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El restaurante Barrigola, en Santiago, instaló contadores de CO2 hace 5 meses // Su propietario tardó mes y medio en tenerlos y cree que ahora va a ser difícil en tan poco tiempo TEXTO Salomé Barba

“¡Van a tener que hacer magia para conseguir un medidor en una semana!”

El restaurante Barrigola, en la compostelana avenida de Ferrol, cuenta en la actualidad con 5 personas trabajando, aunque fueron 9 antes de la pandemia. Desde el comienzo de la crisis sanitaria vinculada su volumen de negocio descendió “un 70%, y como el resto de los compañeros buscamos alternativas”. Así, se acogieron “al bum del ‘delivery’, aunque las plataformas se llevan el 30 % y da para ir tirando y tenemos menús del día de alto nivel”, pero las cuentas no dan para grandes alegrías, como en la mayoría.

Su propietario, Carlos Noya, explica que el establecimiento ya cuenta con medidores de niveles de CO2, y de otros gases y partículas. Efectivamente, en una simple visita al local se pueden observar, bien visibles para los clientes –como estipula el DOG publicado este miércoles–. Tiene dos aparatos, uno al lado de la barra con el objetivo “de medir los niveles de la cocina, que es donde más contaminación se genera”, y otro en una pared del comedor.

La nueva desescalada implica el retraso del toque de queda a las 23.00 horas y los locales de hostelería con licencia de restaurante podrán optar por dar servicios de cenas, los establecimientos esperan que la clientela responda y ayude a aliviar la mala situación.

Para Noya, la obligatoriedad de atender las cenas por reserva o la necesidad de llevar un registro de los usuarios no es un gran problema. Sin embargo, ve mucho peor que cada local deba tener medidores de CO2. “Este requisito es la oveja negra de las tres medidas”, advierte.

Y lo explica con conocimiento de causa. “Los tenemos desde hace 5 meses”, y decidió instalarlos por recomendación de su familia –tiene un hermano especialista– y amigos trabajadores de Sanidad. “Me animaron al decirme que tarde o temprano resultaría de utilidad, pero si nosotros, cuando nadie necesitaba medidores, tardamos más de mes y medio en conseguirlos, ahora que es una condicion sine qua non, el mercado va a estar complicado. ¡Van a tener que hacer magia para conseguirlo en una semana!”.

Además de los aparatos, el local tiene un sistema que purifica el aire si el gas sube de nivel. En su caso tenía una preinstalación que le sirvió, y calcula que aún así, gastó “unos 900 euros. Y tuve la gran suerte de que en ese momento había subvenciones de la Xunta y mitigó mucho”, remarca.

El Barrigola tiene una entrada diáfana por delante y justo enfrentada otra que da a una terraza, y ambas estaban abiertas cuando se visitó el local. Aún así, su medidor marcaba en torno a 900 ppm de CO2, cuando lo estipulado en el DOG para ventilar o purificar el aire es de 800 ppm. “La ventilación mecánica con puertas o ventanas puede no llegar”, y añade que “los profesionales que montaron este sistema estipularon 1.000 ppm de concentración como nivel máximo, quizá el nivel que dice la Xunta lo tendrían que revisar”, explica Carlos Noya.

15 abr 2021 / 14:56
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