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Se reactiva el Ejército con la misión Baluarte para combatir el covid

Los militares seguirán con los rastreos pero desde hoy englobarán todas las tareas en la lucha contra el virus

“El virus sigue ahí”. El aviso de la ministra de Defensa en el acto de clausura de la operación Balmis el 25 de julio presagiaba lo que acaba de ocurrir. El Ejército ya cuenta con una Balmis II, la misión Baluarte, que ha pasado de centrarse en el rastreo a englobar toda la lucha contra la pandemia. Aquel día, en la base de Retamares, se daban las cifras de Balmis (20.002 actuaciones en 2.300 localidades durante 98 días) y se anunciaba que el Ejército ya preparaba un plan ante un posible rebrote de la pandemia, con acopio de material sanitario hasta para 40 días.

El respiro solo duró algo más de un mes y el 4 de septiembre, ante el aumento de contagios, Defensa puso en marcha la misión Baluarte, centrada en ese momento en los rastreadores militares que el Gobierno ofreció a las comunidades autónomas.

La Unidad Militar de Emergencias (UME), punta de lanza, fue la encargada de empezar con la tarea, pero el avance imparable de la pandemia ha llevado a Defensa a liberar a este cuerpo y dejarla en manos de los distintos ejércitos (Tierra sobre todo, pero también Aire y Armada), que cogieron el relevo.

Este jueves, en la misma base donde en julio se cerró Balmis, Margarita Robles anunció que Baluarte deja de ser una operación de rastreo y pasa a englobar todas las tareas de lucha contra el virus.

Todo bajo la coordinación, como ya ocurrió en Balmis, del Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa, aunque ahora cuenta con un nuevo comandante, el teniente general Francisco Braco, que ha sustituido al anterior, Fernando López del Pozo, por pasar éste a la reserva y de ahí, repescado por Robles, a la Subdirección de Planes y Relaciones Internacio- nales del ministerio.

Esta vez la manera de canalizar la ayuda es diferente. No hay un mando único del Gobierno que decida sobre las peticiones de las comunidades y por ahora, en el caso de Madrid, la ayuda se estructura a través de la Delegación del Gobierno, que la traslada al Mando de Operaciones de Braco. Aparte de los rastreos (las comunidades han pedido unos 1.700 rastreadores, de los que están operativos un 70 %), los militares han hecho en esta nueva ola del virus alguna desinfección en Aragón y en Madrid, pero Robles ha indicado que están dispuestos a todo dentro de sus competencias.

Eso incluye rastreos (ya han reclamado rastreadores todas las regiones menos Cataluña y País Vasco) y desinfecciones, pero también instalación de tiendas para pruebas PCR, refuerzo sanitario o asistencial y, si hiciera falta, transporte de fallecidos, de material sanitario y de comida.

Pero no, destac Robles, funciones de orden público o seguridad ciudadana, unas labores que durante Balmis asumieron militares puntualmente y dejaron de hacerlo por discrepancias con Interior. La ministra lo ha dejado claro. “Esas competencias corresponden a las fuerzas de seguridad del Estado o a las policías municipales”, “que nadie tenga la tentación de usar a las Fuerzas Armadas para lo que no son competentes”.

Ha habido poco espacio entre Balmis y Baluarte pero, según Robles, “esto no se ha parado ni un momento”. El Mando de Operaciones de Braco “nunca ha dejado de funcionar”, ha destacado el teniente general, y trabaja “24 horas al día, 7 días a la semana”. Ahora vuelve a coordinar a los militares que luchan contra el virus, como también hace con las diferentes misiones de las Fuerzas Armadas tanto en España como en otros países.

“La gran ventaja con que nos encontramos es que podemos emplear toda la experiencia que hemos acumulado con la operación Balmis. Mi gran reto consiste en que esta transición a esta nueva operación sea de la forma más suave y eficiente”, ha dicho Braco, que hasta el relevo de López del Pozo era su número dos.

02 oct 2020 / 00:00
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