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sanidad. En pequeños núcleos rurales como Buño, en Malpica, los farmacéuticos se convirtieron en personas de confianza para asesorar a los vecinos de manera inmediata, aunque el Estado no les reconociese como sanitarios TEXTO Ángela Precedo

Farmacias: centro de resolución de dudas durante el confinamiento

Los farmacéuticos han sido otro de los colectivos más discrimando y, quizá, infravalorado durante esta pandemia del covid-19. Pese a atender a los vecinos de sus respectivos pueblos y asesorarlos en cuanto a sus dudas santiarias, también han hecho de contingente para que los hospitales y centros de salud no se viesen saturados durante esta crisis. Por ello, mucho ha sido el malestar que se ha generado entre este colectivo cuando, por parte del Estado y otras autoridades, no han sentido reconocido su trabajo.

“Los farmacéuticos estamos preparados para todo”, asegura Cristina Vázquez, farmacéutica en una pequeña farmacia de Buño, un pueblo con apenas 500 habitantes, como tantos y tantos otros de los que se compone el 90% de Galicia, la Galicia rural. “Para un pueblo pequeñito, el poder tener una farmacia es lo mejor que le puede pasar, porque es un recurso sanitario que tienen a su alcance y que, de otro modo, no tendrían”, explica Cristina.

Pese a que en Buño hay un centro de salud, “solo abre por las mañanas, así que para solucionar cualquier problema relacionado con el ámbito sanitario los vecinos acuden a nosotras”, a las cuatro farmacéuticas que regentan esta farmacia. “Les solucionamos un montón de dudas cada día”, asegura. Tanto es así que muchos, antes de ir al médico, si su problema no es muy urgente, optan por acudir a la farmacia a informarse.

El centro médico de este pueblo coruñés solo abre durante las mañanas, pero “da igual que sea por la mañana que por la tarde, si les podemos solucionar su duda nosotros nos prefieren antes que pasar por el médico”. ¿El por qué? Cristina lo explica: “Ten en cuenta que es un servicio que no necesita citas, al que tú puedes acudir en cualquier momento para que te aonsejen, evitando el tener que solicitar la cita médica y tener que esperar, o evitando problemas de compatibilidad horaria y disponibilidad”.

Para los vecinos, el tener una farmacia en el pueblo es tan importante que en ella realizan también sus compras diarias: geles, champús, papel higiénico... ¿Para qué ir al súper? “Las compras prefieren hacerlas aquí, no desplazarse, también porque la mayor parte de los vecinos son mayores y al ser un pueblo pequeñito alejado de la ciudad y no disponer de coche, prefieren nuestra cercanía y asesoramiento, ya no solo para los medicamentos, sino también para los productos de higiene”.

RESOLVER LAS DUDAS COVID. Durante estos meses de confinamiento y todavía ahora tras finalizar el estado de alarma, son muchos los que siguen acercándose al establecimiento en el que trabaja Cristina para preguntarle dudas sobre la enfermedad. “Acudían para todo a nosotros, aunque solo fuese para conocer bien los síntomas”, asevera.

“Esta gente suele informarse principalmente a través de la televisión, que te explicaba los síntomas, pero tú no puedes preguntarle dudas, entonces venían a hacernos las preguntas a nosotros”, recuerda Cristina sonriente. Para ella, todo lo que fue el poder ayudar y resolver las cuestiones más inmediatas que previenen el contagio y la transmisión de la enfermedad supuso una gran satisfacción. “Es mi vocación”, sentencia.

Además, “también nos preguntaban, incluso, cómo debían lavarse las manos correctamente, para que se lo ejemplificásemos, o cómo se ponía la mascarilla y cómo se debía de echar el gel hidroalcohólico”.

CARIÑO Y AGRADECIMIENTO DE LA GENTE. Aunque no vivimos aquí, para los vecinos “ya somos del pueblo”. “No eres la farmacéutica, ya te llaman por tu nombre”, cuenta Cristina. Este es el mayor premio para los meses que ella y sus compañeras han tenido que exponerse al virus, en primera línea de fuego, atendiendo a personas que llegaban con fiebre y otros síntomas de coronavirus, no sabiendo si serían portadoras o no. “Los primeros días sí tienes miedo, parece que hasta por los nervios te daba la tos, pero así que pasaron las dos primeras semanas ya no tenías miedo, solo querías ayudar”.

NO SE LES RECONOCE COMO SANITARIOS. Ese cariño es el que también les habría gustado recibir por parte del Estado, ya que “sí que te sientes algo infravalorado, no por parte de la gente, sino de los poderes, no te sientes reconocido”.

El punto más fuerte de ese dolor viene por el hecho de que no se les considere sanitarios. “Hubo muchísimos debates con eso, para ellos no éramos sanitarios”, al igual que sucedió en su momento con los conductores de ambulancia, que pese a tratar todos los días con pacientes covid y exponerse al virus no entraban en la rama sanitaria.

“Ofrecemos un servicio más inmediato que un médico, somos sanitarios, nos regimos por las normas sanitarias y Sanidad es quién nos controla, tenemos unos estudios que nos avalan y fuimos por esa rama del conocimiento, por lo que no te incluyan y no te consideren en ese grupo molesta bastante”, concluye.

GRAN AFLUENCIA DE GENTE. Pese a que Buño solo cuenta con 500 habitantes, “no se nota que sean pocos, por aquí pasa al día tanta gente o más como en un pueblo más grande o una ciudad”. “Realmente, la primera vez, me quedé sorprendida”, recuerda. En este sentido, también comenta que durante el estado de alarma, “hubo mucha gente que vino para el pueblo a pasar el confinamiento y se abastecía también en la farmacia”, con lo cuál “sí se notó un poco el incremento de gente”.

09 ago 2020 / 21:30
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