El radar de Conxo continúa multando pese a que aún no se ha reparado el cristal exterior

Desde Raxoi indican que sigue en funcionamiento y añaden que ya han pedido presupuesto para arreglarlo // El pasado 28 de abril, un conductor, después de notar el ‘chispazo’, se bajó del coche para golpear a martillazos el cinemómetro

El pasado 28 de abril, un conductor que circulaba de madrugada por el periférico de Santiago golpeó a martillazos el radar de Conxo / JESÚS PRIETO

El pasado 28 de abril, un conductor que circulaba de madrugada por el periférico de Santiago golpeó a martillazos el radar de Conxo / JESÚS PRIETO / JACOBO TÁBOAS

Hace más de dos semanas, un conductor rompía a martillazos el cristal del radar de Conxo y horas después acudía a dependencias de la Policía Local para confesar los hechos. Aunque los daños en el aparato aún no han sido reparados, desde Raxoi indican que el cinemómetro continúa operativo y que la intención es arreglarlo cuanto antes. “O radar non ten ningún problema en canto a funcionamiento. A afección foi ós cristais dos armarios e estase a pedir orzamento para arranxalo canto antes”, indican en el Departamento de Tráfico del Concello de Santiago. No obstante, inciden en que el radar “pode funcionar igualmente, posto que o cristal que rachou non é o correspondente ó visor do radar senón ó do flash”.

Este sorprendente suceso se registró en torno a las dos de la madrugada del pasado 28 de abril, cuando un vecino de O Milladoiro circulaba por el periférico en sentido salida de la ciudad y a la altura del radar de Conxo notó el ‘chispazo’ del cinemómetro ubicado en este punto. A continuación, martillo en mano, bajó del vehículo y golpeó el cristal exterior del medidor de velocidad hasta romperlo. Solo unas horas después, el alcalde de Santiago confirmaba por la mañana en rueda de prensa que el autor de los hechos ya había sido identificado y, por la tarde, desde Raxoi comunicaban que se había personado en la sede de la Policía Local para asumir lo sucedido. “Pese a que reconoció ser el autor de los hechos, tendrá que asumir los costes económicos derivados de la reparación del radar”, señala el concejal de Seguridade Cidadá, Gonzalo Muíños, quien incide en que “este tipo de dispositivos están formados por sistemas tecnológicos muy avanzados, con materiales muy delicados, que de algún modo ralentizan los trabajos para su reparación”.

En el foco de la polémica desde su colocación, en 2020, el radar de Conxo es uno de los que más sancionan en la ciudad. Muestra de ello es que en los primeros tres meses en funcionamiento generó más de 17.000 multas, más de la mitad de las que se registraban en el Concello de Santiago por cuestiones de tráfico en todo un ejercicio, incidieron entonces desde el grupo municipal popular. “Existen serios indicios de que a localización foi escollida por unha empresa antes xa de recabar o parecer da Policía; unha empresa cuxa preocupación é a recadación e non a seguridade”, apuntaban en el PP coincidiendo con el estreno del radar.

Un planteamiento que negaban con rotundidad desde el gobierno local. “Esta decisión no responde a ningún afán recaudatorio, tal y como demuestra el hecho de que en todo momento, tanto en O Restollal como en Conxo, se avisó de su colocación y del periodo en el que se comenzaba a sancionar”, indicaba Muíños, quien incidía, además, en que los datos hablan por sí solos. “En solo nueve días, tras un exhaustivo control de velocidad previo a la colocación del radar que realizamos en el paso inferior de Conxo, más de 15.000 vehículos circulaban a una velocidad superior a los 111 kilómetros por hora en esta zona de la ciudad, un punto limitado a un intervalo de 40 y 50 km/h en función de si se circula por el carril de la derecha o de la izquierda”, señalaba el edil de Seguridade Cidadá, quien, insiste en que los vecinos del barrio siempre se mostraron a favor de regular este punto de la ciudad.

Actualmente, en Santiago hay dos radares fijos: uno de ellos alterna su ubicación entre Conxo y O Restollal; y el otro está situado en el túnel del Hórreo. Además, son cinco las cámaras colocadas en distintos puntos de la ciudad que vigilan que nadie se salte un semáforo en rojo, los denominados fotorrojos: en Amor Ruibal, en la confluencia de Rodríguez de Viguri con la Praza de España; en la unión entre Romero Donallo y Frei Rosendo Salvado; en la avenida de Lugo y en la Praza da Paz.