Sigue a su aire sin la más mínima intención de rendir cuentas al resto

Retomando la fábula del niño del balón este Luis Enrique Martínez es de la misma cuerda que Martiño Noriega en el campo de fútbol. Semeja ser un profesional caprichoso al que poco, o nada, le importan los demás: con la disculpa de ser fiel a unas ideas (que cuando quiere las cambia a su gusto, por cierto) sigue dando disgustos a los aficionados de España. Lo del partido contra Suiza es una buena muestra. Se empeña en marcar los caminos con la soberbia de aquellos que se consideran por encima del bien y del mal y que, sobre todo, nunca están dispuestos a rendir cuentas. Esperemos que, al menos, recapacite y lleve a Iago Aspas al Mundial. Es lo mínimo. r.m.a.