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Antonio Antela Coordinador de Enfermedades Infecciosas del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago

“No podríamos soportar un rebrote temprano ni los sanitarios ni el sistema”

El doctor Antonio Antela, coordinador de la unidad de Enfermedades Infecciosas del área sanitaria de Santiago y Barbanza, teme que un mal comportamiento de la población en la desescalada conlleve un “rebrote temprano” que ni el sistema sanitario ni los profesionales que en él trabajan soportarían.

Él contrajo covid-19, estuvo muy mal y opina que el pasaporte inmunitario es una “majadería” porque explica, en una entrevista con Efe, que el mero hecho de tener anticuerpos certifica haber pasado por el contagio de coronavirus pero no garantiza que en un futuro la persona no vuelva a infectarse por el patógeno causante de esta pandemia. La inmunidad, por lo tanto, opina, no está garantizada.

¿Era difícil de prever la elevada transmisibilidad del virus?

A todos nos cogió por sorpresa. Es entendible que los expertos que tuvieron que tomar decisiones en su momento no acertasen a ver con prontitud las consecuencias que iba a tener esta , en un primer momento, epidemia. Dicho esto, me pongo en febrero, lo que sí veíamos a finales de ese mes es que el virus ya había traspasado las fronteras de China, estaba en Europa, y ahí probablemente se debía haber actuado de forma más rápida.

Es decir, cree que hemos perdido la primera quincena de marzo.

Sí. Es en la que había que haber hecho lo que se hizo después: estado de alarma, confinamiento, claramente la medida que se ha demostrado eficaz para reducir la posibilidad de transmisión; y aislamiento, cuarentena, o como se le quiera llamar. Si se hubiese hecho 15 días antes, el número de casos habría sido significativamente menor, también el de muertes. Pero bueno, es una decisión con mucha trascendencia y puede ser en cierto modo entendible desde el punto de vista humano que se cometiese el error, aunque sin duda hay que considerarlo un error. Quizás una de las cosas que tengamos que aprender de esta pandemia es la de mostrar más sensibilidad ante los datos que van llegando y tomar decisiones más contundentes antes.

Cree que se tardó mucho en confinar a la población, ha quedado claro. ¿Y ahora ve rapidez en la desescalada?

Sí. Y me preocupa. Yo creo que en España se ha tomado una buena decisión haciéndola por fases porque no todo el territorio tiene la misma situación epidemiológica. Veo lógico que los núcleos donde hay mayor incidencia, Madrid o Barcelona, tarden en pasar a la siguiente fase. Lo veo absolutamente normal desde el punto de vista sanitario, no entro en cuestiones económicas porque no es mi tema y no quiero opinar sobre ello. Pero desde el punto de vista sanitario lo tengo claro: creo que es un acierto. Y me da miedo la presión que están ejerciendo algunas comunidades autónomas para pasar de fase.

Y la respuesta por parte de la población, ¿le provoca inquietud?

Cuando se pasa a fases menos restrictivas, sí. Hay que recordar que algunas cosas se pueden hacer, pero no todas, y que no hemos eliminado el virus. Un mal comportamiento puede conllevar un rebrote temprano y en este momento ni nuestro sistema sanitario ni sus trabajadores lo soportarían.

Que vaya a haber un rebrote, ¿a su parecer es inevitable?

Sí, porque el nivel de prevalencia en la población general en España es baja y, por lo tanto, si el virus está circulando, sin duda habrá una segunda ola. Lo importante es que, por un lado, no sea tan intensa como la primera y, por otro, que se retrase lo máximo posible para que dé tiempo al sistema sanitario a restablecerse, a volver a la normalidad, a asumir todo el trabajo que no hicimos con otras patologías crónicas estos 2 meses. Y a restablecer la capacidad de los sanitarios de responder a un nuevo desafío. Lo mejor sería que no ocurriese, pero como parece inevitable, idealmente, si puede decirse así, mejor que sea después del verano.

Y si es antes...

-De ahí el temor a una desescalada desordenada o demasiado rápida. Si es antes puede ser catastrófico, aunque no me guste ser apocalíptico. Veamos, quien lo ha vivido esto desde dentro, como médico, o como médico y como paciente, siente miedo de que esto ocurra otra vez a lo bestia y demasiado pronto. Y que no nos hayamos recuperado.

Usted mismo ha pasado por esta enfermedad. ¿Tiene secuelas?

Estoy absolutamente asintomático pero la verdad es que lo pasé bastante mal. Tuve una neumonía bilateral y la recuperación fue muy lenta. No solo es reactivar la función respiratoria, es que esto te deja baldado, con muy pocas fuerzas y muy cansado. Perdí mucho peso y junto a lo físico está lo psicológico. Es pasar una experiencia traumática, en la que te ves vulnerable, un poco a la deriva, y con el problema sobreañadido de la angustia por estar aislado además de tener la sensación de que te vas de este mundo sin despedirte de tu familia.

Eso deja una secuela psicológica. ¿Cómo se gestiona volver?

Es como regresar al lugar del crimen. De alguna manera tienes ganas de volver a ayudar, eso siempre; pero también tienes temor por volver a infectarte.

¿Considera que es real la inmunidad protectora?

Todavía no se sabe. De hecho, el único estudio que está publicado es uno hecho en China con 175 personas de las cuales el 30 % no desarrolló niveles de anticuerpos suficientes como para poder decir que tenía inmunidad protectora. No hay datos suficientes para saber si la desarrollamos o no, tampoco qué proporción de los pacientes que han pasado por la infección ni cuánto dura en caso de que se desarrolle. Por eso, desde mi punto de vista, el tema del pasaporte inmunitario es una majadería.

Desde que se detectaron los primeros casos, ¿tendrían que haberse hecho los test masivos?

Países que así lo han hecho como por ejemplo Corea del Sur, Alemania, Singapur, Hong Kong y Taiwán nunca han tenido un número tan exagerado de casos como nosotros. La respuesta es sí. Ahora ya de alguna manera deberíamos estar en condiciones de hacerlo. Que no lo estuviéramos en la primera oleada puede ser entendible, pero ahora no lo sería.

Épicos está en plena fase de reclutamiento. Habrá que esperar para tener resultados estadísticamente significativos y la curva de incidencia de nuevos casos está descendiendo. ¿Puede haber por ello una menor implicación?

El número de personas a incluir es muy importante. De los que han empezado, los que más tiempo llevan, suman un mes, cuatro semanas de las 16 previstas. Todo está yendo muy bien. Pero es demasiado precoz para tener un resultado. Y sí, está habiendo dificultad para conseguir ese número de participantes previsto. Afortunadamente, esa curva de incidencia de nuevos casos está descendiendo y eso hace que haya menos pacientes y, por ende, que el número de sanitarios expuestos a la infección sea menor. La percepción de que el riesgo está disminuyendo provoca que se retraigan a la hora de tomar parte. Pero debemos hacerlo.

Se administran de manera preventiva y aleatoria uno o dos medicamentos que se compararán con un grupo placebo en línea con las directrices de la OMS y la comunidad científica. ¿Y a partir de ahí?

Pues así se compara la eficacia preventiva de tres tratamientos cruciales para con este virus: hidroxicloroquina, antirretrovirales que se utilizan para tratar la infección por VIH y la combinación de ambos. Es un estudio comparativo, aleatorizado y doble ciego, en el que los participantes son repartidos al azar entre 4 ramas con los tres tratamientos estratégicos y un placebo. Son 12 semanas de tratamiento y 4 más de seguimiento para ver si las personas se han infectado o no.

22 may 2020 / 21:47
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