El Parlamento do Hórreo deberá hacer ajustes acordes al nuevo escenario político tras el 12-J

El nuevo escenario político abierto en Galicia tras los comicios del 12–J tiene repercusiones que van más allá del reparto de escaños entre las diferentes formaciones. También incidirá en el día a día de la vida parlamentaria y obligará al Pazo do Hórreo a hacer ajustes en función de la actual correlación de fuerzas.

Aunque todas estas cuestiones deben ser objeto de acuerdo entre los grupos una vez se constituya la nueva legislatura, tal y como informaron a este periódico fuentes de la institución, lo normal es que los espacios se reasignen tanto en el hemiciclo como en los despachos teniendo en cuenta que el BNG sustituirá al PSOE como principal referencia de la oposición y también la desaparición de En Marea y Grupo Mixto.

Los nacionalistas que encabeza Ana Pontón tendrán ahora con sus 19 escaños –más del triple de los que obtuvieron en 2016–, una mayor visibilidad en la Cámara autonómica, en la que hasta la semana pasada sus seis diputados estaban encajonados entre socialistas y rupturistas. También necesitarán, a buen seguro, redimensionar el espacio que ocupan en las dependencias de la Casona para dar cabida a trece parlamentarios extra, así como a sus asistentes y colaboradores.

Pontón Recupera protagonismo en las sesiones de control. Durante la pasada legislatura, la ruptura de En Marea y la entrada del Grupo Mixto ya provocó que el Parlamento de Galicia tuviese que ponerse manos a la obra para adaptar un nuevo espacio a los cuatro diputados escindidos, encabezados por Luís Villares. Algo que ya había sucedido en 2014 cuando la diputada ourensana Carmen Iglesias abandonó la coalición de AGE. Además, el mayor número de grupos políticos, al pasar de cuatro a cinco, provocó que se tuviesen que ajustar a la baja los tiempos de intervención de los portavoces.

Una de las grandes perjudicadas en ese escenario fue precisamente Ana Pontón, pues mientras los dos grupos más grandes, PPdeG y PSdeG conservaron su estatus, el Bloque Nacionalista Galego vio reequilibrados a la baja tanto sus tiempos de intervención como su peso en las comisiones o su cupo para debatir iniciativas. El BNG perdió además el derecho de poder interpelar al presidente de la Xunta en cada sesión de control, algo que ahora volverá a recuperar.

Por otra parte, el nuevo mapa, que reduce a tres el número de grupos y retrotrae a la comunidad al escenario de los años 90 del siglo pasado, tendrá también consecuencias económicas para el Parlamento, que se traducirán en un importante ahorro anual tanto en sueldos como en financiación de los partidos que superará los 300.000 euros al año. Es decir, esta legislatura será más barata.

En su página web, la institución recoge un cuadro resumen donde se desmenuzan las subvenciones a las que tienen derecho los grupos para financiarse, al margen del pago del salario de los diputados. En él se observa que cada fuerza política recibió en 2019 una subvención fija de 9.971 euros al mes, con lo que a lo largo de todo el años el grupo En Común da Esquerda se anotó 119.661 € mientras que el Grupo Mixto, constituido a mitad del ejercicio, se embolsó 48.662. Un montante que ahora se ahorrará la institución.

Igualmente, estas formaciones percibían una subvención finalista de 5.898 euros mensuales, lo que equivale a que en total En Común percibió ese año 70.782 mientras que el Grupo Mixto se quedó en 27.704. Entre ambos en 2019 se repartieron 266.000 euros por estos conceptos para sufragar sus gastos. También se beneficiaron de una tercera subvención, de 1.837 € al mes, que en este caso es variable y va en función de los diputados que hayan logrado.

Al margen de estas ayudas, los grupos cuentan con otras fuentes de ingresos para sus gastos corrientes además de las ayudas electorales en función de sus resultados en las urnas que son cada cuatro años. Así mismo, la reducción de portavoces, uno por cada grupo a los que habría que añadir los suplentes conllevará un alivio del presupuesto.