Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h
INFORME La pandemia obliga a acudir a los Servicios Sociales a familias que no lo habían necesitado antes // Personas que se quedaron sin empleo o con contratos inestables son los colectivos que más lo necesitan // Los profesionales temen que “lo peor todavía está por llegar”. TEXTO Marta Suárez

Wuhan, un trauma difícil de olvidar en esa ciudad

Se inicia el año con récords diarios de contagios y fallecidos en los principales países // España ocupa el noveno lugar en casos positivos y el décimo en óbitos

La tercera oleada del coronavirus ya está instalada de lleno en el planeta y, al parecer, su virulencia sigue intacta a tenor de los datos que dibuja el último recuento (conocido a primeras horas de la mañana de este viernes) de la Universidad John Hopkins: el número de casos de COVID en el mundo supera ya los 88 millones y la lista de fallecidos se eleva a más de 1,8, muy cerca de franquear otra barrera psicológica, la de los dos millones de vidas perdidas en esta pandemia que dura ya un año.

Conforme al cómputo que aparece en la página web de esa universidad independiente, el número total de infectados es de 88.042.762, con Estados Unidos a la cabeza con 21.574.043, seguido de India con 10.413.417, Brasil con 7.961.673, Rusia con 3.297.833 y Reino Unido con 2.898.052. Respecto a Latinoamérica, el undécimo lugar de la lista lo ocupa Colombia, con 1.737.347 casos, el duodécimo Argentina con 1.690.006 y el decimotercero México con 1.493.569.

España aparece en el noveno lugar con 2.024.904 infectados.

El número de decesos en todo el mundo alcanzó la cifra de 1.898.655, con Estados Unidos a la cabeza (365.317), Brasil (200.498), India (150.570), México (131.031) y Reino Unido (78.632).

Los países europeos con mayor mortandad, además del Reino Unido que ocupa el quinto lugar a nivel mundial, son Italia en sexto lugar (77.291), Francia en séptimo (66.700), Rusia en octavo (59.628) y España en décimo (51.675).

Al tiempo que nuestro país superada los dos millones de contagios, y como ejemplos, Estados Unidos alcanzaba un nuevo récord de muertes diarias por coronavirus con más de 4.000 en las últimas 24 horas, según fuentes oficiales, mientras expertos del país advierten de que la pandemia se recrudecerá en enero en el país. Según cifras oficiales el total de fallecidos por la pandemia en los EE.UU. alcanza ya los 365.400, por lo que el país se ha convertido en el más afectado por la pandemia, con además de 21,5 millones de infectados del global de los 88 millones en todo el mundo.

No le fue mejor a Alemania que registró en las últimas 24 horas 1.188 muertes con o por COVID, un nuevo máximo, además de 31.849 infecciones adicionales, informó este viernes el Instituto Robert Koch (RKI), centro epidemiológico de referencia. La mayor cifra de fallecidos hasta la fecha se anunció el pasado 30 de diciembre, con 1.129 muertes, mientras que el máximo de nuevas infecciones diarias se registró el 18 de diciembre, con 33.777 casos.

La incidencia acumulada en los últimos siete días en el conjunto del país es de 136,5 casos por cada 100.000 habitantes, lejos del máximo de 197,6 casos alcanzado el 22 de diciembre.

Por su parte Brasil, uno de los países más afectados por la pandemia en el mundo, superó la marca de las 200.000 muertes por la enfermedad sin ningún vacunado ni una fecha definida para el inicio de su campaña de inmunización.

De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud, con los elevados números de muertes y de contagios de los últimos días, que evidencian la llegada de una segunda ola de la pandemia sin que el país hubiese superado la primera, Brasil acumula 200.498 fallecimientos por COVID y 7.961.673 contagios. Al actual ritmo el gigante sudamericano debe superar este viernes la marca de los 8 millones de contagios.

Brasil registró en las últimas horas 1.525 muertes por coronavirus, el mayor número desde las 1.590 contabilizadas el 29 de julio y la segunda mayor cifra diaria desde el comienzo de la pandemia. También contabilizó un récord de 87.843 nuevos casos, la cifra más elevada para un día desde el inicio de la pandemia.

En México más récords negativos: 13.734 positivos en 24 horas, la cifra más alta durante la pandemia, para un total de 1.493.569 confirmados. Por segundo día consecutivo, la cifra de contagios es la más alta reportada en México desde que inició la pandemia. Además, se contabilizaron 1.044 nuevas muertes con lo que la cifra de víctimas mortales llegó a 131.031 fallecidos. Este viernes se se llegará a los 1,5 millones de casos.

