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Curiosidades de Compostela: ¿Sabías que...?

Curiosidades de Compostela: ¿Sabías que...?

Javier Rosende Novo

Javier Rosende Novo

Javier Rosende Novo

Santiago de Compostela

Hemos visto como la Rúa do Vilar era la calle más bulliciosa, ajetreada y animada de la ciudad, llegando a ser comparada con la Puerta del Sol o la Calle de Alcalá de Madrid. Y esto por varias razones, entre ellas, por su importante actividad comercial, pero también, y no en menor grado, porque era escenario obligado de una de las ceremonias urbanas más prodigada, la del paseo, sin olvidarnos de esta calle como decorado de grandes procesiones y festejos. Ahora bien, a esto hay que añadir que en ella se terminó por emplazar la sede de una sociedad recreativa como la del casino, especialmente codiciada para el recreo ciudadano, discriminatoria sí, pues estaba limitada a la nobleza y burguesía, pero que el siglo XIX hizo imprescindible para toda población que se preciase como tal.

Casino de Caballeros de Santiago

Casino de Caballeros de Santiago / Galantiqua

Y, ¿Sabías que... en Galicia, Compostela fue la primera ciudad importante que tuvo la iniciativa de su creación? Ocurrió en 1806, aunque tuvo que esperar a 1843 para que el proyecto se convirtiese en realidad, haciéndolo, primero, bajo el nombre de Recreo de Santiago y, luego, como Casino de Caballeros de Santiago. Razones de orden público y moral fueron la causa de la demora. Es cierto que existía una “Real orden prohibitiva de Casinos”, pero no lo es menos que nos movemos al abrigo de una ciudad clerical y conservadora hasta el tuétano. Tuvo su residencia inicial en el Palacio de Bendaña, en la Praza do Toural, pasando luego a la Rúa do Vilar.

Fachada del Café-Casino en la actualidad

Fachada del Café-Casino en la actualidad / Google

Bailes, conciertos, fiestas de caridad, veladas literarias, fueron algunas de las actividades allí desarrolladas, todas presididas por las relaciones personales que, diariamente, se ponían a prueba en una partida de billar, jugando al tresillo, organizando una timba, echándole un vistazo a la prensa, opinando sobre uno u otro tema o, simplemente, cotilleando sobre lo más granado de la sociedad santiaguesa, que tenía aquí uno de los marcos más apropiados para su exhibición.

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