Abel se va a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena... penita, pena

Las fobias estratégicas del alcalde de Vigo, Abel Caballero, provocaron que la primera ciudad visitada por el presidente Rueda en su ronda de contactos con los regidores de las grandes urbes fuese A Coruña. Allí se encontró con Inés Rey, socialista también como su homólogo y compañero del sur, pero de carácter más conciliador, al menos con quien le conviene, pues con Gonzalo Caballero tampoco demostró gran cortesía. La política es así, por una parte gestión y, por otra, habilidad táctica. A Abel Caballero, en su relación con el presidente de la Xunta, sea el que sea mientras sea del PP, sólo le interesa resaltar que denigra su ciudad y él, como el gran defensor de sus vecinos, ni lo recibe. Que su argumento sea verdad o mentira es lo de menos. Es una actuación que le da votos. Tampoco Feijóo le reconocerá nunca nada a Sánchez, igual que hacía éste con Rajoy. Es parte del juego. La diferencia es que Abel lo lleva casi al plano personal. Inés Rey no, seguramente por su carácter, pero también por estrategia. A ella le va bien que la vean dándole dos besos a Rueda, porque el suyo es un liderazgo tranquilo, sin necesidad de enemigos. Tal vez la alcaldesa de A Coruña, al final, sea más fuerte que el regidor de Vigo. Por eso no va a la guerra.

xosé ramón r. iglesias