La pandemia del COVID está obligando a demandar ayuda a los Servicios Sociales a familias que no lo habían necesitado antes, y el hecho de que los efectos de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus sean “generalizados” ha traído consigo que muchas personas acudan a Servicios Sociales “sin sentir vergüenza”, según el segundo Informe del Monitor de Impacto de la COVID en los Servicios Sociales del Estado.

El equipo de investigación conformado por las universidades de las Islas Baleares, Complutense de Madrid, País Vasco, Salamanca y la de Zaragoza elaboró este estudio, correspondiente a los meses de septiembre, octubre y noviembre, en el que se confirma que la crisis provocada por la pandemia está provocando un aumento notable de las personas que requieran ayudas sociales, alcanzando a familias que nunca se habían visto en situación de necesidad y que han consumido sus ahorros como consecuencia del cierre de sectores como la Hostelería. Una situación que, según se extrae de las entrevistas realizadas en este periodo analizado, “empeorará durante el invierno, como consecuencia del probable cierre de más negocios”.

Así mismo, el informe subraya que la situación “se ha agudizado” en el colectivo habitual de personas usuarias de estos servicios sociales. Entre las personas que solicitan ayuda se encuentran “muchos perfiles con contratos inestables, familias con menores a su cargo sin ningún ingreso y gente con afecciones emocionales graves como consecuencia de la pandemia”. Pese a la heterogeneidad de la muestra, que cuenta con la participación de 52 centros de Servicios Sociales municipales repartidos por diferentes comunidades, se identifican en líneas generales situaciones similares entre ellos.

AGOTAMIENTO PROFESIONAL. Por otro lado, el documento se hace eco del “agotamiento” de las profesionales de los Servicios Sociales, debido al “sobreesfuerzo” realizado desde marzo. Una situación que estas trabajadoras no prevén que mejore a corto plazo.

Según las investigadoras que trabajan en esta monitorización del impacto de la COVID en los servicios sociales, “la compleja situación que se está viviendo, tanto en el sistema sanitario como en el sistema hace que las trabajadoras sociales se sientan agotadas, preocupadas y con cierto desconcierto, porque advierten que lo que está por llegar, va a ser peor y no saben muy bien cómo van a poder hacer frente a la situación de crisis social que ya se percibe”.

Este equipo interdisciplinar advierte que “la presión sostenida en todos los meses anteriores acaba por desgastar a unas profesionales cuyo nivel de implicación y responsabilidad es muy elevado”. Tal y como explica una trabajadora social de Baleares, “te das cuenta de que los Servicios Sociales en lugar de ser la primera red es la última red, te crea una sobrerresponsabilidad que te supone un estrés de no dejar a nadie sin atender”.

Sin embargo, este equipo de investigación ha constatado que “las profesionales de estos servicios han ido desarrollando estrategias, medidas y herramientas para adaptarse a la nueva situación, diseñando nuevos programas para dar respuesta a las nuevas necesidades sociales”.

Según señalan las trabajadoras de los Servicios Sociales, “la continuidad de las ayudas económicas y su duración se convierte en una preocupación común en todos los estos centros”. Sin embargo, estas profesionales destacan un efecto positivo, “el que los efectos de la pandemia sean generalizados ha traído consigo que muchas personas acudan a Servicios Sociales sin sentir vergüenza”. Este hecho es valorado como algo positivo por las trabajadoras sociales que sienten que los Servicios Sociales están junto a la ciudadanía. “Hay personas que se han atrevido a dar el paso porque digamos que ahora la situación les ampara: Si voy con el resto de las demandas se nota menos”, explica una trabajadora social de un distrito madrileño que presenta una renta per cápita alta.

El informe del Monitor de Impacto de la COVID en los Servicios Sociales, se lleva elaborando desde julio de 2020 con la financiación del Instituto de la Administración Pública, tiene una periodicidad bimestral y se basa en entrevistas realizadas en 52 centros repartidos en seis comunidades: Andalucía, Aragón, Baleares, Castilla y León, Euskadi y Madrid, y se prevé que continúe publicándose hasta septiembre de 2021

Pasó meses aislado por una neumonía de la que no se sabía prácticamente nada, no pudo ver a su hija en medio año y su empresa se vio obligada a cerrar. Dominic Zhang, un ingeniero de 35 años, no olvida los episodios más traumáticos vividos hace ahora un año en Wuhan, ni las secuelas que han dejado. Cuando surgieron los primeros casos, Zhang no pudo evitar relacionar la “rara neumonía” con el estallido en 2003 del primer coronavirus mortal, el SARS, que lo sorprendió en Pekín.

