“Hay solo dos familias contagiadas, y una de ellas vive sola en un pueblo”

Malpica de Bergantiños (5.447 habitantes), Catoira (3.349), Gomesende (750), A Pontenova (2.201), Xunqueira de Espadañedo (751), Cabanas (3.318), Aranga (1.834) y Carballo (31.303). Todos ellos pequeños ayuntamientos con menos de 5.500 vecinos, a excepción de Carballo, que vieron el pasado martes como, por sorpresa, se descolgaban de la lista de municipios que desde mañana continuarán en restricciones máximas. La noticia no ha dejado indiferente a nadie y sus alcaldes han contado a EL CORREO cuál es la situación de sus poblaciones.

“En este momento tenemos siete casos de coronavirus, con probabilidad de que esta semana ya le den el alta a la mayoría”, apunta Pura Rodríguez, alcaldesa de Gomesende, una pequeña localidad de la comarca ourensana de Celanova, que tiene en estos momentos una incidencia de 410 casos por 100.000 habitantes. “Al tener tan poca población (700 habitantes), la proporción sale altísima”, asegura, pese a que “solo están contagiadas dos familias, muy concentradas; de hecho, una de ellas, de ocho miembros, constituye un pueblito entero, porque al tener Gomesende 72 aldeas, está toda la población muy diseminada”.

Lo mismo sucedió en Xunqueira de Espadañedo (IA de 403), donde “solo hubo dos casos de coronavirus, pero la baja población disparó la incidencia, aunque sabíamos que pronto íbamos a estar fuera de riesgo máximo”, indicó el alcalde de la zona, Carlos Gómez, que se mostró esperanzado de que, “incluso, antes del viernes, podemos estar fuera del riesgo alto, por lo que tengo la esperanza de bajar al tercer nivel”.

Por su parte, el alcalde de Malpica de Bergantiños, Walter Pardo, se mostró “muy contento” de haber salido de la zona de riesgo extremo. “Hoy recibimos la noticia de que ya bajamos otros 10 casos de COVID, por lo que ahora mismo estamos en solo 26 y hemos descendido muy rápido: de 76 contagiados a 26, cincuenta casos en poco más de dos semanas”. Considera, además, que “igual que estábamos dispuestos a quedar cerrados y mantener la precaución cuando habló el señor presidente el lunes, vemos bien que ahora se nos tome en cuenta para la reapertura”.

Asimismo, el alcalde de Aranga, Alberto Platas, explica que “yo sí que contaba con salir más pronto que tarde del riesgo máximo, porque conozco la realidad de mi ayuntamiento, que además es de baja población, por lo que tiene los casos muy aislados y localizados en dos pequeñas familias”. De este modo, sabía “que en cuanto se recuperasen sus miembros volveríamos otra vez a la normalidad”. Este titular municipal confía “en no regresar a restricciones máximas, porque si echamos la vista 15 días atrás, llevábamos tres semanas consecutivas con 0 casos”. Cree que “los dos contagios vinieron por parte de personas que trabajaban fuera y trajeron el virus”.

En el caso de Carballo, su mandatario, Evencio Ferrero, informó de que, pese a ser “un ayuntamiento bastante grande (30.000 habitantes lo convierten en el doceavo municipio gallego con más población)”, se dejó sentir “una considerable bajada de los positivos en los últimos días”. En esta localidad, por su extensión, “resulta mucho más difícil detectar los focos de contagio” y, por tanto, controlarlos.

LOS BARES COMO PUNTO DE ENCUENTRO DE LOS VECINOS. La consecuencia más directa para todos ellos, además de la mayor movilidad, es la reapertura de la hostelería, aunque solo en terrazas. “Yo creo que la gente recibirá la reapertura del único local que tenemos con mucha alegría, porque es su manera de relacionarse; la gente iba al médico o a la farmacia y luego se tomaba un café”, indica la alcaldesa de Gomesende.

Desde Xunqueira de Espadañedo también se muestran “muy contentos de reabrir” y “será un alivio para los vecinos”. Sin embargo, desde Malpica el regidor incide en que “aunque fue una sorpresa buena”, “no nos podemos relajar ni confiar, pido por favor a la gente que no se desboque y tenga ‘sentidiño’, que las épocas de verano vienen ahí y no queremos cerrar otra vez”.

Finalmente, en Aranga la veintena de locales de la zona “es la única forma que tienen los vecinos de relacionarse en el rural” y “la gente estaba deseando irse a tomar un café y charlar un rato al salir de trabajar, para poder hablar con los vecinos, porque aquí tampoco hay mucha más forma de relacionarse”.