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Francisco Narla: “Soy un autor de Primera División en puestos de descenso”

El escritor lucense presenta hoy en Santiago, donde estudió, la novela histórica ‘El celta que desafió a Roma’

Francisco Narla. Abajo, portadas de ‘Breo. El celta que desafió a Roma’.

Francisco Narla. Abajo, portadas de ‘Breo. El celta que desafió a Roma’. / XABIER SANMARTÍN

Cuando en los años 80, un niño lucense llamado Francisco Narla (Lugo, 1978) leyó El principito, libro del aviador y escritor galo Antoine de Saint-Exupéry, publicado en 1943 y eterno best seller, su vida... cambió. “Ese libro tiene la culpa de que sea escritor”, dice Narla, literato y piloto, en charla con EL CORREO, medio al que atiende tras organizarse con su pareja para atender “a las niñas”, señala amable al teléfono sobre unas hijas con “padrinos en Santiago”, ciudad de su suegra y en cuya Universidad él estudió Matemáticas antes de irse a Madrid para ser conductor de aviones. Hoy en Compostela (donde visita la Catedral “al menos una vez al año”), Francisco Narla presenta la novela Breo. O celta que desafiou a Roma. Lo hace a las 20 h. en la librería Follas Novas (Montero Ríos, 37). Está publicada por la editorial ourensana Aira.

“Es un libro donde aprovecho la leyenda de Breogán, y que transcurre en los últimos años del imperio del emperador Nerón”, aclara mientras reparte entusiasmo sobre una novela histórica que estrena en gallego tras lanzarse en castellano desde Edhasa.

“Es el Braveheart, el Bailando con lobos y el Avatar en gallego”, apunta cinéfilo sobre un volumen que, según su editorial, “se lee como una superproducción de Hollywood”.

“Es el Braveheart, el Bailando con lobos y el Avatar en gallego”

“De todos los lugares del mundo que conquistó Roma, nunca le llevó 200 años nada salvo España, por la resistencia que se encontró en la zona norte. De hecho, Julio César montó la guardia pretoriana impresionado por esa resistencia... Cuando el soldado celta era herido de forma grave en batalla buscaba un escudo para morir en casa, se me pone el vello de punta al recordarlo”, afirma explícito Narla.

A diferencia de otras personas dedicadas a la escritura, él no tiene un estudio específico para ello. Colecciona visitas a ciudades, aeropuertos y hoteles por su oficio como piloto comercial, es un autor que viste cazadora con logo de la National Test Pilot School (NTPS) de California, estética que a veces este comandante adorna con corbata.

“No tengo rincón dedicado a escribir, lo hago en miles de hoteles, en el suelo del jardín o allí donde abra el (ordenador) portátil. Tampoco tengo ni manías, ni rituales, ni horarios. Siempre intento contar una historia divertida y entretenida. Intento contar las historias lo mejor que puedo y buscar conceptos atractivos y universales. Soy un autor de Primera División en puestos de descenso. No soy ni mi querido Santiago Posteguillo ni Dolores Redondo pero me siento orgulloso de ser un autor gallego con un libro como Ronin, por ejemplo, cuya versión en chino acaba de lanzar su tercera edición”.

Escribir y pilotar son dos formas de soñar que no están al alcance de cualquiera, y Francisco Narla es feliz dando alas a su pasión y sus aventuras, reales e imaginarias sin frontera clara. Ese es su estilo al escribir, al respirar, al contar, al vivir. “Para escribir Breo aprendí a montar a caballo. Antes, para hacer Fierro (Edhasa, 2016) aprendí apicultura, y ahora tengo varias colmenas”.

“Con Asur (Temas de Hoy, 2012) fue cuando vi que los libros me permitían pagar las facturas. Entonces residía en Madrid y a partir de ahí regresé a Galicia y renuncié a los vuelos transoceánicos para volar solo por la península”, cuenta Narla sobre una agenda donde familia, libros y aviones son un tetris no siempre fácil de encajar, y menos cuando está en plena promoción de Breo. El celta que desafió a Roma, plan que le lleva hoy a Santiago más “el viernes a Gijón y el sábado a Bilbao”, detalla antes de citar su alegría como un autor gallego de eco internacional cuyos renglones deben mucho al paisaje cercano, a su tierra natal.

“Para mí es muy satisfactorio recibir un email de un lector japonés preguntando dónde está la Torre de San Paio o la cascada del Ézaro. Me siento orgulloso. Y luego hay otro corolario, que son las visitas que algunos de los lugares que cito reciben después, como me ha dicho algún Ayuntamiento, y eso me hace sentir muy satisfecho”, añade. “Si podemos hacer que Galicia sea presentada o más conocida en el mundo gracias a algún pequeño éxito literario, encantado. Yo le doy el escenario de mi tierra a mi trabajo, muy feliz”.

“Para mí es muy satisfactorio recibir un email de un lector japonés preguntando dónde está la Torre de San Paio o la cascada del Ézaro. Me siento orgulloso"

Aunque entre los libros de Francisco Narla los hay del género negro, su fama le ubica como autor de éxito en el ámbito de la novela histórica, cielo por donde vuela lejos con ese viento de cola que da lograr el apoyo de muchas miradas lectoras.

“El público obliga a todo artista. El artista queda esclavo de su público. Woody Allen no se pone a hacer una película protagonizada por James Bond, ni Extremoduro sacan un disco con canciones de autor...”, asegura antes de hablar de progreso versus respeto al medio ambiente.

“¿El progreso es bueno de por sí? Es una pregunta que me hago. Este libro conecta directamente con esa cuestión. El progreso por el progreso igual no es suficiente. Los celtas se enfadaban cuando los romanos destruían sus bosques para construir puentes”.

“Hay cerca de mi casa en Friol un castro poco conocido. En Galicia hay tres mil y pico castros de los seis mil del mundo y, sin embargo, Escocia, con menos, cuida mucho más lo que tienen. Por eso mismo, creo que hay que recuperar ese patrimonio que tenemos”, concluye, apelando quizá a ese espíritu celta novelado en Breo por un escritor y piloto que ve letras donde otros nubes. “Era, soy y seré un lector empedernido”, apostilla el barbado autor, hijo de madre pianista y padre pintor, mientras Saint-Exupéry sonríe.