Once trabajadores de Viaqua viven aislados en caravanas para surtir de agua potable a Santiago
Ni los que llevan toda su vida en Viaqua recuerdan una situación como esta, y mucho menos se imaginaron que iban a tener que dormir en una caravana junto a la Estación de Tratamiento de Agua Potable del Tambre para que los compostelanos siguiesen teniendo suministro a pesar de la crisis del coronavirus. Y es que la prioridad de Viaqua durante el confinamiento, tal y como explica a EL CORREO Ana Tejeiro Sandomingo, gerente en Santiago, está siendo “salvaguardar la salud de los trabajadores y poder seguir atendiendo el servicio”.
Por esta razón, cuando la situación comenzó a complicarse, primero optaron por incrementar las horas en los turnos y hacer que fueran “estancos”, con el fin de que el personal de diferentes tandas no tuviese contacto para minimizar el riesgo de contagio, y después elaboraron un plan de presencia permanente en las instalaciones. “Somos un servicio esencial y uno de los puntos críticos era la estación de tratamiento de agua potable. Lo más importante es mantener el suministro en Compostela. Así que durante 15 días tres trabajadores viven en la planta en tres caravanas. De este modo evitamos que estas personas estén en contacto con más gente para evitar un posible contagio”.
Cuando estos tres empleados finalizan su turno de dos semanas, se desinfectan las caravanas y la instalación al completo y entran otros tres compañeros, que permanecen allí otros quince días. Viaqua encargó un servicio de cátering que le lleva la comida todos los días, “y es un momento que suelen compartir juntos los trabajadores que están en ese turno”.
En total son once los empleados que forman parte de estos turnos rotatorios y todos ellos se presentaron de manera voluntaria. “Antes de la crisis del covid-19 ya sabíamos que el personal de Viaqua es muy consciente de que su trabajo es un servicio público y ahora hemos constatado que tienen una vocación muy arraigada. Todos se mostraron voluntarios y eso que nosotros entendíamos perfectamente que cada persona tiene su situación particular, pueden tener niños o mayores a su cargo, pero desde un primer momento, para nuestra sorpresa, todos decidieron presentarse voluntarios. Estamos muy orgullosos de su respuesta”, comenta la responsable.
Para asegurarse de que están bien mantienen una comunicación permanente con ellos. “Si ya de manera habitual hablamos continuamente con los trabajadores, ahora el contacto telefónico y por videoconferencia es constante y prácticamente son ellos los que nos animan a nosotros. Lo llevan muy bien, porque tienen esa responsabilidad muy asumida. Están muy animados. Intentan comer juntos y se comunican a diario con sus familias. Saben que están realizando un servicio esencial”, aclara Ana Tejeiro.
Salvo por estar aislados en una caravana, el trabajo que estos once héroes anónimos realizan a diario es prácticamente el mismo de siempre. “Hacen labores de mantenimiento o trabajo correctivo de la planta, como inspeccionar la calidad del agua o tomar muestras. La única diferencia es que lo hacen de una forma más continua. Con este plan lo que pretendíamos es mantener el servicio igual que siempre y que no se notase nada distinto”.
El plan de presencia permanente comenzó el 2 de abril, aunque ya llevaban un tiempo preparándose, porque desde el 14 de abril estaban realizando turnos estanco. “En principio la idea es que estén allí todavía un tiempo, pero todo dependerá de cómo vayan las cosas”, añade Ana Tejeiro.
Se trata de una situación inédita a la que jamás pensaron que se iban a enfrentar. “Nunca nos imaginamos vivir algo así. Tenemos gente que lleva muchos años trabajando con nosotros y tienen estado muchas horas en la planta o pasar noches enteras reparando una bomba, pero vivir de forma continua en la propia planta es algo que nunca había sucedido Afortunadamente, lo conseguimos organizar todo muy rápido. Esperamos que pase pronto para poder volver a la normalidad”.
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