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Diego, superviviente gallego del covid: “Me entristece saber lo que sufrieron”

Tras 21 días completamente sedado en el CHUS y “con un pie en el otro lado”, se encuentra ya de vuelta en su casa

Tras 21 días completamente sedado y “con un pie en el otro lado”, Diego Framil consiguió vencer definitivamente al coronavirus y está de vuelta en su casa, una situación, confiesa a Efe, de la que no fue consciente y que ahora ha logrado entender mejor a través de “saber lo que sufrieron los demás”.

“Yo sé que el día 5 de abril entré por urgencias pero poco más. Los días siguientes he de reconocer que tengo como una laguna mental, no sé si por causa de la fiebre, porque actuaba casi inconscientemente”, asegura Diego, recuperado de la enfermedad del covid-19 generada por el coronavirus Sars-cov-2.

Con humor, señala que su situación le recuerda a la película “Resacón en las Vegas”, cuyos protagonistas descubren los excesos de la noche anterior tras ingerir, sin saberlo, una potente droga.

“Sé que escribí mensajes a mi pareja y a mi familia pero si no es por los whatsapps no recordaría nada. Tuve que revisar cosas para poder llegar a una conclusión de lo que había pasado”, indica en una conversación telefónica.

Diego tocó fondo el 5 de abril. Su temperatura era elevada. Le costaba respirar y la comida no le sabía a nada. Ese día estaba con su madre y quiso ir del comedor a su habitación, pero cayó desplomado en el pasillo. Su presión arterial: 9-5.

A los dos días de estar en el hospital, su pareja, Alexandra, recibió una llamada del doctor informando de que la salud de Diego había empeorado y que iban a sedarlo por completo.

Los médicos tuvieron que tratarle con la técnica de circulación por membrana extracorpórea (Ecmo) durante 19 días de los 29 en total que pasó en la unidad de críticos del Complejo hospitalario de Santiago de Compostela

Durante ese tiempo, tanto su pareja como sus familiares temieron por su vida, ya que es una técnica de “ultimo recurso” consistente en canular arterias y venas del enfermo para desviar la sangre a un sistema exterior a su organismo para oxigenarla y reintroducirla en el paciente.

A pesar de estar “cerca de la muerte”, Diego confiesa no recordar nada y su percepción es la de haber vivido “una película”, ya que permaneció todo ese tiempo “soñando”, asegura.

“Solo sé que no sé nada”, era la frase o muletilla más repetida por Diego al despertar en la unidad de reanimación tras 21 días de “angustia” tanto para el personal médico como para sus familiares.

“Me han contado que se vivieron momentos de auténtica montaña rusa. Tuvieron que emplear medicación especial que pidieron a Madrid, antivirales para combatir el sida o el ébola y finalmente conectarme a la Ecmo, que fue lo que me salvó”, afirma.

Como toda persona que despierta tras varios días de sedación, Diego reconoce que se sentía “grogui”, confundido por mezclar la realidad con “distintos sueños, distintas épocas” que “casi todos tenían que ver con la familia y con el coronavirus”.

Diego relata que uno de los sueños que más le impactó fue ver en una pantalla cómo las naciones del mundo no podían controlar la pandemia y sus líderes se culpaban los unos a los otros, algo que lamenta que no esté demasiado alejado de la realidad.

Sin embargo, en su sueños los ataques iban más allá de las palabras, con bombardeos y su calle, en la capital gallega, “semiderruida” como si hubiera sufrido un terremoto.

“Cuando me desperté era como un ordenador. Tenía que respetar la CPU” (el sistema operativo), explica Diego, que al despertar preguntó a sus familiares por la situación en las calles, algo que nadie llegaba a comprender.

“Una vez que la sedación va pasando y vas escuchando a la gente, la mente vuelve a ponerse en su sitio con datos actualizados y ya empiezas a ser un poco consciente de lo que pasa”, señala.

Y es que lo que más a emocionado y todavía entristece a Diego de toda esta crisis ha sido precisamente lo que no ha vivido: el sufrimiento de los demás.

“Una vez que estás sedado da igual lo que hicieran con tu vida. Yo no era consciente de que estaba a punto de irme al otro barrio. Lo que más me emociona, porque después he escuchado a mi familia y a mi pareja, es entender lo que sufrieron”, reconoce.

Ahora, más tranquilo, de vuelta a casa, Diego tiene su mente centrada en recuperar la musculatura y la movilidad perdidas, después de tanto días hospitalozado, aunque también desea en un futuro próximo tener la oportunidad de ver y conocer a todo el equipo médico que le salvó la vida, al que está “muy agradecido”.

“El médico que me sedó me preguntó que si me acordaba de él y yo le dije que no. Se quedó con cara de frustración y me dijo, con cierto humor, que ‘nadie se acordaba de él’”, afirma Diego, que ve ahora más que nunca la importancia de la medicina y la ciencia.

“Habría que invertir más en cuidar a la gente. Yo creo que una nación rica es aquella que se preocupa por sus habitantes, no aquella que presume de tener lo último”, asegura este paciente, que no tenía patologías previas y que, a pesar de su juventud, se vio muy afectado por el covid-19.

“Los medios de comunicación hablan de que la mayoría de los afectados son personas mayores pero hay gente joven que ha fallecido. La gente debería concienciarse de que no estamos hablando de una simple gripe, sino de algo muy complejo, de lo que todavía no se sabe mucho. Es un virus muy puñetero”, advierte desde su casa, consciente de que lo peor ha pasado, pero aun tiene “camino por recorrer”. SANTIAGO. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

30 may 2020 / 13:36
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