La USC frente a la Inteligencia Artificial: “Con 150 alumnos no puedes evitar que la usen”

Las universidades buscan cómo gestionar el avance de los chatbots, capaces de generar contenidos escritos creativos // La solución, según los expertos, reside en generalizar una evaluación continuada y formativa

Un alumno consultando el móvil en el entorno de la biblioteca Concepción Arenal del Campus Vida de la USC

Un alumno consultando el móvil en el entorno de la biblioteca Concepción Arenal del Campus Vida de la USC / Ángel Martínez

Ángel Martínez

Como un tsunami venido del futuro, la Inteligencia Artificial (IA) ha irrumpido en la escena con la amenaza de provocar un cambio radical en nuestras vidas. Ni siquiera los investigadores de esta disciplina son capaces de prever cuál será su incidencia a corto plazo a nivel económico, laboral, social o sanitario. También en la educación. La IA ha desatado una "carrera armamentística" en las universidades contra el uso fraudulento de esta tecnología por parte de los alumnos. Los centros buscan cómo gestionar el rápido avance de los chatbots -una herramienta de Inteligencia Artificial capaz de generar contenidos escritos- tras detectar que los estudiantes los utilizan para realizar trabajos e incluso exámenes. Expertos de la Universidade de Santiago (USC) tienen claro que en las aulas con mayor número de alumnos es difícil controlar su uso.

La pregunta del millón es cómo debe adaptarse la USC al uso de estas nuevas herramientas por parte de los alumnos. Hace tan solo unos meses nadie podía imaginar las consecuencias que tendría ChatGPT, un modelo de chatbot capaz de generar respuestas muy convincentes a las preguntas que realiza el usuario. Los expertos comparan su eclosión con las consecuencias que tendría para las Matemáticas el hecho de que, de pronto y casi sin evolución, aparecieran las calculadoras. Y aquí reside precisamente el gran riesgo para los alumnos, porque la rapidez con la que irrumpen estas nuevas tecnologías dificulta que los centros puedan desarrollar estrategias de detección específicas para los textos generados por chatbots y que el profesorado logre adaptarse para impedir que los utilicen. Si fracasan habrá graves consecuencias, dado que el estudiante cumplirá sus obligaciones sin retener conocimiento. Aprendizaje cero.

“Las capacidades de la Inteligencia Artificial son cada vez mayores. Hablamos de herramientas que irrumpen en ámbitos que hasta ahora eran exclusivos del ser humano. Un modelo como ChatGPT puede dar respuesta a preguntas, hacer trabajos... No es solo el corta y pega. Hay procesos de construcción que son realmente creativos, incluso cuando les pides conceptos muy abstractos”, explica Senén Barro, director del Centro Singular de Investigacións en Tecnoloxías Intelixentes (Citius), y que lleva tres décadas investigando esta tecnología.

No obstante, el también exrector de la Universidad de Santiago de Compostela llama a la calma: la Inteligencia Artificial no va a provocar un cambio radical en las universidades de un año para otro. Principalmente, porque “en el ámbito de la educación hay una inercia enorme. En lo sustancial, si alguien entra hoy en un aula verá cosas parecidas a hace cien años. Aunque haya muchas posibilidades de cambios, éstos serán más lentos que en otros ámbitos”.

Para Barro, la responsabilidad de los profesores es estar atentos y tratar de que se usen estas nuevas herramientas por el bien del aprendizaje. “El objetivo es el de siempre. El profesorado debe estar al día de estas herramientas y no verlas como un enemigo. Hay que saber utilizarlas para que se conviertan en una aliado”, señala.

Reducir el ratio de alumnos

No hay duda de que las universidades se verán obligadas a adaptar sus programas a esta nueva realidad en un contexto en el que el desarrollo tecnológico avanza a una velocidad muy superior al cambio de metodología o la evolución educativa, destaca María del Carmen Fernández Morante, profesora de la USC en la Facultad de Ciencias de la Educación y miembro del Grupo de Investigación de Tecnología Educativa.

Es obvio que este tipo de chatbots no se han desarrollado para mejorar la enseñanza. La experta, que al igual que Senén Barro llama a la calma, compara el reto actual para los centros de educación superior con la irrupción de Internet y cómo éste ofreció de repente la posibilidad de buscar sin límites información. “Hace un par de décadas tuvimos que adaptar nuestros programas docentes y de evaluación al plagio”, señala. “En este momento en el que vemos que estas herramientas se utilizan de una manera fraudulenta los programas de asignaturas tendrán que reflejar que siempre que un alumno recurra al uso ilícito de estas herramientas habrá consecuencias en la evaluación”.

Las ocho principales universidades australianas, asociadas en el denominado Group of Eight, han llegado a repensar fórmulas tradicionales de evaluación como los test a papel y bolígrafo. Según el Dr Matthew Brown, principal representante del grupo, el Grupo de las Ocho ha tenido que revisar “cómo se llevarán a cabo las evaluaciones en 2023”. Para Fernández Morante la respuesta ante la propagación de los chatbots debe ir en otra dirección.

La solución para controlar el uso fraudulento de estas herramientas reside en generalizar en los centros de educación superior una evaluación formativa, que va más allá de los clásicos exámenes y que va recogiendo evidencias del progreso del alumno durante todo el proceso de aprendizaje. “Tenemos que potenciar cada vez más la evaluación continua y formativa de los estudiantes. Pero esto requiere que en la aulas podamos hacer un seguimiento continuado. Con 150 alumnos por clase no lo puedes hacer. La problemática exige que las condiciones de trabajo en el aula y el ratio de estudiantes permita a los profesores hacer dicha evaluación continuada”, advierte.

La responsabilidad de controlar y detectar el uso de estas herramientas recae sobre el profesorado pero la acometida de la IA también exige que las universidades preparen a sus docentes para conocer estas nuevas tecnologías. Como en el ámbito laboral, quien tenga la capacidad de integrar en su modus operandi estas herramientas tendrá una ventaja considerable.