En aquellos primeros días de enero del año pasado, Zhang, al igual que el resto de los residentes de la ciudad -11 millones-, todavía hacía vida con “completa normalidad”. Cuando les aconsejaron que no salieran de sus casas ya era demasiado tarde: “Para entonces ya me había contagiado. Uno tras otro, todos mis familiares contrajeron la COVID”, recuerda.

Su suegro cayó en coma y falleció, mientras que él, el último de la familia en presentar síntomas, fue aislado junto a 800 personas en una de las unidades de cuidados intensivos que se improvisaron en pabellones y centros de convenciones de Wuhan. En aquel momento era muy difícil que los hospitales recibieran a pacientes y lo habitual era pasar por varios centros: “Mi suegro estuvo en un hospital, mi suegra en otro, mi mujer en un tercero y yo, después del pabellón, en un cuarto. Pude mandar a mi hija con sus abuelos y eso la mantuvo a salvo de la COVID”, rememora.

“NADIE SABÍA CÓMO REACCIONAR”. Los médicos no tenían claro qué tratamiento era el más adecuado para combatir la enfermedad, y a Zhang le suministraron uno diferente en cada lugar al que le enviaban.“Sólo pensaba en cómo me iba a curar, si el doctor estaba haciendo lo correcto o si me moriría allí mismo”, narra.

Finalmente superó la COVID, pero pese a que los síntomas -fiebre, taquicardia- cedieron, él seguía dando positivo: “En marzo ya no tenía síntomas pero, según las pruebas, estaba contagiado. Tuve que esperar un mes hasta que pude volver a casa. En total, pasé un mes en el pabellón, un mes en el hospital y un mes en cuarentena”.

Para salir del hoyo, la ciudad -donde perecieron 3.869 de los 4.634 fallecidos en toda China, según cifras oficiales-, se vio sometida a un duro confinamiento que se mezcló con el miedo a la falta de información y de suministros y el propio desconocimiento del coronavirus.

Fue la primera gran cuarentena de la pandemia: comenzó el 23 de enero de 2020 y se empezó a levantar a partir del 8 de abril, lo que entonces provocó sorpresa y sospechas en buena parte del planeta.

“Pero fue una de las claves. Cambiaron a las autoridades locales y todo comenzó a ir más deprisa. Antes había que esperar para ir al hospital si tenías síntomas y nadie sabía lo que estaba pasando o cómo reaccionar. Nadie decidía nada. La verdad es que estábamos desesperados”, señala.

Al margen del confinamiento, Wuhan revertió la situación gracias a fuertes medidas de prevención, la llegada de personal y material de otras provincias o la construcción exprés de hospitales.

Poco a poco, la curva de nuevos casos se fue aplanando y las imágenes de la normalidad en Wuhan provocaron, desde el pasado verano, incredulidad, celos y admiración en el resto del mundo. “Quizá en otros países las cosas se han hecho de otra manera. En China, en Wuhan, la gente se tomó las reglas muy en serio”, apunta.

LA VUELTA A LA “NORMALIDAD”. Muchos aún utilizan mascarilla en Wuhan pese a que la ciudad no detecta contagios locales desde mediados de mayo: “Ahora es la más segura porque no hemos olvidado lo que pasó”, indica Zhang. Prueba de esto es que los wuhaneses, sobre todo los más jóvenes, no dudaron en celebrar a lo grande, en calles y discotecas, la entrada en 2021.

Eso no significa, dice Zhang, que hayan pasado página sin más.

El ingeniero puntualiza que las autoridades locales pusieron en marcha un programa de ayuda psicológica para los afectados por la covid, aunque decidió no apuntarse: “Lo más duro ya ha pasado y creo que no lo necesito”.

También ha padecido dificultades económicas, y durante el tiempo que estuvo de baja por la covid tuvo que utilizar sus ahorros para mantener a flote a su familia y también pidió prestado a sus amigos.

Lo más duro, resume, fue no poder ver a su hija en medio año: “Cuando la vi de nuevo sentí que estaba empezando una segunda vida”. De hecho, solo sintió que volvía a una cierta normalidad una vez que su hija volvió a la guardería y él comenzó de nuevo a trabajar y a recibir su sueldo, suspendido durante cuatro meses. La empresa cerró durante seis, y ahora cobra el 70% de lo que ganaba antes.

09 ene 2021 / 00:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.