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Francisco José Garzón Amo

El último viaje que lo condenó de por vida a una existencia muerta

Maquinista del Alvia accidentado en Angrois

Del Alvia descarrilado en Angrois por las fiestas del Apóstol de 2013 bajaron ochenta personas muertas, ciento cuarenta y cinco heridas y ni una sola de las que habían hecho el trayecto desde Madrid se apeó siendo la misma que había cogido aquel fatídico tren. Empezando por el maquinista, Francisco José Garzón Amo, cuyo estado físico o biológico a partir de aquel día se puede calificar de “muerto en vida”. Su parte más feliz como ser humano se apagó en aquella trágica noche, en aquella maldita curva. Falleció su alma, pero su cuerpo quedó prisionero en este mundo dentro de una existencia donde sólo tiene cabida el lamento continuo. El peso de sentirse responsable de tanto dolor y tanta muerte desborda la barrera de lo soportable y todos los días se manifiesta a través de un llanto como el que ayer le brotó en pleno interrogatorio judicial. Hay profundidades del espíritu que no se pueden expresar con palabras, sólo con lágrimas. En sus primeras declaraciones, el maquinista Garzón hablaba de un “despiste”; ayer, de una desubicación espacial (“pensaba que estaba en un túnel anterior”). Todavía hoy continúa desorientado y confuso. Da igual lo que sentencie el tribunal. Él sufre en su conciencia un castigo que será eterno.

eduardo montero

06 oct 2022 / 21:15
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