La USC empata con la Complutense en patentes al año y queda solo por detrás de la de Sevilla

Exceptuando las politécnicas, obtiene una destacada ‘plata’ en este ámbito según un estudio de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas// Es la duodécima del total en cuanto a producción científica

Instalaciones del CIMUS de la Universidade de Santiago de Compostela/ xoán álvarez

Instalaciones del CIMUS de la Universidade de Santiago de Compostela/ xoán álvarez / koro martínez

La Universidade de Santiago de Compostela destaca en el número de patentes anuales frente a otras del territorio español, puesto que si se deja al margen a las Politécnicas -cuya actividad va dirigida precisamente en ese camino- empata en segundo puesto con la Complutense de Madrid, ambas con 19, y queda únicamente por detrás de la de Sevilla, con 32. Lideran este ranquin las politécnicas de Madrid, con 38; de Barcelona, con 33, y de Valencia, con 24.

Dentro de las consideradas generalistas, por detrás de la de Sevilla, la Complutense y la USC se encuentran algunas tan relevantes como la Universidad de Barcelona (8 patentes al año), la Autónoma de Barcelona (5), la de Valencia (11) o la Autónoma de Madrid (17).

Así lo recoge un estudio elaborado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, que sitúa a la USC en duodécimo lugar en cuanto a la producción científica durante la década comprendida entre el año 2010 y el año 2021, con un total de 1.743 publicaciones.

Unos datos publicados en el volumen La universidad española en cifras, en el que se explica que en el ámbito de la actividad investigadora la de Barcelona destaca “tanto por el tamaño de su producción como por la calidad media de la misma”, mientras que la Pompeu Fabra tiene “los indicadores de calidad más potentes”, junto a la Autónoma de Barcelona y a la Autónoma de Madrid. El informe añade que con estas instituciones universitarias también se encuentran “grandes universidades generalistas como la Complutense de Madrid, Granada, Valencia, País Vasco, Santiago y Sevilla”, o tecnológicas como las politécnicas de Catalunya o de València. Y señala a la de Navarra como la única privada en el ámbito estatal que destaca “entre las más investigadoras con calidad internacional acreditada en los ranquins universitarios de referencia”.

El estudio recoge asimismo información sobre el promedio anual de recursos I+D+i captados por cada profesor permanente entre 2010 y 2021, aspecto en el que el personal docente de la Universidade de Santiago se sitúa en la undécima plaza, con un total de 27.918 euros.

Encabeza ese listado la Pompeu Fabra, con 60.794 euros; seguida de la Carlos III de Madrid, con 53.710, y la Politécnica de València, con 42.302 euros por profesor al año.

Muy por detrás de la USC aparece la Complutense, con 12.902 euros, y también están en puestos inferiores la de Sevilla, con 21.594, o la de Barcelona, con 24.548 euros.

Unos datos sobre los que el vicerrector de Política Científica de la institución compostelana, Vicente Pérez Muñuzuri, consideró en una conversación con EL CORREO que “la USC se encuentra en una posición media, ya que si comparamos unas cifras con otras, está más o menos en los diez primeros puestos”, y añadió que en cuanto a porcentaje de publicaciones en el top tres de revistas de cada campo científico se sitúa con un 9 % “por encima de universidades como la de Granada”, la Complutense de Madrid o la del País Vasco, entre otras.

Apuntó que si se observa por ejemplo la captación de proyectos European Research Council, “algo muy difícil de conseguir a nivel mundial, la ratio también nos sitúa entre las diez primeras de España”, lo que es una buena muestra de la potencialidad que se tiene para atraer a investigadores “que quieren venir a Santiago porque les favorece el entorno para el desarrollo de su proyecto científico, con lo que se puede decir que no estamos mal, pero hay que mejorar”.

Intentos de mejora que la USC se propone buscando más financiación, tanto pública como privada, puesto que recordó que “la privada no es comparativamente alta con respecto a otros países, y es importante el I+D desde las empresas para que tiren de las universidades, ya que si no hay necesidad del tejido industrial para innovar, publicamos investigación científica pero no acabamos de transferirla”.

Según Vicente Pérez, “es un problema de las universidades, no sólo de la de Compostela, ya que consigues proyectos, los publicas, pero falta ese salto a la transferencia”, aunque se mostró convencido de que con la nueva Ley de Ciencia mejorará y aclaró los proyectos europeos ya reclaman más transferencia.

El vicerrector de Política Científica subrayó asimismo el trabajo que están desarrollando para captar talento de fuera, “buscando personal postdoc, de los Ramón y Cajal o Beatriz Galindo, y reforzando al mismo tiempo las estructuras de la investigación, así como los grupos y centros de investigación, de forma que sean atractivos”, si bien afirmó que “de los centros singulares gallegos, los cuatro principales están en la USC, y solo el Ciqus ha captado tantos European Research Council como la Universidad de Sevilla en su conjunto”.

Por otra parte, y ante el envejecimiento de la universidad española, consideró que estamos ante “una oportunidad de oro para traer de vuelta a España a todos esos investigadores que por lo que sea se fueron, y que nos van a hacer falta porque en la década de los treinta va a haber muchas jubilaciones, con lo que necesitamos renovaciones, y qué mejor forma que talento formado en el extranjero”.

Un “retorno de nuestros investigadores que hicieron un postdoctorado en el extranjero y que vuelven a la USC a transferir su conocimiento”, y para los que “intentamos mejorar nuestra capacidad, con el objetivo de poder ofrecerles un entorno equivalente a lo que tenían o incluso mejor, con unos sueldos dignos”.

Respecto a la transferencia de conocimiento que se lleva a cabo desde la USC, explicó que se realiza fundamentalmente a través de dos vías, “los investigadores entran en contacto con las empresas o éstas con ellos porque conocen su trabajo y se firma un contrato bilateral para el desarrollo del proyecto, o bien generamos y transferimos a través de spin off y nos damos a conocer en empresas para ver en qué podemos trabajar conjuntamente”. No obstante, reconoció que esto también marca la diferencia con otras universidades, puesto que “no es igual el tejido productivo de Barcelona o Madrid al que tenemos aquí nosotros”.