. “Los padrinos e invitados tenían todo, hoteles y vuelos”, cuenta.

Su historia de amor, que se forjó ayer con un lazo de unión, comenzó hace tres años en una Reconquista en la ciudad de Vigo. “Ese fin de semana me fui a casa de mis padres por un cumpleaños y por casualidad decidí quedarme, y unos amigos en común nos presentaron”, relata Paula.

La pedida fue en el paseo de Bouzas, “con la fecha de la boda prevista”, con “originales carteles”. Á.P.

“Trasladamos la celebración a septiembre, pero creo que será en 2021”

Carmen Eiras ya había empezado a confeccionar los laboriosos regalos que había previsto entregar a cada uno de los invitados en su boda, programada para el 13 de junio, cuando el confinamiento se instaló para alterar todas las agendas. Previsora, con su pareja, José Laíño, en las primeras semanas del confinamiento, conscientes de que el problema se prolongaría durante semanas, cambiaron la fecha de la celebración para el día 5 de septiembre. Ahora, están convencidos de que también será difícil poder casarse dentro de cuatro meses con los 80 invitados que tenían previsto y por eso ya empiezan a pasar las hojas del calendario para examinar las posibilidades de aplazarlo a 2021.

Tras 16 años de convivencia como pareja de hecho, un ataque al corazón de Carmen en 2019 dio un giro a los planes de la pareja, que programó la boda para la primera quincena de este año para contar, entre otros invitados que deben desplazarse a Vigo, con la presencia de sus amigos de Cambridge. “Pensamos que en septiembre será difícil que estos amigos puedan venir”, reflexiona Carmen con la mirada instalada ya en posibles fechas para el año que viene, aunque sin una decisión adoptada en firme.

Aunque han enviado ya algunas invitaciones de boda a los familiares, solucionado el problema de la reserva del restaurante, para Carmen y José el aplazamiento no significa un gran quebranto económico. M.gimeno

“En junio irían a la boda los invitados, los novios estamos en otra provincia”

Víctor y Alba son dos jóvenes de Ames, residentes en Vigo, que llevan seis años y medio juntos e iban a casarse el 20 de junio de 2020. La suya es de esas historias de amor para contar, sus planes de boda comenzaron hace dos años y la pedida fue de lo más original: en un scape room en el que el premio final era el anillo con carta y el novio arrodillado.

Víctor era uno de los mejores amigos de la hermana de Alba, con quién intentó empezar a salir cuando ella se fue a estudiar a Vigo. Tiempo después, él empezó a trabajar en la ciudad y, por ello, compartieron piso. “Dicen que el roce hace el cariño” y así fue forjándose su historia.

Ahora, pese a que viven juntos y han sido de los casos que han contado con gran suerte a la hora de mover la fecha de su boda, pospuesta al 12 de septiembre, se encuentran con el problema de que la mayor parte de sus familias están en otra provincia, en A Coruña, mientras ellos residen en Pontevedra. Víctor comenta entre risas: “el 20 de junio podría realizarse la boda con los invitados, pero sin los novios”.

Ambos se muestran muy “optimistas”. El pazo nos ofreció varias fechas, pero no queríamos realizar una boda en invierno, así que decidimos moverla al 12 de septiembre. Por lo que respecta al restaurante y al aforo, “el pazo tiene cinco comedores y solo celebra una boda por día”.

El fotógrafo, en septiembre, tenía la agenda completa, pero “el 12 no tenía nada”. “Estaba saliendo todo tan bien que pensamos que había alguna conmemoración tipo 11-S para que nadie quisiese contratar”, bromea. Á.P.

“Mi madre tenía que venir en agosto de argentina, y la frontera está cerrada”

Cintia Yasmín y Bruno Conde, de 28 y 29 años, residentes en la localidad coruñesa de Dodro, tienen una niña recién nacida e iban a encadenar su bautizo, previsto para el 23 de agosto, con su boda, el sábado 29. Han visto chafadas ambas celebraciones.

“Sobre todo, con lo que más problemas hemos tenido es con el tema de la niña”, asegura Cintia, que informa de que “al final, no pasa nada por celebrar la boda más tarde, la hemos pospuesto al año que viene, para evitar que si se produce el posible rebrote de coronavirus tengamos que volver a cancelarla a finales de este año”.

Llevan juntos tres años y un año esperando para casarse, desde que Bruno le pidió la mano a Cintia en el día de su cumpleaños, mientras se encontraban de vacaciones en Punta Cana. Bruno organizó una cena romántica en la playa y allí surgió la boda, además de fortalecer su amor, ya que Cintia vino embarazada de este viaje.

En cuanto a los preparativos para la boda, Cintia decidió esperar a tener la niña para realizar la elección del vestido. La niña, prevista para el 6 de febrero, se retrasó hasta el 20, y cuando entró en el hospital, “ya había pasillos cerrados que ponían ‘reservado por coronavirus’”. Asimismo, otra de las dificultades de seguir adelante con esta boda en verano, era que la madre de Cintia, argentina, tenía que comprar un pasaje para poder venir a España y “tampoco podía venir por el tema del cierre de fronteras”. Su luna de miel, un crucero por las Islas Griegas, “lo cancelamos”. Á.P.

10 may 2020 / 23:59
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