“Ha quedado claro que la inversión en investigación no es una pérdida de dinero”

Querría pensar que sí, pero no cree que, cuando todo vuelva a la normalidad, en la sociedad haya calado el mensaje de que la inversión en investigación no es “una pérdida de dinero”. “Lo dudo. Tengo que verlo para creerlo”, apunta el científico José Martínez-Costas, dedicado, con su equipo, a la búsqueda de una vacuna contra el SARS-CoV-2.

Esta semana respira aliviado tras conocer que la Comisión Europea les brinda financiación. La aparición de una pandemia era predecible, opina el jefe del Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares de la Universidad de Santiago (CiQUS) y su estrategia, resultado de “años” de indagaciones básicas, es diferente a otras en desarrollo. La tecnología de la que habla, explica a Efe, tiene múltiples aplicaciones; y resultados en márgenes de tiempo reducidos y a bajo coste es la máxima.

Este es el camino: primero, que células de cualquier origen fabriquen microesferas; segundo, que introduzcan dentro de ellas los antígenos víricos; tercero, ya las partículas se purifican muy fácilmente y tienen capacidad intrínseca para estimular el sistema inmune. Esto último, concreta este investigador, las convierte en “ideales” como protección contra el SARS-CoV-2, enfermedad que afecta con dureza a personas mayores cuyo sistema inmune suele estar debilitado.

El proyecto (él habla siempre en plural) ha sido respaldado por el Instituto de Salud Carlos III desde un inicio y ahora ha recibido un apoyo muy específico de la European Vaccine Initiativa para las pruebas preclínicas en animales de experimentación, las cuales van a a permitir, si todo sale según lo previsto, llegar a la fase de ensayos en humanos.

Para este previo, contarán con la colaboración del grupo que lidera Javier Ortego en el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA-INIA) de Valdeolmos (Madrid).

¿Esta línea de trabajo permite producir vacunas contra cualquier patógeno?

Sí, en principio podemos elaborar antígenos contra cualquier patógeno. La hemos probado ya con éxito en ensayos animales contra dos casos distintos, el virus de la lengua azul y el de la peste equina africana, y también contra un modelo de cáncer de ratón, donde provocaba la remisión de los tumores.

Uno se puede imaginar que el ritmo de trabajo ha sido tremendo.

Nos pasamos muchas horas en el laboratorio desde que esto empezó, sobre todo los chicos, fines de semana incluidos. Al principio fue como un maratón. Ahora empezamos ya a llevar un ritmo de trabajo intenso, pero más normal, puesto que tenemos casi todo listo ya.

Las enfermedades infecciosas se combaten fundamentalmente con vacunas. El Ministerio de Sanidad ha incidido en que se comparta información. ¿Nota esa colaboración o prevalece la competitividad? ¿Cómo lo ve en España en particular, donde se ha hecho esta instrucción, y en el mundo en general?

En España existe un alto grado de colaboración entre diferentes grupos. Nosotros tenemos relación directa con intercambio de información y material con varios de los grupos españoles que poseen financiación para desarrollar vacunas contra el SARS-CoV-2. Parece que todos en general queremos que aparezca alguna solución, sea la propia o no, que nos saque de esta situación en la que estamos.

Otra cosa son las grandes compañías que se están jugando mucho dinero en esto y parece que la información que liberan la ofrecen a cuentagotas; y, al menos a veces, parece que no muy completa.

Un buen científico no se hace de un día para otro. Necesita dosis de maduración para dar lo mejor de sí. ¿Podría compartir cuáles cree que son las lecciones que la sociedad ha extraído de esta pandemia y si la apuesta real por la actividad científica es una de ellas?

Creo que ha quedado claro que la inversión en investigación no es una pérdida de dinero, como algunos creían, sino todo lo contrario. De todas formas, dudo de que, cuando todo vuelva a la normalidad, este mensaje haya calado realmente en la sociedad. Ojalá lo haga, pero tengo que verlo para creerlo.

La situación que el mundo vive con el virus es única y para muchos demoledora. ¿Estamos siendo, en su opinión, saturados con información con un contenido muy variable de interés y, lo que es más importante, de certezas?

Sí, ahora mismo hay un absoluto exceso de información y es muy complicado separar lo importante de la paja y la verdad de la mentira. Hay que dejar pasar un tiempo para ver las cosas con un poco más de perspectiva. En medio de resultados interesantes aportados por gente que quiere contribuir al conocimiento de este virus y de sus consecuencias, también existe un alto grado de oportunismo, por parte de muchos, que mete un montón de ruido en toda esta situación.